Y ahora entiendo a mi mamá, ella no quiso quedarse en casa, no era su sueño, pero es lo que las condiciones le permitieron hacer en ese entonces. Y ahora me entiendo más a mí y puedo permitirme ser más amable conmigo, siempre me exigí demasiado y me decía que necesitaba esforzarme más y que si no lo conseguía era porque no me esforzaba lo suficiente, pero en este momento sé que no dependía solo de mi propio esfuerzo, al final eso no fue lo único que logró que pudiera lograr lo que quería.

Si el entrenador no hubiese sido cercano a mí tal vez no me habría recomendado, si Chris no me hubiese ayudado a conseguir un empleo, tal vez no habría conseguido uno tan rápido y en donde entendieran que además del trabajo también tenía que estudiar, si mi mamá no hubiese cambiado de parecer o si el estrés me hubiese provocado un daño aún mayor, tal vez yo no estaría aquí.

Todo eso me ayudó a conseguirlo y si no lo hubiese logrado apuesto a que me habría matado al creer que mi esfuerzo fue insuficiente, cuando fue todo lo contrario, me esforcé demasiado, tanto que me afectó físico y emocionalmente hablando.

Y eso me lleva a algo que aprendí: toma un respiro. Puedes correr, y también trotar y también quedarte sentado, lo que importa es que estés bien. No tiene sentido el cuán lejos llegues si eso significa agotar tu mente y tu cuerpo. Sí, necesitas esforzarte, pero también debes saber cuándo descansar...


Dejo de anotar para tomar algo de aire. No me afecta hablar sobre esto, pero si me abruma. Siempre que abro el cuaderno siento que me desgasto emocionalmente, aunque también me siento menos tenso. No me siento bien, pero tampoco mal. Es un arma de doble filo.

El silencio sepulcral que hay hoy en la Galería es bastante oportuno, no soy la clase de persona que puede concentrarse si hay mucho ruido, por lo que estar aquí ha sido de mucha ayuda para dejar que mis ideas fluyan. Oliver tenía razón, este lugar es muy inspirador. Puedo entender por qué lo ama tanto. Lo único que me disgusta es que tenga ventanales tan grandes y que, para rematar, estén abiertos. El frío típico de octubre no es el peor del año, pero si es uno de los meses en donde más viento hay. Menos mal traje un suéter.

Le echo una mirada a la hoja que está sobre mis piernas y decido dar por terminado la actualización del día de hoy, cuando él llegue a leerlo no quiero abrumarlo con todo lo que pasaba por mi mente, seguramente se reirá o hará una broma del vómito mental que escupí en el cuaderno. He estado escribiendo un diario con todo lo que ha pasado y todo lo que he aprendido en mi vida estos últimos meses para dárselo a Oliver cuando vuelva a verlo. Es mi forma de actualizarle lo que ha sucedido para que sepa que siempre pienso en él, aun si es de manera indirecta, termino mencionándolo.

Cuando nos graduamos prometimos tener cero contacto hasta que el otro creyese que ya estuviese listo, los dos lo veíamos venir y era lo más justo para ambas partes, si no lo hacíamos sería como si ni siquiera nos hubiésemos pedido un tiempo, solo pretenderíamos que lo hicimos y no serviría de nada. No me arrepiento de eso, en especial porque no fueron unos buenos meses y no sé cómo habría manejado la relación.

Fueron meses muy ocupados y demasiados estresantes, si creía que el instituto era estresante, la universidad era peor y mis compañeros lo eran aún más, ni siquiera mis compañeros de basquetbol eran tan desesperantes. No fue sencillo adaptarme, hasta llegué a pensar que me había equivocado al haber venido, pero conforme fueron pasando las semanas logré seguirle el ritmo a esta nueva etapa, incluso hice un par de amigos, comencé a salir más y pude volver a jugar básquetbol. Obviamente tenía que volver a jugar por la beca cuando el doctor indicase que podría hacerlo, pero a diferencia de antes, esta vez lo estoy disfrutando.

También intenté ir con la psicóloga de la facultad, pero era la clase de psicóloga que parecía que hablaba con los profesores sobre los problemas de sus estudiantes, no se parecía en nada a la psicóloga de mi anterior escuela y eso me desmotivó un poco. Así que, como no iba a contar con su apoyo, comencé a escribir todo lo que sentía en un diario, era mi pelota antiestrés, era como si hablara con mi persona refugio.

Una maldita confusiónWhere stories live. Discover now