Capítulo 5 "En Busca De La Razón"

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Había sido un día muy cansado para Kasandra, eran las siete de la noche y ella seguía metida en la oficina trabajando, por suerte era viernes y tendría todo el fin de semana para descansar.

Miró el reloj, ya eran las ocho, pero al menos había terminado todo, tomó las llaves de su auto y se dirigió al parqueadero de la empresa, algo de música ayudó a que su camino a casa fuera más ameno,estaba muy cansada, tanto que ni siquiera tuvo tiempo para detenerse a comprar algo para cenar.

Parqueó el auto y lo guardó en el garaje antes de entrar a la estancia, se sacó los zapatos y los dejó tirados en la alfombra, antes de dejarse caer en sillón completamente agotada y decidió ver algo de televisión, aunque al final el sueño terminó por dominarla.

No supo cuánto tiempo pasó dormida, antes de que el olor a comida la despertara, abrió sus ojos de golpe y escucho ruidos en su cocina, alguien había entrado, tomó un jarrón de porcelana y caminó con cuidado de no hacer bulla, asomó la cabeza para ver quién estaba ahí y pudo percatarse de que un hombre estaba ahí, era alto, como de un metro noventa, o noventa y cinco, tenía el cabello negro y algo largo y ondulado, era corpulento, no como si estuviera lleno de músculos como si de un físico culturista se tratara, solo era alguien que se veía fornido, vestía un pantalón de casimir negro y una camisa blanca cuyas mangas había doblado hasta la altura de sus codos.

—Pensé que dormirías toda la noche. —Dice mientras bate algo que ella no logra ver—.

Lo escuchó y algo en su ser se estremeció al reconocer su voz, ya sabía quién era, apretó con más fuerza el jarrón decidida a golpear al hombre que se encontraba en ese momento ahí.

—No te muevas o no respondo. —Amenazó y él solo sonrió continuando con lo que hacía—, voltéate con cuidado y no vayas a hacer nada —Continú, al fin conocería el rostro del invasor—.

Soltó lo que tenía en manos y se giró lentamente revelándole su rostro a esa mujer que llevaba años deseando, la miró fijamente a los ojos y pudo ver cómo la sorpresa invadió su rostro.

—Hola ángel. —Se dirigió a ella usando ese apodo dulce que había decidido ponerle—.

No sabía cómo reaccionar, intentó sostener su mirada y encararlo, pero no podía, aquellos ojos azules la miraban desbordados de una lujuria que lograba intimidarla, tenía una piel muy blanca, demasiado blanca, pensó, y unos labios rojos que resaltaban en la misma.

—¿No dirás nada ángel? —La cuestionó intentando acercarse a ella, pero esta no dudo en detenerlo—.

—No des un paso más o...

—¿O qué? —La interrumpió—.

—O te reventaré este jarrón en la cabeza.

—¿Así? —La miró desafiante—, ¿Y qué harás luego? ¿Llamarás a la policía?

—Sí. —Respondió tratando de verse segura—, la llamaré.

—Repíte lo que has dicho, mirándome a los ojos. —La retó, volviendo a acercarse—.

—Ya te dije que no te acerques. —Alzó el jarrón para golpearlo, pero él fue más rápido, aparó el golpe con la mano, haciendo que él jarrón se rompiera y la acercó a él de forma abrupta—.

—Piensas mucho antes de actuar. —Susurró sobre sus labios—, eres lenta para reaccionar, muy lenta. —Hundió su mano en su cabello obligándola a besarlo, era pequeña a comparación suya, y sin tacones más pequeña aún—.

Se agachó hasta quedar a su altura y la alzó del suelo, haciendo le rodeara la cintura con las piernas, antes de sentarla en el mesón de mármol negro de la cocina, sus besos eran exigentes y poco a poco logró hacer que cediera ante él.

—Este lugar es algo incómodo para ese bonito trasero, será mejor ir al mueble. —Señaló, cargándola de nuevo hasta la sala y dejándola a horcajadas de él—, así está mejor, es más cómodo. —Guiñó un ojo volviendo a besarla—.

KASANDRA

Cerró los ojos sin saber bien como reaccionar, era concientes que lo que estaba pasando en ese momento no estaba bien, pero se sintió incapaz de detenerlo, sintió las manos del intruso merodiar su cuerpo sin descaro alguno, mientras sus labios se negaban a terminar el beso.

—Kasandra. —Acarició sus mejillas—, puedes llamar a la policía ahora. — La ánimo, paseando vagamente sus dedos por su sexo—, llámala. —Le entregó el teléfono, antes de desabrochar su blusa y bajar los tirantes de su brasier, hasta dejar descubiertos sus pechos—, diles que vengan por mí. —Le sugirió dirigiendo sus labios hasta sus pechos y succionándolos uno a la vez, sujetándola de la cintura con su brazo—.

Observó el celular, sabía que si llamaba a la policía, se libraría de él y..., Apretó con fuerza al sentir que sus dedos se hundía en su interior, su mano apretó el celular, pero él mismo se le fue de las manos al sentir que el pulgar acariciaba el clítoris a gusto y paciencia.

—¿Lo ves? —Rotó suavemente sus dedos, haciendo que un leve sollozo escapara de sus labios—, eres muy lenta para reaccionar. —Repite—, me gustaría llevarte a la habitación, pero estoy tan duro, que no creo que aguante más angelito.

Zafó el cinturón de su pantalón liberando su erección y la sujetó de las caderas para penetrarla, su sexo estaba húmedo debido a los juegos previos, lo que hizo que la invasión fuera más fácil de llevar.

Se aferró a sus hombros dejando que guiara el acto, sus movimientos eran lentos pero profundos y sus manos no dejaban de acariciarla, se abrazó a él en acto de desesperación al sentir que su cuerpo reaccionaba a él, el orgasmo estaba llegándole.

—Vamos ángel, deja que pase, sé que lo deseas tanto como.

—No. —Movió la cabeza—, esto no está bien. —Se repitió así misma, buscando la razón que había perdido—.

—Claro que lo está. —Buscó convencerla—, lo estás disfrutando. —La tomó del mentón y juntó su frente con la suya—, eres mía ahora.

Volvió a abrazarse a él entre sollozos, dándole aprobación a lo que pasaba en ese momento y cediendo a sus caprichos, el orgasmo terminó por arrasarla, y su labios traicioneros terminaron por dejar escapar esos gemidos de placer que aquel hombre le había provocado, esto apenas empezaba.

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