Capítulo 3.

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Han pasado varias semanas desde que Brady proclamó su rechazo a Ian. Debido a eso el sentimiento de soledad a pesar del apoyo de sus familiares es inevitable, un dolor que no es fácil de olvidar.

Debido a eso decidió no salir de su cama y de la oscuridad por la falta de luz al no abrir las cortinas. Ni siquiera para ir a comer en familia o ir al instituto, tanto así que no le ha importado celebrar su cumpleaños número diecinueve.

Muchos pueden ver este día como algo especial, pero él solo lo ve con sufrimiento, es un año más de los muchos que vienen dónde se encontrará sin el amor de esa persona especial a su lado.

Dejó que la tristeza inunde su ser y que lo destruya más hasta caer en el profundo abismo del sueño

Se encuentra nuevamente en el mismo bosque de los tantos sueños anteriores que ha tenido, ya no sé preocupa ni por caminar, correr o gritar, lo único que hace es sentarse y recostarse en el tronco a esperar a que todo acabe de una vez por todas.

Pasan unos minutos y es allí cuando escuchó unos pasos acercarse, cada vez se escuchan más cerca, pero no le toma importancia, entré más rápido mejor.

Cuando de enmedio los arbustos aparece el lobo negro yendo hacia su persona. Se acerca hasta su cuello y lo empieza a oler. Escucha una especie de sollozo proveniente del gran animal para luego agachar la cabeza y murmurar unas palabras.

Lo siento, lo siento, perdónalo —gimoteaba el lobo—, por favor perdónalo.

Parecía destrozado, como si estuviera sintiendo lo mismo que él, pero solo lo veía, no le decía nada, a pesar de que no quería que sufriera en estos momentos solo importaba él, y solamente él.

Se volvió a acercar, restregando su cabeza en su pecho, nuevamente lo ignoró, siguió llorando. Luego puso su cabeza en las piernas del pelirrojo para que lo acariciara, pero no lo hizo, escucho su voz nuevamente.

—Mírame, por favor mírame, no me ignores —siguió rogando—. Perdónalo, por favor perdónalo estaremos felices juntos, solo tienes que perdonarlo.

No perdonaré a nadie, me han dejado las cosas muy en claro, solo me trato como basura y no le importó tirar como un trapo viejo nuestra amistad, se alejó de mí y me rechazó.

No, no, no por favor dale una oportunidad —el lobo ya no sabía qué más hacer—. Sé que mejorará, sólo dásela y estaremos felices.

Él no me necesita para ser feliz —lágrimas se derramaban de sus ojos—. Ya tiene a alguien y ese alguien no soy yo, es mejor continuar tal y como vine al mundo, sin nadie a mi lado.

El lobo volvió a llorar y a restregarse en su pecho, alejándose de inmediato, su tacto quemaba de solo sentirlo hacer eso, hacía que la herida en su corazón creciera más y más, cada vez que se acercaba lo alejaba y cada vez lloraba.

No me hagas esto, déjame estar cerca de ti, solo contigo soy yo, por favor perdónalo.

—¡Dije que no, no lo perdonaré, por mí le pueden crecer raíces esperando por mi perdón!

Le gritó, no le importo si fue cruel, pero ya no aguantaba más. Cerró otra vez los ojos y cuando los volvió a abrir estaba en la habitación.

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Estaba despertando. Había estado soñando con ese lobo pidiéndo perdón, pidiendo una oportunidad. No tenía conocimiento si era el lobo de Brady, pero se dijo así mismo que no haría tal cosa, fue humillado, maltratado y rechazado cuando él lo único que hizo fue ser bueno con aquel animal. Ya iba a llorar por nadie más.

RevelaciónWhere stories live. Discover now