Alicent II

2.4K 214 18
                                    

Hola! solo quiero decir que pubicar este capítulo fue toda una odisea jaja primero, se suponía que tenía un examen hoy y ayer me la pase estudiando, y el examen se suspendió. despues me puse a editar el capitulo (con mi telefono, porque se daño mi computadora) y SE ME BORRÓ y tuve que editarlo todo de nuevo. pero acá estamos!
advertencia: matrimonio infantil, embarazo, menciones de sangre, menciones de autolesion, menciones de violencia.
sin más, espero que lo disfruten!


“Es hora de que la gente común sepa.” Murmuró su padre. “Tú y Rhaenyra han sido sus personas favoritas desde que se han comprometido.”

“No estoy segura padre, a penas han pasado dos lunas, muchas cosas podrían pasar aún.” La mirada de su padre hizo que sus dedos automáticamente se dirigieran a su boca.

“Alicent.” Sentenció. “¿Cuándo dejarás ese horrible hábito? Pronto tendrás un niño en tus brazos. El futuro Rey de Westeros dependerá de ti y ¿Qué? ¿Le enseñarás a lastimarse a si mismo cuando un señor insignificante levanté su voz?”

Cuando el hombre noto sus ojos llenos de lagrimas y su mirada cabizbaja, suspiro y dejó su asiento frente a ella para acercarse y ponerla de pie.

“La gente común te adora, decían que eras la Doncella en persona el día de tu boda. Ahora le darás a este reino un hijo, un futuro Rey. Ellos deben saber, deben saber que será a través de ti y Rhaenyra que se promulgara la descendencia real, no a través de Laena, ella aún no esta casada y aún no tiene un niño en su vientre, tú si, esa es nuestra única ventaja.” Susurró el hombre mientras tomaba sus manos y la miraba a los ojos. “Nada malo le pasará a tu bebé, ni a ti, los Dioses te han bendecido. Tu madre estaría tan orgullosa se ti.”

Sin poder soportarlo más, Alicent se lanzo a los brazos de su padre, el hombre, aunque reticente, la sujeto firmemente.

“Escribí a tu tío en Oldtown, enviará alimentos y abrigos para el invierno, que tú y Rhaenyra pueden repartir a la gente de King’s Landing.”

“¿Para el invierno? Aún no termina la primavera, padre.”

“Los maestres dicen que será un verano muy corto, y el invierno será fuerte y largo. Muéstrales a la gente quienes son los que se preocupan por su bienestar. También debes convencer Rhaenyra de otorgar puestos en la fortaleza a hijos e hijas de grandes y pequeños señores durante el invierno, ellos no olvidarán quienes mantuvieron cálidos y seguros a sus hijos cuando ellos mismos no pudieron.” Aclaro su padre. “De ahora en adelante, las cosas solo se pondrán más difíciles, Alicent. El reinado de Rhaenyra pende de un hilo muy fino, es tu deber como esposa y futura reina, ayudarla a que ese hilo no se rompa.”


Siguiendo los consejos -conspiraciones- de su padre, Alicent y Rhaenyra habían paseado por las calles de la ciudad y visitado los orfanatos repartiendo granos, comida y abrigo a la gente. Al final del recorrido, habían llegado al Speton, y en el lo alto de las escaleras, donde el Septon las aguardaban, se dispusieron a dar la noticia.

“Buena gente de King’s Landing.” Exclamo Rhaenyra. “Ustedes nos han brindado un cariño excepcional desde el principio del compromiso y nos complace darles esta noticia, la princesa Alicent esta embarazada, en su vientre crece mi primogénito y heredero. Fue concebido con magia de la antigua Valyria, y bajo la bendición de los Siete.”

La gente se había quedado en completo silencio, claramente sin saber como reaccionar. Aceptar un matrimonio entre dos mujeres era una cosa, pero, ¿Un hijo?

“El Septon Supremo ha sido informado de las circunstancias en las que el futuro príncipe fue concebido, y el mismo ha orado por este milagro. Es de su propia creencia que la Madre misma ha bendecido a las princesas Alicent y Rhaenyra y les ha otorgado este regalo que es tanto para ellas, como para la buena gente de este reino.” Intervino el Septon.

Ante el claro apoyo del líder religioso y por lo tanto de la Fe, la gente comenzó a gritar de alegría.

La multitud estaba en un frenesí, todos luchaban por alcanzar a las princesas y felicitarlas, exclamaban sus nombres como si la Madre misma hubiera bajado de los Siete cielos a brindarles la noticia.

Antigua ley, nueva historia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora