—Ven aquí.

—¡Niall!

Liam no pudo bordear su escritorio a tiempo y escapar del agarre del alfa. Lo besó.

Los perros ladraron.

—Serán pesados —farfulló el de ojos claros.

—Es que están viendo las correas y se ponen nerviosos. ¿Vamos? Tengo hambre.

La pareja salió del despacho llevando cada uno a un perro. Saludaron a un par de compañeros de Liam y se encaminaron a los ascensores. Debido al tiempo, se quedarían a comer en uno de los restaurantes del edificio.

Horas más tarde, Niall sostenía bajo su brazo al Pomerania. La Chihuahua estaba tranquila a sus pies con la correa puesta.

—Mira a papá, Batman, mira qué guapo está... —le dijo al perro mientras observaba el set que se conformaba con un lío de fotógrafos y diferentes percheros con cambios de ropa.

Niall, con unas gafas de pasta, barba recortada y un impecable traje y chaqueta color azul marino, miraba embelesado al beta. Se había cambiado de ropa dos veces, posando sonriente para las fotos, dejando que le retocaran el discreto maquillaje y grabaran las contestaciones de las preguntas que conformarían la entrevista. Estaba afeitado, dos mechones de pelo caían con gracia a los lados de su rostro y su sonrisa era hipnótica. Niall esperaba que captaran fielmente la manera en la que sus ojos se entrecerraban al reír.

Estaba nervioso, el alfa lo notaba, pero su profesionalidad y desparpajo eran superiores.

—¿Podemos preguntarte por tu vida privada, Liam? —preguntó uno de los chicos que anotaba y grababa las respuestas.

Niall sonrío de lado y le guiñó un ojo cuando lo miró.

—Claro que pueden. El mes pasado hice diez años de casado.

—¡Vaya!

—¡Felicidades!

El chico que lo entrevistaba anotó algo en su libreta y apartó la grabadora.

—Una pena...

Niall alzó una ceja en la lejanía. No había oído la conversación, pero notó el sofoco de su pareja con solo mirarlo. Donatella se levantó del piso.

Los flashes de las cámaras continuaron, Liam se cambió de ropa otras tres veces y apenas paró para tomarse una botella de agua. A las tres horas se acercó a un Niall algo aburrido y espatarrado en un sofá. Los dos perros movieron contentos sus cuerpecitos al verlo.

—Enseguida acabamos. Estoy agotado...

—¿Todo bien?

—Sí, amor. Gracias por quedarte. Enseguida los llamarán.

—¿A quiénes?

—A los perros. También van a salir en las fotos.

—¿Qué? Manda... —se cortó—. No tienes remedio.

—¿A estas alturas? ¿Para qué?

Liam sonrió y le dio un beso rápido en los labios.

—Liam, vamos, por favor —llamó el entrevistador.

Niall no perdió detalle de cada uno de los pasos de su marido. Más fotos, prendas de ropa y una chica que se acercó a por los perros. Antes de llevárselos, lo miró de arriba a abajo.

—Oh, podía ser una buena idea que salieras en un par de fotos con Liam. ¿Te apetece?

—¿Puedo?

La chica, omega, le sonrió entusiasmada.

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