— No te acostumbres, niña, tampoco es un nombre tan lindo.

Hyejoo leía con atención cada expediente entregado por su padre

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Hyejoo leía con atención cada expediente entregado por su padre. El hombre también revisaba cada documento que el comandante le había entregado. Dejaba de lado los que definitivamente no aprobaba para su hija y extendía aquellos que le parecían apropiados para su seguridad. Había de todas las edades, tamaños y experiencias, desde hombres que tenían años protegiendo al Rey hasta pequeños novatos con mucha fuerza y valentía. Akira no estaba muy seguro respecto a estos últimos. Quería que su princesa estuviera lo más protegida posible, especialmente porque no faltaba mucho para que él ya no pudiera protegerla. Dejarla en manos de novatos no le provocaba mucha satisfacción, pero entendía que no serviría de nada tener al mejor soldado en sus filas a cargo de su hija si Hyejoo no confiaba en él. Ella tenía que aprobar y confiar en la persona que se encargaría de su seguridad por el resto de su vida. Una vez eres el soldado del Rey, siempre lo eres.

— No me gusta que la mayoría de sus recomendaciones sean hombres tan mayores, mi Rey. — Hyejoo murmuró lanzando otro expediente más a la izquierda, donde estaban un montón de papeles que no le agradaban en lo absoluto —. Considero que pueden morir de un infarto en cualquier momento.

— No seas tan formal conmigo, Hyejoo. — Akira le sonrió colocando un documento más en la pequeña pila de recomendaciones —. Soy Rey, pero primero soy tu padre.

La princesa se sonrojó por la vergüenza. Por supuesto que sabía que el Rey de Vergessene era su padre. Se había aprendido de memoria la historia de amor de sus padres, recordándola una y otra vez por las noches y en muchos momentos del día. Sabía que el Rey Akira era su padre y sabía que ella era la princesa y heredera al trono, solo que aún se sentía extraña. Para Hyejoo era muy difícil adaptarse a la realidad de que venía de una familia noble, ni siquiera de cualquier familia, era parte de la familia real y no solo una ciudadana más que vivía del trabajo de su madre. Era difícil entender que durante diecinueve años vivió bajo una mentira.

— Lo siento. — Se disculpó en voz baja, luchando para que el calor en sus mejillas disminuyera —. Solo creo que la edad puede ser un factor importante, ¿de qué me va a servir un soldado que en diez años tenga problemas en las rodillas?

El Rey se rio, dándole la razón. Él tenía problemas en las rodillas y estaba de acuerdo en que ya no podía hacer muchas cosas. Sabía que su enfermedad era la más culpable de todo, pero a veces mantenerse de pie era imposible para él. Akira no quería que su hija estuviera bajo la protección de un viejo que, al igual que él, pudiera tener días en los que ni siquiera pudiera caminar. Hyejoo necesitaba un soldado con mucha fuerza y mucho tiempo para poder estar a su lado sin muchas secuelas por la edad o el combate. No era lo mismo tener a un joven recuperándose de la batalla que a un viejo agonizando por un combate.

La guerra estaba demasiado cerca. Akira sabía que el Rey Alistair no tendría piedad alguna de un Rey enfermo y un reino olvidado. Verlassen había roto su acuerdo de paz en el momento en que uno de sus distritos había sido invadido, llevándose miles de vidas inocentes con ellos. No pararían hasta invadir el reino por completo y tomar la corona. Por eso necesitaba preparar a todos. Tenía muy poco tiempo antes de partir. Ya había preparado a Heejin, a sus comandantes e incluso a civiles a los que obligó a enlistarse en el ejército, pero todavía le faltaba preparar a Hyejoo. Debía preparar a su hija para anunciar su muerte y reclamar el trono.

Lamentaba mucho no poder disfrutar más momentos a su lado. Si hubiera sabido que tenía una hija diecinueve años antes, hubiera movido mar y tierra para estar con ella. Ahora era muy tarde. No tenía tiempo para formar el vínculo que deseaba. Solo podía convertirla en la reina que tenía que ser, enseñarle todo lo que sabía, pero nada más.

— De acuerdo, entonces iremos con los más jóvenes. — Asintió el hombre descartando inmediatamente los siguientes diez expedientes en sus manos, dejando así solo quince más —. ¿Hay alguno en mente, Hyejoo?

