17. Tiene la habilidad de alterar mi corazón sin siquiera tocarme.

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—¿Está sufriendo un infarto? —me mira tras el cristal, asegurándose de que no va a tener que llamar a una ambulancia.

—No —un suspiro que escapa de sus labios me hace sentir mala persona, no debería jugar con la vida de esta manera, y menos para conseguir entrar en el campo de juego, pero ya no puedo parar, algo se ha apoderado de mí y actúa por su cuenta— Pero resulta que estoy en esos días, ya sabes... —insisto con la mirada, haciendo gestos raros con la boca, como si eso diera a entender algo, pero para mi sorpresa, el señor majo, asiente con la cabeza, como si comprendiera entender algo que ni yo misma sé.

Odio mentir, y se me da fatal. Pero hay veces en que no queda otra...

—Entiendo —se toca la barbilla con la mano, pensando algo que espero sea beneficioso para mí— Necesita entrar al baño.

—¡Exacto! —exclamo demasiado alto, pero estoy tan emocionada porque esto vaya a salir bien, que no puedo controlarlo.

—Me pone usted en un aprieto —se toca la nuca sudorosa, mirando alrededor, asegurándose de que no hay nadie más que nosotros dos.

—No se lo pediría si no fuera mega urgente —cruzo los dedos en la espalda, todo el mundo sabe que así las mentiras no cuentan, y tras verme todas las temporadas de "The Good Place", no puedo evitar sumar puntos para ir directa al cielo.

El pobre hombre mira nervioso alrededor, revisa la hora en el reloj de pulsera que lleva en la muñeca, comprueba una vez más las cámaras a través de la pantalla, y mira las llaves de reojo, decidiendo que hacer al respecto.

—No dudo de su palabra... —empieza en un tono cálido, lo que me lleva a bajar los hombros abatida, ya sé cómo va a seguir la frase y no me gusta en absoluto— Pero no puedo dejar mi zona de trabajo abandonada, y tampoco puedo dejar que entre usted sola al baño.

—Seré super rápida.

—No lo dudo —asiente— Pero si usted decide en el último momento continuar hasta la pista para ver a los jugadores, el único culpable seré yo. Apenas llevo un mes, y necesito este trabajo.

Me mira de soslayo y tengo que apartar la mirada enseguida.

¿Decirle que jamás haría eso a pesar de que no es cierto, y que, además, puede ocasionar que pierda su trabajo, es pasarse?

Tengo que usar la última carta que me queda, a la que no quería llegar, pero si esto no funciona, tendré que aceptar que he fracaso y llevarlo lo mejor que pueda. Quizás todo sea una señal para que no haga el ridículo.

—Mire, lo cierto es que soy amiga de Caden Turner. Quiero darle una sorpresa, y si no me deja pasar, no podré hacerlo.

La cara de bonachón del señor se va transformando poco a poco en el niño diabólico. Su ceño está tan fruncido que ahora parece tener una única ceja oscura y despeinada sobre los ojos. Aprieta los labios en una fina línea y su rostro se va endureciendo a medida que pasan los segundos.

—¿Usted me ha visto cara de tonto? —pregunta en un tono irritado.

Lo miro confusa, boqueo como un pececillo en busca de aire. Es la primera verdad que le he dicho desde que he llegado, y la única que no me ha creído. Esto es el colmo. Tendría que haberle dicho que sí a lo del infarto.

—Mire, si me ha tomado por uno, es mejor que se vaya antes de que tenga que llamar a la policía por estar allanando un lugar privado. Mira que pensar que me voy a creer esa estupidez... —se queja entre dientes, con la indignación dibujada en los ojos— Estos niños de hoy en día, riéndose del prójimo mientras uno intenta ganarse el pan de cada día.

Seduce MeWhere stories live. Discover now