Por primera vez, Lacy asistió a una clase de análisis estadístico, fue tal la sorpresa que la profesora expresó:
— Señorita Wu, ¿va a caer un misil en la universidad o me engañan mis ojos?
Varios alumnos se rieron. Ella tomó asiento al lado de Scott.
— ¿Y Doro?
— Se coló en la clase del Mustangas.
— Re tóxico que no se despeguen nunca —Opinó.
— ¿Y tú? ¿Qué haces acá, chinita?
— ¿Me estás echando, cejotas?
— No, me sorprende que no te desmayaras por compartir sala con...
— ¡Lo siento, profe, llegué tarde! —Exclamó un chico moreno de rizos que entró corriendo y se sentó en primera fila, frente a la pizarra.
— Él mismo —Continuó Scott.
— Después de todo lo de ayer, creo que me pueden apuñalar y seré invencible.
— Podrías escribir un libro contando toda tu mala suerte, chinita.
— Shh... la profe ya va a comenzar.
No negó que se le revolvió el estómago a nuestra protagonista al ver entrar a Kirk, que, para colmo, no dejaba de mirar para atrás del modo menos disimulado posible. En un momento, Lacy tomó valor para sonreír y saludar moviendo la mano. Él devolvió el gesto, sonrojándose.
— Señor Hammett, ¿se le perdió algo que mira tanto para atrás? —Acotó la docente, ese comportamiento acosador cualquiera lo notaría.
— No, profe, disculpe... —Murmuró avergonzado.
— ¿Qué onda el negrito? No deja de mirar para acá —Susurró Scott.
— Mmmm... no sé—Contestó Lacy, rezando que el resto no lo notara.
Cuando finalizó la clase, de inmediato Kirk se acercó a los pupitres de atrás.
— ¡Hola, Lacy! —Saludó contento, y luego miró de pies a cabeza a su amigo— Y... Scott, hola, supongo —Añadió en un tono desinteresado.
— Hola, negrito.
— No me digas así.
Se notaba la tensión en el aire.
— Iré a acompañar los dos tórtolos mientras, ¿te nos sumas? —Le preguntó a la de ascendencia china.
— Mm... Luego —Miró de reojo a Kirk que seguía parado enfrente.
— Ok... Cuídate, nos vemos.
— Chaito...
— Tengo libre ahora hasta la tarde, ¿y tú? —Consultó Hammett.
— También tengo libre, hasta las diez.
— ¿Quieres ir a tomar un café? Yo invito —Ofreció su brazo, ella lo entrelazó con el suyo.
— Mmm... Claro.
Ambos salieron de la sala dando pasos cortos e incómodos, mirando fijo hacia el frente, sudando y la cara irradiando suficiente calor como para cocer un pollo. Los estudiantes los contemplaban como unos bichos raros.
— ¿C-cómo has estado? —Consultó Hammett.
— Mmm... Bien, ¿y tú? ¿Qué pasó con tu celular?
— Oh, eso... Todo bien.
Silencio.
Apenas llegaron a la cafetería de la facultad y se acomodaron en una mesa para dos, el de rizos soltó la bomba:
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Love Shine! (Metallica HAREM!)
FanficElla deseó que los hombres de su tipo se enamoraran de ella, pero no se imaginaba las consecuencias.