El suspiro que recibió le dio su respuesta. A su izquierda, tenía una pila enorme de expedientes rechazados por su hija y a su derecha no había más que unos cinco documentos esparcidos de forma desordenada. Por la expresión de Hyejoo, podía decir que ninguno le convencía realmente. No la presionaba porque él estuvo en la misma situación. Aún recordaba a su padre exigirle que eligiera a un solo soldado, quien sería su mano derecha y confidente hasta el fin de sus días. Para su buena suerte, el primer expediente que tomó resultó ser un excelente hombre, con gran experiencia y capacidad, un gran corazón que eventualmente se detuvo. Siempre llevaría en su pecho al buen hombre que fue William; lo extrañaba.

— Unos pocos, pero ninguno me convence demasiado. — exclamó descansando su espalda en esa cómoda silla —. Creo que mi mayor problema es que no conozco a la mayoría, los mejores cadetes de mi generación estuvieron en otra base y los de mi base ni siquiera aparecen por aquí, no puedo confiarle mi vida a alguien que conoceré solo durante un mes antes de... ya sabes.

— ¿Tomar el trono?

— ... Sí, tomar el trono. — Asintió alejando la mirada de los ojos de su padre para posarla en un expediente más —. Aún no me acostumbro a la idea.

— No es una idea, Hyejoo, es la realidad. — respondió el hombre bajando los papeles que su hija tenía en manos para que lo mirara —. Eres la princesa de Vergessene, hija del Rey Akira y futura Reina, es tu derecho tomar la corona.

— Tengo malditos diecinueve años y tengo que aprender todo sobre la realeza en menos de un mes, ¿cómo quieres que acepte esa realidad?

Su padre suspiró, poniéndose de pie. Dio pasos largos y pesados hasta terminar frente a una de las ventanas de la habitación. Un gesto de mano fue suficiente para llamarla. Hyejoo lo siguió, dando los mismos pasos largos y pesados hasta estar al lado de su padre, quien levantó el brazo y la abrazó por los hombros, dándole caricias reconfortantes y calor corporal. Hyejoo jamás se había sentido tan comprendida en toda su vida; a veces olvidaba que el Rey no vivió sabiendo cómo ser Rey, olvidaba que su padre también fue un hombre normal que tuvo que cambiar su vida. Padre e hija miraron por la ventana en silencio. El reino de Vergessene se veía tan pequeño desde ahí arriba; las personas parecían pequeñas hormigas. Veía el humo recorrer la atmósfera y respiraba la desesperanza y la desesperación en el ambiente. Su reino estaba desolado porque su Rey no podía cuidar más de ellos.

Akira extrañaba aquellos días en los que el tratado de paz seguía en pie, cuando estaba sano y tenía sus momentos de paseo por los distritos, cuando Alistair no había perdido la cabeza por completo. Extrañaba sus días antes de la corona, cuando solo era un joven viviendo su mejor vida. Volverse Rey le trajo muchos beneficios, pero aún se preguntaba si en otra vida podría vivir con Hyejoo y su madre. Le gustaba soñar con eso.

— Ser Rey involucra más que saber modales o tener una buena postura. — dijo Akira rompiendo el silencio, su mirada fija en la lejanía —. Se trata de protegerlos, a todos, darles la esperanza y protección que necesitan, regresarles la felicidad que les fue arrebatada, Hyejoo. Ellos no son solo civiles, no son mis subordinados, son mi familia y no sabes cómo me duele tener que dejarlos.

Hyejoo tragó en seco, alejando la mirada del rostro demacrado de su padre, sus ojos posándose en cualquier lugar del reino. Recordaba su infancia, lo feliz que era corriendo con los niños del lugar, los comerciantes siempre sonriendo y en general, las personas siendo relativamente felices. Claro que había problemas, pero ningún problema se comparaba a una guerra. Ya no había paz, todos los distritos vivían con miedo de ser invadidos en cualquier momento. La mitad de la población ahora era militar y ya no había niños jugando en la calle.

— No quiero que solo tomes la corona y des órdenes. Quiero que tengas empatía y corazón, que regreses la felicidad a nuestra familia; ellos no son tus esclavos, son la razón por la que vivimos y nos esforzamos día a día. No se trata de mantener el honor de Vergessene, se trata de protegerlos, no sirve de nada ganar la guerra si los perdemos.

— ¿Crees que pueda ganarla? — preguntó en voz baja, sintiendo más peso y responsabilidad en sus hombros que antes —. ¿Tomaré las decisiones correctas?

— Eres mi hija, Hyejoo. — El empujón juguetón que le dio su padre la hizo reír —. Lo harás bien, cariño.

The Forgotten Kingdom 《♧》HyewonWhere stories live. Discover now