No volteó hacia su propia familia tampoco, ascendió al Trono y se giró con la mirada en frente, se situó sobre el Trono de Hierro, un lugar que ya había ocupado múltiples de veces, a Daemon le parecía aún más inquietante que la media hija de su hermano no se haya cortado ni una sola vez con el jodido Trono. Los Velaryon observaron como la menor los miró sin ninguna expresión que les haga saber cómo se iba a desenvolver el asunto, cuando Vaemond Velaryon quiso adelantarse para acercarse hacia ella, los Capa Blanca rápidamente se movieron colocando sus manos sobre sus espadas, viéndolo de manera amenazante.

El hombre acabó por dar un paso atrás y asentir.

─Lady Mano ─saludó. Ahora con la mirada del par de ojos violetas de Eireene, Vaemond realizó una corta reverencia.

Eireene lo observó a él y a nadie más. Su abuelo, Otto, la observó con curiosidad. Se empezaba a preguntar qué significaba su cambio de colores. No estaba seguro de si sería bueno o malo para ellos, pero sin dudas comenzaba a considerar que algo más la había hecho cambiar su percepción de Rhaenyra, y honestamente, no dejaría pasar la oportunidad de ganar una mente como la suya.

─Me gustaría comprender en su totalidad cuál es el asunto que nos ha reunido aquí ─musitó ella, mirándolo─. Comience.

─La historia de nuestras casas va más allá de los Siete Reinos. ─comenzó a hablar, Lord Vaemond─, se extiende hasta los días de la Vieja Valyria. Mientras la casa Targaryen ha gobernado los cielos, la casa Velaryon ha gobernado los mares. Con la caída de Valyria, nuestras casas se convirtieron en las últimas de su linaje. Nuestros antepasados llegaron a esta tierra sabiendo que, si fallaban, significaría el fin de sus nombres y de nuestra líneas de sangre.

Eireene relamió sus labios, comenzando a desear porque ese asunto acabe de una vez por todas.

─He pasado toda mi vida en Driftmark, defendiendo el escaño de mi hermano. Soy el pariente más cercano de Lord Corlys, su propia sangre. La sangre verdadera e impecable de la casa Velaryon corre por mis venas.

─Al igual que las de mis hijos, los frutos de Laenor Velaryon ─interrumpió, Rhaenyra─. Si le importa tanto la sangre de su casa, Sir Vaemond, no se atrevería a suplantar a su legítimo heredero. Habla solo por usted, y por su propia ambición.

─Su turno de defenderse llegará pronto, princesa Rhaenyra ─la voz de Otto hizo que Eireene ponga sus ojos sobre él.

─¿Y a usted quién le ha dado permiso de hablar, Lord Hightower? ─preguntó ella, Alicent observó a su hija levemente sorprendida, pero Otto no se encontraba tan sorprendido porque reaccione así. Eireene y él no tenían el mejor historial, sin dudas ella comprendió cuáles fueron sus intenciones desde el primer día. Incluso Aemond parecía asombrado por la manera en que ella habló─. Vuelva a interrumpir y haré que un miembro de la Guardia Real le corte la lengua con tal de no volverle a oír.

El consejo privado del Rey sintió pavor por ese venenoso tono que utilizó, la joven sentada en el Trono no era la misma de siempre.

─Lo lamento, Lady Mano ─musitó Otto. Eireene lo dejó de ver y observó a Rhaenyra.

─Sin embargo, no ha llegado vuestro turno de defenderse, princesa ─musitó la joven, Rhaenyra pasó saliva, asintiendo─. Continúe, Lord Vaemond, y llegue al punto rápido.

─¿Qué sabe de la sangre Velaryon, princesa? ─preguntó Lord Vaemond, observando a Rhaenyra─. Me cortaría las venas para mostrársela, y aún así no podría reconocerla. Esto trata sobre el futuro y la supervivencia de mi casa, no de la suya. Mi Reina ─musitó el hombre, girándose hacia Eireene una vez más─, mi Lady Mano. Esto es un asunto de sangre, no de ambición. La supervivencia de mi casa y mi linaje está por encima de todo. Humildemente, me pongo como sucesor de mi hermano. Amo de Driftmark y Señor de las mareas.

dark paradise.    aemond targaryen.Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon