Veintitrés

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El cielo se encontraba gris ese día; las señales de lluvia estaban presentes desde que Hyejoo abrió los ojos esa mañana. Parecía que incluso el ambiente sabía que era un momento tenso para todos. No tenía sentido tener un día soleado cuando alguien perdería un Rey en pocas horas. Hyejoo estaba ansiosa.

La noche anterior había tenido dificultades para dormir y por cómo escuchó a Chaewon moverse mil veces en toda la noche, sabía que tampoco había descansado en lo absoluto. Las marcas oscuras debajo de los ojos del comandante Reiss demostraban lo exhausto que estaba por la situación. El pobre hombre estaba encargado de la división más "importante", aquella que priorizaba la vida de Hyejoo, y el peso de tal responsabilidad era muy grande. Heejin parecía más alterada que cualquiera en el castillo. Revisaba constantemente los planes en voz alta y se aseguraba de que la espada de Hyejoo estuviera en perfectas condiciones. Ella se quedaría, incluso si insistió cientos de veces en acompañarlos. Hyejoo no lo permitió.

Si Alistair lograba su cometido, Heejin podía irse lejos de ahí y se salvaría de las atrocidades que el hombre quisiera hacer con ella. Hyejoo no iba a permitir que le pusiera una mano encima, incluso estando tres metros bajo tierra.

Chaewon parecía tranquila en el exterior, pero Hyejoo solo tenía que verla a los ojos para encontrar el pánico en su mirada. Tenía la esperanza de que todo saliera bien, pero su miedo a perderlo todo era mucho más grande. No había pronunciado palabra alguna respecto a lo que sucedería, ni siquiera para dar sus opiniones como siempre solía hacer. Se limitó a colocarse al lado de Hyejoo y tomar su mano de vez en cuando, solo para hacerle saber que ella estaba ahí. Recordarle de manera silenciosa que siempre estaba ahí.

— Mi Reina, está hecho —. Reiss llegó a su lado, su armadura hizo a Hyejoo entrecerrar los ojos por el repentino brillo —. Esperamos su orden para partir.

— Gracias, Elijah — dijo en un murmullo, su cuerpo batallando por acostumbrarse a la pesada armadura —. Solo denme unos minutos, ¿los caballos están listos?

— Todo está listo, Hyejoo —. Chaewon llegó a su lado, con su armadura se veía más pequeña —. Solo te esperamos a ti.

Hyejoo asintió en silencio. En su pecho podía sentir el corazón latir sin piedad, de forma dolorosa. Sus manos temblaban mientras daba los últimos ajustes a su armadura. A primera hora del día, todo se puso en acción. Cada persona en el ejército ya estaba en su lugar indicado y quienes aún no lo estaban, era porque la estaban esperando. Estaban a nada de tener la batalla que definiría el futuro de Vergessene.

Ese futuro estaba en sus manos.

— ¿El Norte está protegido? — preguntó a Reiss, quien le dio un asentimiento inmediato.

— Todo está como lo planeamos, su Alteza.

— Bien... — Hyejoo tomó una bocanada de aire —. En marcha.

Tan pronto como sus palabras salieron, todo a su alrededor comenzó a moverse. Al poco tiempo, tanto el comandante Reiss como Chaewon abandonaron la habitación, dejándola a solas con una asustada Heejin. No tardó nada en correr hacia sus brazos, prometerle que haría todo para volver y no soltarla hasta que la mujer también le prometiera huir si no lo lograba. Fueron los minutos más largos de su vida en ese abrazo.

— No quiero que visites a tu padre —. Heejin le sonrió, separándose del abrazo —. Yo me uniré con él primero.

— Si yo me uno a él primero, vete y nunca vuelvas, ¿de acuerdo?

— Me iré —. Asintió, aceptando su orden y se inclinó un poco hacia Hyejoo, dejando que sus labios presionaran contra su frente —. Estaré aquí cuando regreses, mi Reina.

The Forgotten Kingdom 《♧》HyewonWhere stories live. Discover now