Capítulo 3

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•Zhamira Johnson•

Me levanté rápidamente de la cama apartando a Bastián de mi regazo y mis nervios aumentaron al escuchar nuevamente los toques en la puerta.

—Tienes que esconderte —le pedí en un susurro y él levantó una ceja al escucharme.

—No, no lo haré —dijo desafiante y quise morirme al escucharlo.

—¿Qué? ¿Estás loco? Sí mi suegra te ve aquí va a atar cabos y se armará un escándalo, Bastián

—No me importa, el imbécil de Jack fue quién falló primero, además, tú y yo tenemos derecho a rehacer nuestras vidas —sus palabras me dejaron atónita.

Definitivamente nada de lo que estaba ocurriendo era mi imaginación, Bastián estaba haciendo todo con intención.

—Por favor, escóndete solo por hoy, te prometo solucionar esto —nos señalé a ambos y él me miró sin estar muy de acuerdo.

Se acercó a mí, me tomó por las caderas, me besó mordiendo mi labio inferior y me apretó contra su cuerpo.

—Ese idiota me dejó el camino libre contigo, por lo que no estoy dispuesto a dejarte ir así de fácil, serás mi mujer quieras o no, Zhamira —prometió con voz dura y desapareció por la puerta del armario.

Me quedé atónita al escuchar sus palabras y salí de mi shock cuando la voz de mi suegra sonó nuevamente por toda la habitación.

Limpiando mis labios y acomodando mi cabello, le abrí la puerta rápidamente y me sorprendí al ver su mirada furiosa.

¿Será que ya sabía lo que estaba ocurriendo entre Bastián y no?

No, no, no.

Apenas y me había dado tiempo de asimilarlo como para que alguien más lo supiera.

—¡¿Dónde está Jack?! —su grito fue lo primero que se escuchó una vez entró a la habitación y la miré completamente sorprendida.

—Él no está —dije lo primero que se me pasó por la cabeza y ella me miró obvia.

—Sí, ya sé que ese malnacido no está, lo que quiero saber es a donde se fue con la maldita esa —me mostró su teléfono y quise morirme cuando noté en el mismo una foto de mi exmarido con una mujer rubia a su lado, tenía una barriga exageradamente grande y estaban tomados de la mano.

Sin poder evitarlo, gruesas lágrimas comenzaron a correr por mis mejillas y no dije absolutamente nada.

Sin saberlo, le había echado sal a la herida que aún estaba al rojo vivo.

Ella al ver mi reacción, vino hasta donde me encontraba y me abrazó fuertemente. Dejé caer mi cabeza en su hombro y me desahogué en silencio y llorando tanto como pude.

—Te juro que no quería que las cosas terminaran así, querida —dijo en medio de un susurro y le creí.

Lo hice porque desde que la había conocido me había tratado como a una hija, siempre buscaba la manera de incluirme en sus salidas con amigas y fue quién me enseñó a cocinar.

Ella definitivamente era la suegra que toda mujer soñaba tener, lamentablemente su hijo no sabía lo que era la lealtad y me había traicionado.

Razón principal por la que no quería salir de la casa. Sabía que al hacerlo sería el blanco perfecto de la prensa, pues él ya se estaba paseando por las calles de Londres en compañía de su nueva mujer.

Se separó de mí y me miró a los ojos con ternura.

—¿Cuándo paso todo? ¿Por qué no me llamaste para venir a apoyarte, querida?

AlevosíaWhere stories live. Discover now