VII

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Las grietas en las paredes se sellaban y los escombros en el suelo se levantaban, la academia rápidamente se recuperaba de los daños pues en cuanto Lady Sirona calificaba a los magos con un nivel mínimo aceptable de mana Lady Aghaveagh los hacía levantarse de la cama y ponerse a trabajar en arreglar el desastre dejado tras la batalla de anoche, era por supuesto especialmente dura con aquellos que habían participado en la rebelión.

—¡Inmundo gusano, todavía no está limpio! —regañaba Lady Aghaveagh a Sir Hedar mientras este barría el suelo con simplemente una escoba normal —¡Y no quiere verte o escucharte recitar magia para terminar!

—S... Sí archimaga —respondía temeroso, cansado y molesto mientras apresuraba el ritmo.

—¡Si llego a ver una sola viruta de polvo, sea arsénico, escombro o nieve la responsabilidad caerá sobre ti! —continuó iracunda —¡Todos ustedes ya verán lo que les espera cuando estemos de vuelta en la Torre! —exclamó colérica dirigiéndose al resto de magos alrededor que también realizaban labores de limpieza sin uso de sus poderes, estos al oír la amenza se apresuraron en sus labores.

Aún cuándo no se encontraba totalmente recuperada por la labor física de la batalla había encontrado suficiente energía en su enojo para con el resto de magos que se habían rebelado, por supuesto que era Sir Hedar, que había atacado directamente a su querida ex-aprendiz el principal objetivo de esta ira. El vaciado de mana no era un problema demasiado grande para ella pues no por nada era la cuarta archimaga. Durante la batalla había logrado repeler con éxito todos los ataques hacia ella y redirgirlos hacía los mismo magos que ahora comandaba para limpiar. Esto sucedía a la vez que Sir Krane aún yacía en la cama de la enfermería descansando, era el más anciano de todos los magos de la corte y pese a no haber sido golpeado por ningún ataque gracias a su excelente habilidad, el esfuerzo físico había sido suficiente para fatigarlo. Mientras tanto Sir Liondas salía del calabozo tras haber dejado a Sir Wyron el cual despertaría luego para verse encerrado, ya enfrentaría más tarde él su juicio.
Al pasar Sir Liondas enfrente de los magos limpiando estos hacían una pequeña reverencia sin dejar sus tareas mientras saludaban diciendo "Gran Archimago". Sir Liondas sin embargo no se detenía ante ellos y continuaba inmutable su camino aunque a diferencia de Lady Aghaveagh no había rastros de enojo en su comportamiento, sino que sereno recorría los pasillos. Por supuesto que su exterior no se asemejaba su interior, la rebelión de Sir Wyron era algo que iba a afectar gravemente a toda la corte si no se manejaba el asunto con extrema precaución, la única suerte con la que contaban era la del hecho de no había habido otro mago que atacara a su alteza real por lo que era únicamente Sir Wyron quien debería enfrentar la pena de la corona por traición, todos los demás serían trabajo de la corte.
Entre los pasillos llegó finalmente a aproximarse a las gritos de las órdenes exclamadas por Lady Aghaveagh.

—¿Acaso te parece que esto está limpio? ¡Hazlo mejor! —gritaba a Sir Hedar.

—Es un gusto ver qué ya te has recuperado Agha —expresó Sir Liondas al acercarse.

—¡No me hables así frente a ellos! —murmuro advirtiendo pero a diferencia de para con los magos, al hablar con Sir Liondas parecía que su enojo se desvanecia de inmediato como si lo estuviera fingiendo.

—Aunque de igual manera deberías ir a descansar, no es bueno sobre exigirse —respondía Sir Lionas ignorando su orden, a Lady Aghaveagh siempre le sorprendió la habilidad de Sir Liondas para mantener de tal manera la compostura en cualquier situación. Claro que solo lo conoció íntimamente una vez que se convirtió en archimaga, sin embargo esto no afecto al hecho de que se habían convertido con el pasar de los años en muy buenos amigos.

—¡No me vengas a mi con eso, tu eres el que fue envenenado! —respondió en voz alta —Y encima de todo tienes que venir a poner a orden a estos... Estos... ¡Estos tontos! —dijo refiriéndose a los magos limpiando a su alrededor —¡Dije que lo hicieras mejor, maldito incompetente! —volvió de nuevo enceguecida por la ira a gritar a Sir Hedar a la vez que una bola de nieve se formaba en su mano para lanzarsela —¡Y limpia eso!

Crónicas De Fere: El Príncipe Y El Héroe Invocado.Where stories live. Discover now