Capítulo 10.

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Brady seguía estupefacto con lo que estaba viendo, el sentimiento que lo invadió lo hizo sentir como un completo idiota. Todo el tiempo que en su familia y Eliot trataban de hacerlo entender, siempre tuvieron razón y él nunca los escuchó.

Un chico se encontraba encima de Jean, podía notar como las caderas del chico se movían gracias a la sábana que le estaba cubriendo desde la cintura hacia abajo. De un momento a otro empezó a sentir mucho coraje.

—Ese estúpido chucho no sabe lo bien que la pasamos aquí —decía Devon con la voz ronca.

—No lo menciones —las manos de Jean pasaban por la fuerte espalda—. Ya suficiente lo aguanto.

Ambos seguían en su faena, pero Brady no pudo aguantar más, ni siquiera controlarse más y de un fuerte empujón tiró la puerta, los susodichos quedaron a mitad de su sesión al verle justo frente a ellos.

—No puedo creer que todo esté tiempo, mi familia tenía razón sobre ti —escupió colérico.

—No amor, no es lo que crees —se tapó con la sábana—. Esto tiene una explicación.

—A mí no me vengas con cuentos, qué estúpido fui al dejarme manipular por ti —en eso Jean se levantó de la cama y fue directo hacia él –, no te me acerques. Me repugna el solo tenerte de frente

Ella retrocedió y dijo su vista a Devon, quien tenía una sonrisa en su rostro. Brady se dio cuenta de eso, por lo que se acercó hasta él e impactó su puño en la cara del otro. Viendo que Devon está en el piso con la boca sangrando, se dirige a la puerta.

—No vuelvas a aparecer nunca más en mi vida —tira las llaves del departamento—. Ninguno de los dos, no me contendré la próxima vez

Salió de ese lugar lo más rápido que pudo, entró a su auto y condujo hasta llegar a la mansión.

Lina y Simón, que se encontraban sentados en uno de los muebles de la estancia, se dieron cuenta de la presencia de Brady.

—¿Qué ocurre, Brady? —Lina fue hasta su hermano mayor de forma preocupada.

—No quiero hablar de eso —quería irse de allí sin tener que dar explicaciones.

Simón, que ni siquiera se había levantado desde el minuto cero en que Brady entró por la puerta a su gran sentido olfativo le llegaron dos aromas que conocía a la perfección. No tuvo que pensarlo dos veces, ya sabía lo que estaba ocurriendo.

—Entonces ya te diste cuenta de que nada más te estaban usando —comentó Simón.

Lina frunció el ceño y Brady detuvo su caminar, girando para ver a su hermano menor.

—¿Tú sabías lo que estaba haciendo? —preguntó con un ápice de enojo—. Lo sabías y no dijiste nada

Simón levantó una de sus cejas. —¿Hubieras creído en lo que te dijera? —cuestionó a lo que Brady esquivó su mirada—. Eso mismo creí, te lo dijimos tantas veces y ni una sola vez fuiste capaz de escucharnos.

Brady no podía con la vergüenza, tantas veces y él siempre hizo oídos sordos, creía en el amor que Jean le profesaba, incluso su lobo se lo advirtió.

—Nuestros padres trataron de hacerte entender no solo por el bien de la manada, también por el tuyo —apuntó—, te dejaste envolver y perdiste lo más preciado. Lo único que te diré es que tengas mucha suerte con Ian, porque después de lo que hiciste, bueno, ya lo sabes.

Lina sintió un poco de pena por lo que su hermano mayor estaba sintiendo, pero él era el causante de su pena y solo él podía arreglar las cosas.

—Buenas noches, Brady—. Lina lo abrazó.

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