DAÑOS

8 2 0
                                    

"Ella no va a aparecer" Me dijo papá cuando tomamos nuestras maletas de la casa que compartíamos juntos y me sacó en rastra mientras yo lloraba abrazado de la columna de la casa para no irme. No me dijo por qué pensaba eso, no supe si lo dijo por qué lo sabía o porqué era lo que creía.

Tras viajar mucho llegamos a una casa en donde nos recibió una mujer que al vernos con maletas fuera de su casa nos cerró la puerta en la cara, mi padre habló mucho con ella, la mujer le gritó mucho y tuvimos que irnos de ahí, nos fuimos a un parque en donde me quedé dormido en una banca. Me preguntaba por qué no volvíamos a casa, no entendía qué era lo que pasaba, no podía hablar con papá, cada que quería decir algo él chistaba y tenía que quedarme callado. Papá nunca lloró, yo no podía parar de llorar deseando que mamá apareciera. Después de muchas horas un auto negro se estacionó frente al parque donde estábamos y era la misma mujer, con los ojos rojos y la cara hinchada por el llanto.

"Es tu hijo, ¿Cómo pudiste hacerme esto?" Preguntó con la voz ahogada, pero mi padre no le contestó nada. Así que ella nos dejó subir a su auto y nos llevó de regreso a su casa donde conocí a su hija. La casa donde nos quedamos a vivir los siguientes años de mi vida.

Nada fue igual, a veces me enojaba con mamá, cuando el cielo se oscurecía y yo quería dormir con ella en la misma cama, pero no la encontraba en esta casa, o cuando no falté ni un solo día más a la escuela, o cuando quería comer pizza y Heather me decía que no, porque estaba demasiado gordo. Me pasé los siguientes dos años de mi vida preguntando a mi padre cuando iba a volver mamá, pero él nunca contestó la pregunta, supongo que realmente no lo sabía.

"HengKuo rompió el florero" Esa la fue la primera vez que Hada, la hija de Heather me culpó de algo que no había sido culpa mía. Hada era insoportable, su sueño era ser una activista de los derechos del planeta, hacía berrinches gigantescos cuando la basura de la casa no era separada correctamente, en la escuela siempre estuvo en el cuadro de honor, leía mucho, pero su pasatiempo favorito era molestar, molestarme a mí. Teníamos la misma edad, íbamos a la misma escuela, pero Hada tenía un grupo muy grande de seguidores y amigos, mientras yo siempre estaba solo, sentado en un rincón del patio de juegos, comiendo mi raquítico lonche en silencio y con la mirada perdida fuera de las vallas de la escuela imaginando que yo iba caminando por allá afuera en lugar de estar encerrado en esa escuela.

-¿HengKuo? ¿Cuándo saliste del hospital?

Volteé y vi a Hada ahí de pie, que curioso como piensas en alguien y esa persona aparece delante de ti. Hace un segundo la veía en mi mente cuando ambos teníamos ocho años y de pronto la veía ahí de pie.

-No me hables.

Le saqué la vuelta y seguí mi camino por la calle.

-Espera.

Ella me siguió y pese a sus zapatos de tacón me alcanzó, llevó su mano hasta mi hombro y no pude evitar soltar una queja debido al dolor que me causó la quemadura más fea que había aparecido en varias partes de mi cuerpo tras la extraña experiencia con el RV. Hada apartó su mano rápidamente y me miró con sus ojos muy abiertos.

-Te dieron de alta, ¿Cuándo fue eso?

-¿Qué quieres Hada?

-¡Quiero saber si estás bien! Lo que pasó en el juego...

-Shh

-¡Dime cómo estas o le diré a todos que tú y tus amigos estuvieron en...mmmmm!

Aparte las manos de su boca y bufé. No quería hablar nada con ella, no quería estar cerca de esta chica.

Blue of DeathDär berättelser lever. Upptäck nu