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Juan había pensado que aquella era la primera y última noche que Spreen y sus amigos pasarían por allí, pero se dio cuenta de lo equivocado que estaba cuando en otra calurosa madrugada de ese verano, mientras miraba algo en su teléfono, una bola de papel llegó al suelo de su habitación. Extrañado, se levantó a mirar y cuando desenvolvió el papel se extrañó aún más.

"Asómate a la ventana"

Juan hizo lo que el curioso papelito le decía y ahí entendió todo: desgraciadamente, Spreen recordó lo que había dicho la otra noche.

- ¡Espera gafotas, voy a subir! - Juan creía que iba a volverse loco sólo con escuchar sus gritos.

Spreen subió hasta su tejado nuevamente con ayuda de sus amigos y Juan negó con la cabeza al verlo frente a él. Tenía el pelo alborotado, una sonrisa de superioridad y un brillo peculiar en sus ojos grises que podría hipnotizar a cualquiera que se quedara demasiado tiempo mirando.

- ¿Qué haces? Tiene que ser aburrido estar ahí tan solo. -

- ¿Qué insinúas? -

- ¿Qué quieres que insinúe? - Spreen acercó su rostro un poco más y Juan se apartó, esta vez no por el olor a alcohol, sino por culpa de la vergüenza. - ¿Está ahí tu novia? -

- No, obviamente Ari está en su casa. ¿Qué te ha dado con ella de repente? -

Juan fue a cerrar la ventana pero Spreen lo detuvo, haciéndole suspirar de frustración. Tomó una mochila que llevaba puesta y al abrirla sacó una lata de cerveza. Juan frunció el ceño.

- Quita esa cara y baja a beber algo con nosotros, prometo que no te haremos nada. -

Juan lo miró con desconfianza y luego cerró la ventana, volteando para mirar hacia su habitación con intenciones de volver a la cama. Pequeños golpes en el vidrio que luego se volvieron insistentes lo hicieron caminar hasta su armario para sacar algo de ropa de calle, ya que estaba en pijama. Dejó de escuchar los golpes y comenzó a vestirse, pensando en lo que estaba haciendo porque, ¿realmente quería quedar con Spreen y sus amigos a los cuáles no conocía de nada a las dos de la mañana? Los rumores del pelinegro eran incontables y su mala reputación desmesurable, pero suponía que no tenía otra opción. Cuando estaba a punto de salir por la puerta de su dormitorio, la voz de Spreen llamándolo desde la ventana lo distrajo.

- ¿Qué mierda quieres ahora? - Contestó susurrando, indignado.

- No salgas por la puerta, puede que te pillen. Ven por aquí. -

- ¿Estás loco? Ni de broma. -

- Vamos, yo te ayudo a bajar, confía en mí. -

Y claramente Juan no confiaría en Spreen en ningún tipo de situación, pero el miedo de que su hermanastro lo viera saliendo de casa a esas horas y advirtiera a su estricto padre de esto le ganó al miedo que sentía de que el más alto lo tirara del tejado o algo así.

- Está bien, pero como me empujes te mato. -

- Me encantaría verte intentarlo,  gafotas. -

Juan le miró mal antes de salir por la ventana y mirar abajo. Sintió un leve mareo al ver la distancia que había de ahí al suelo.

Spreen bajó al segundo techo y le extendió la mano para ayudarlo a bajar, pero el castaño la rechazó y bajó con cuidado por su cuenta. Luego, el pelinegro bajó con ayuda de uno de sus amigos quién también intentó ayudar a Juan y a pesar de que esté al principio se resistía, acabó aceptando la ayuda por el simple hecho de no acabar cayéndose.

- Mira, estos son Carre. - Un chico de ojos verdes lo saludó. - Ollie. - Uno de pelo azul sonrió. - Y este es Mariana. -

Ese último había sido el que le había ayudado a bajar y parecía el más sobrio de todos. Quizás él fuera el único realmente de fiar en ese grupo.

- Bien, ¿ahora qué? - Preguntó molesto.

- Primero cálmate, no te haremos nada. - Dijo el tal Carre. Juan lo miró con desconfianza. - Segundo, iremos a buscar a mi novio. -

Quejas de Spreen y Ollie se hicieron escuchar enseguida más Carre intentando defenderse. El otro de gafas se acercó al castaño que miraba todo, incrédulo.

- No te dejes engañar. - Habló. - Son buenos chicos, sólo... un poco rebeldes, eso es todo. -

- ¿Tú crees? Spreen es torpe, malhablado, bebe, fuma, se salta clases... Dios, si hasta hay rumores de que vende droga. -

- Y tú mismo lo has dicho, son rumores. - Juan miró a Mariana. - Spreen no es mala persona, dale una oportunidad. -

- ¡Gafotas! - Juan miró a quien lo llamaba. El ojigris y sus amigos habían dejado de discutir. - ¿¡Vienes o te quedas!? -

Miró al pelinegro a su lado quién se encogió de hombros, como diciéndole que la decisión estaba en sus manos. Juan suspiró y comenzó a caminar hacia los otros tres chicos siendo seguido por el otro de gafas.

- No volvamos tarde, ¿bien? No quiero que mis padres me pillen. -

- Puedes confiar en nosotros. - Intentó calmarlo Ollie, pero Juan estaba intranquilo.

Demasiado intranquilo.

Devil By The Window ──── SpruanWhere stories live. Discover now