Abre sus brazos y no lo dudo un segundo en abrazarlo. Lo abrazo fuerte, un abrazo largo donde acaricia mi espalda mientras dice lo mucho que me quiere a pesar de todas mis decisiones y su desacuerdo con ellas.

Cuando nos partamos me da un beso en la frente y me obliga a levantar la cabeza.

—Te amo, mi pequeña princesa.

—Y yo a ti, papá. Desde que tengo memoria y hasta el final de mis días.

Me envuelve en sus brazos de nuevo y así vamos hasta el jet donde está el resto de nuestra familia. La despedida con mamá es más larga y llorosa. Zaid es otro cuento, creo que solo lo he visto triste o llorando cuando mamá nos contó todo y aquel trágico día en que asesinaron a nuestros abuelos.

—Ya deben irse o las horas de llegada no van a concordar. —Avisa Matteo revisando las tres horas de los tres diferentes países.

Acabo de despedirme de ellos y debemos bajar del jet. Nos alejamos y veo la puerta subir y cerrarse. Y pocos minutos después, mi familia ya está de camino a su nuevo hogar.

—El otro avión llegara a Corea del sur al mismo tiempo que ellos a Republica dominicana. El avión señuelo salió mucho antes que este. —Me informa.

—¿"Mi familia" ya tiene lugar de hospedaje allá? Deben esconderse tan bien que Domenico se centre en ellos y pierda el rastro de donde están los verdaderos.

—Descuida. Todo está saliendo acorde a lo que planeamos. Nadie en este lugar, más que nosotros dos, sabe dónde están ellos.

Volvemos a la hacienda, ya que es momento de hacernos cargo de un problema que se a extendido por muchos años. Veinte para ser más exactos. Matteo entra primero y yo apenas me veo detrás de él.

Esta habitación esta alumbrada solo por una lámpara, a cada lado de Ethan hay unos bultos de ceniza y el hedor aquí es horrible. El aludido luce asqueroso y horrible.

Más de lo normal.

Exacto.

Su cara está llena de sangre seca proveniente de sus ojos. En cuanto escucha el sonido de nuestros pasos levanta la cabeza, apenas se sostiene de las cuerdas, sino ya estuviera en el piso.

—¿Quién está ahí? —Pregunta.

—¿Cuánto resistirías tú si yo te estrello la cabeza contra una pared? Me da curiosidad.

Pregunto, saliendo de detrás de Matteo y deteniéndome frente a él. Me cruzo de brazos y hace su mayor esfuerzo por mostrar una sonrisa petulante.

—Ahora resulta que los Maxwell son mafiosos. ¿Tú que vendrías a ser? ¿La puta del Don?

El simple hecho de escuchar su voz repugnante me pone la ira a flor de piel y aumenta mis ganas de matarlo. La cabeza se le echa hacia tras cuando mi puño impacta en su nariz sacándole un quejido. Me pican los dedos deseosos de arrancarle los malditos dientes uno a uno.

—Para putas, otras.

Me giro hacia Matteo que se fue a sentar sobre la mesa metálica, mientras fuma un cigarrillo. Apenas ve que lo miro se pone de pie y vota todo el humo de su boca.

—¿Y eso que es? —Señalo los dos montones de cenizas.

—Eso es lo que queda de Razban y Hiroshi.

Siento un escalofrío de solo imaginar esas muertes tan dolorosas. No hay algo más doloroso que hervirse vivo.

—¿Puedes bajarlo de ahí? Soltarle las cadenas y atarlo a una silla.

Mío.Where stories live. Discover now