Capítulo 7 "El Trato"

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KASSANDRA

Se había quedado apoyada en su pecho, tratando de recuperar el aliento y la estabilidad de su cuerpo, la intensidad del sexo terminó por dejarla agotada.

—Es hora de que tu y yo hablemos Kass. —Dijo Cedric acariciando su espalda—, es hora de dejar clara las cosas.

—¿A qué te refieres? —Preguntó con los labios aun contra su piel—.

—A que quiero que tengamos un trato.

—¿Un trato?

—Sí, pero será mejor que cenes antes de hablar, te he preparado la cena.

—Esta bien, me vestiré y...

—No tienes permitido vestirte —La interrumpió— bajaremos así —Señaló sus cuerpos— desnudos.

—No bajaré desnuda —Protestó alejándose de él y poniéndose una bata, gesto que el respondió con una sonrisa—.

CEDRIC

Se puso el pantalón y la camisa, antes de seguir a Kasandra, a la cocina y servirle la cena, no le dijo nada y se sentó a esperar que terminara.

—¿Tú no cenarás? —Lo cuestionó mientras tomaba una lata de Coca-Cola para beber—.

—No tengo hambre —La recorrió con la mirada— no de comida, solo beberé algo de agua con hielo, ahora ven aquí —Dio una palmada en su pierna para que ella se sentara, pero ella no accedió— no eres buena obedeciendo órdenes, pero no importa, ya me encargaré de enseñarte —Aseguró—.

No volvió a repetir la orden, la tomó del brazo y la sentó en su regazo de espaldas hacia él, esperando pacientemente a que comiera, dándole a su cuerpo una que otra caricia, con el fin de provocarla.

—Terminé —Le informó apretando los muslos y tratando de negarle el acceso a su sexo—.

—Ábrelos —Ordenó sujetándola del pelo y dándole un leve tirón, para que lo mirara al rostro— no pienso repetir la orden Kassandra obedece.

—Jódete —Contestó intentando zafarse de él, pero Cedric la sostuvo—.

—Eres muy osada Kassandra —Susurró sobre sus labios— te hace falta un castigo —Dijo desgarrándole la bata con las manos y tomándola de las muñecas—.

—Suéltame —Exigió, pero él la ignoró—.

—No escuché la palabra por favor salir de tus labios, pero tranquila, ya iras aprendiendo.

La apoyó en el mesón de la cocina, haciendo que sus pechos tuvieran contacto con el frío mármol, pero dejando que sus pies siguieran tocando el suelo.

—Hay cosas que deberás aprender ahora que estás conmigo, eso te evitará se castigada la próxima vez.

—¿Estar contigo? ¿Qué te hace creer que quiero tener algo contigo?

—¿De verdad quieres que te lo diga? He entrado a tu casa y poseído tu cuerpo a mi gusto, y antojo, no hay rechazo de tu parte, todo lo contrario, estoy seguro que ahora mismo, deseas saber cuál sera tu castigo, pero tranquila, ahora lo sabrás.

KASSANDRA 

Cerró los ojos al sentir la lengua de Cedric lamer su cuello, aunque se tensó cuando sus dientes atraparon su piel haciendo succiones que buscaban dejar una marca.

—Ábrelos —Volvió a repetir, intentando seperar sus muslos con su rodilla, pero no obtuvo respuesta—.

El silencio hizo presencia por un corto tiempo, pero fue interrumpido por el estruendo que provocó el azote en sus glúteos, el segundo azote llegó unos segundos después, acompañado de otra mordida, a la que le siguió otra nalgada.

—¿Obedecerás?

—Eres un... —Intentó protestar, pero fue interrumpida con otro azote—.

—Limítate a responder si o no Kassandra, no hagas que pierda la paciencia —Advirtió tomandola del cuello y acercándola a él— no soy muy bueno cuando estoy enojado —Continuó ante la atenta mirada de Kassandra que observaba sus movimientos —.

CEDRIC

Se sentó volviendo a colocarla sobre su regazo, sin decir palabra alguna y tomó con su boca un hielo del vaso de agua, para acto seguido besarla y dejar el hielo en sus labios.

—Dámelo —Dijo haciendo que soltara el hielo en su mano— eso es, buena chica —Sonrió rozando el frío cubo por su piel hasta llegar a sus pechos—.

—Están fríos.

—Y tu caliente —Señaló sus senos, dibujando círculos en sus pezones que hacían que el hielo se derritiera y los humedeciera, humedad que el disfruta saboreando con su lengua—.

—Esto es una locura.

—Lo es, es nuestra locura —La miró a los ojos besándola de nuevo— ahora me perteneces —Deslizó el hielo hasta llegar a su sexo y lo frotó— mi hermoso ángel.

—¿Qué pasa si no acepto esto? —Inquirió clavando sus uñas en sus hombros, otra vez había logrado excitarla—.

—No se trata de aceptar Kassandra —Dejó en claro hundiendo el hielo en su interior— esa no es una opción para ti —Murmuró sobre sus labios, abriéndose paso con su erección entre su feminidad— eres mía ahora.

Cerró sus ojos al sentir el contraste del frío hielo y la calidez de su miembro, que la embestía con mucha suavid

ad y la llevaba a la misma locura, ya no podría librarse de él, ahora era suya.

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