seven

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Juan fue abriendo los ojos poco a poco al notar como el calor entraba por la ventana. No entendía por qué si siempre que volvía de quedar con Spreen y los chicos la cerraba.

Fue a destaparse hasta que al girar a un lado, chocó con la espalda de alguien. Cuando abrió los ojos, su expresión confundida cambió a una de terror: reconocería aquel pelo largo negro en cualquier parte.

Notó los arañazos en la espalda contraria y al mirar alrededor se dio cuenta de cómo la ropa de ambos estaba tirada por todo el piso, incluso la bandana roja que le había regalado él a la madrugada.

Su pánico aumentó al ver como su hermano Drako entraba (como siempre, sin tocar antes) al dormitorio como si nada, viendo cómo luego de mirar alrededor del cuarto su cara se volvía completamente roja.

- Juan, ¿¡qué mierda-!? -

El castaño de ojos ámbar lo mandó a callar para luego señalar el cuerpo del más alto que estaba a su lado. Al ver la camiseta de este sobre su mesa de noche, la agarró y se la colocó. Cubriría lo suficiente.

- ¿Cómo has acabado con él de esta forma? - Susurró su hermanastro completamente enfadado.

- Yo... no lo sé. - Al ver como el menor estaba al borde del llanto, Drako relajó su expresión. - Creo que él me gusta pero debo estar con Ari y-. -

- Oye, espera. - El pelinegro que estaba despierto puso las manos sobre sus hombros, esperando a que Juan se limpiara algunas lágrimas que habían caído. - Está bien que Spreen te guste, sólo... esta no es la forma correcta de hacer las cosas. Le haces daño a él y te haces daño a ti. -

Juan volteó para mirar hacia la cama. Spreen había girado hacia el otro lado y tenía la mano donde antes estaba él. Un ceño fruncido decoraba su rostro al no encontrarlo. Juan no pudo evitar sonreír y Drako notó ese brillo especial en sus ojos, pero decidió no decir nada al respecto.

- ¿Me prometes guardar el secreto, por favor? Te conseguiré todas las citas que quieras. -

Drako le brindó una sonrisa cálida. - Ya somos novios, Juan. Nos gustábamos de hace tiempo, esa cita era todo lo que necesitábamos. -

Juan pestañeó dos veces seguidas, perplejo. Aquella respuesta no se la esperaba.

- ¿Juan? -

Ambos voltearon a ver al pelinegro que estuvo a punto de quitarse las sábanas al completo hasta que vio que el hermanastro del chico que amaba estaba también allí. Una sonrisa extraña fue lo único que supo hacer.

- Hola. - Respondió el de lentes.

- Hola. - Contestó el ojigris, confundido.

- Yo... creo que os dejaré solos. - El mayor de los tres cerró la puerta del dormitorio con cuidado, permitiendo a Juan volver a su cama como si nada.

El castaño notó como el brazo del pelinegro rodeaba su cintura y como su mano intentaba meterse dentro de la camiseta, cosa que él no permitió.

- ¿Crees que tu hermano se haya enfadado conmigo? -

- Creo que se ha enfadado más conmigo, no te preocupes. -

La mano de Spreen bajó hasta su muslo comenzando a dar caricias ahí, algo que hizo suspirar a Juan. El pelinegro lo miró divertido y el de gafas le respondió con una mala mirada.

- Si estás pensando que vamos a hacerlo de nuevo estás muy equivocado. -

El ojigris hizo una mueca de decepción y tomó su ropa interior y sus pantalones para vestirse. Al no encontrar la camiseta, se giró hacia Juan y levantó una ceja cuando lo vio con ella.

Devil By The Window ──── SpruanWhere stories live. Discover now