Capítulo 5

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Zhamira Johnson

En completo silencio terminé de cepillar mi largo cabello y me miré por última vez en el espejo. Dejé el pequeño cepillo encima de la peinadora y sonreí con nostalgia al ver mi reflejo.

Mi mirada estaba completamente apagada, no tenía brillo en la misma, mi sonrisa ya no era igual y ni hablar de las inmensas ojeras que habían debajo de mis ojos.

Respiré hondo intentando no llorar nuevamente y me levanté de la pequeña silla en la que me encontraba sentada, no quería seguir viéndome al espejo y martirizarme por lo demacrada que me veía.

Sonreí un poco al ver encima de la cama mi desayuno junto a unas rosas, que por supuesto llevé a mi nariz y disfruté de su aroma durante unos instantes.

Sabía que eso había sido obra de Bastián, quién a pesar de encontrarse fuera del país atendiendo asuntos importantes con respecto a la empresa, había ordenado a la ama de llaves de mi casa llevarme el desayuno a la cama todos los dias.

Eso era algo que normalmente hacía él, pues desde que habíamos comenzado a tener un poco más de confianza, ya se quedaba en casa haciéndome compañía y secando mis lágrimas.

Me encontraba atravesando un proceso difícil en mi vida, pero definitivamente tenerlo a él cuidando de mí era una total bendición. Aunque claro, aún tenía miedo de lo que pudiera suceder cuando todo nuestro círculo social se enterara de que estábamos teniendo un romance a escondidas cuando no había terminado de firmar la sentencia de divorcio.

Hice a un lado mis pensamientos cuando el sonido de mi teléfono me sacó de mis pensamientos, volteé hasta la mesa de noche donde se encontraba y lo tomé al instante notando que se trataba de un mensaje de WhatsApp.

Lo abrí rápidamente y la sonrisa en mi rostro no se hizo esperar. Era un mensaje de él.

«Cuento los segundos para estar nuevamente a tu lado»

Con una sonrisa tonta en el rostro, acomodé nuevamente mi cabello y me tomé una foto para luego enviársela, en la misma obviamente enfoqué la comida que me había preparado Catrina y sonreí lo más que pude para que no se diera cuenta de mi estado de ánimo.

Cuando se fue me hizo prometerle que estaría bien y que comería lo suficiente, pues tenía varios días sin apetito y muy desganada. Pero aunque le prometí que haría todo lo posible por estar tranquila y que comería, él decidió hacer como si me había creído y aún así darle órdenes a Catrina de que me preparara comida cada dos segundos.

Razón por la que le enviaba pruebas de que se estaba haciendo lo que había ordenado, pues sabía que lo hacía por mi bien, algo que agradecía enormemente.

Envié la foto junto a varios emojis y comencé a comer en silencio mirando mis redes sociales, pues tenía tiempo que no las revisaba por falta de tiempo y cansancio emocional.

Y así pasó parte de mi mañana, viendo vídeos sobre maternidad y llorando en silencio como una magdalena. Era algo muy masoquista de mi parte, pero en mi defensa debo decir que eran cuentas que seguía desde hace mucho y cuando me apareció el primer video en mi feed, se me hizo imposible no seguir mirando más.

En los mismos distintas mamás mostraban sus rutinas con sus pequeños hijos recién nacidos. Eran videos con música relajante de fondo y no hablaban en lo absoluto, lo que lograba relajarme más de la cuenta.

Pero aún así no podía evitar llorar, pues desde que tenía uso de razón había anhelado vivir algo parecido y por razones desconocidas no había sido posible. En su lugar, la mujer con la que Jack había decidido rehacer su vida, le iba a dar gemelos e iba a cumplir su sueño de ser papá.

AlevosíaWhere stories live. Discover now