4 [Parte 1]

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No volvió a salir de su casa durante dos semanas.

Solo hacía su camino a la facultad, que de hecho, logró mantenerlo ocupado y distraído sobre todo aquel tema. Se había prometido a sí mismo no volver a probar una gota de alcohol en su vida luego de esa noche, una noche desastrosa que terminó con Jimmy huyendo a casa apenas y vio la oportunidad.

La mañana siguiente despertó agotado luego de haber dormido solo cuatro horas porque no podía parar a su corazón. Tenía cara de muerto viviente cuando se vio al espejo y ese día casi se queda dormido en clase dos veces.

Pero volviendo al presente, un viernes caluroso y soleado, brillante, con los pajaritos cantando enamorados y las ardillas trepando por los árboles y Jimmy queriendo pegarse un tiro después de un día duro en la facultad donde tenía que hacer un trabajo en equipo. Estaba muy molesto, odiaba trabajar con otras personas y además le habían tocado los más estúpidos.

Entró a casa dejando su mochila y quitándose los zapatos apenas abrió la puerta. Estiró su larguirucho cuerpo como un gato y se frotó la cara, tenía mucho por hacer hoy de tarea, pero la buena noticia es que era viernes y podría descansar en casa todo el fin de semana.

"¡Jimmy! Hijo, ¿eres tú?" La voz alegre de Beatriz sonó desde la cocina. Olía bien, Jimmy notó después de prestar atención al olor a pasta con queso y tomate que venía de la habitación antes mencionada. Estaba hambriento.

No respondió y entró a la cocina escuchando el crujir de sus rodillas cuando estiró las piernas para caminar. Su madre estaba sentada en la mesa de la cocina, revisando su celular con sus pequeños anteojos y miraba con el celular muy lejos de su cara. En silencio se acercó al grifo y se sirvió un gran vaso de agua, bebiéndolo como si hubiera estado vagando por el desierto durante tres días. La camiseta se pegabas a su espalda, creando unas gran mancha oscura de sudor, era repugnante.

"¿Cómo te fue en la escuela, amor?" Jimmy la volteó a ver por un segundo antes de volver su vista al fregadero, sirviéndose otro vaso lleno de agua. Se recargó contra él, volteando hacia su madre, le dio un pulgar arriba antes de tomar del vaso, esta vez más tranquilo. Su madre le dio un asentimiento con la cabeza y volvió la vista a su teléfono donde se reproducía un video a todo volumen. Lo pausó y lo miró, quitándose los anteojos "Adivina quién me pregunto por ti"

Jimmy se paralizó por un segundo y la miró sospechoso. Ella tenía una sonrisa traviesa en la cara, esa sonrisa que significaba problemas. Su madre había estado muy atenta con él y Jimmy había descubierto entre sus cosas un libro que al parecer hablaba de "cómo arreglar una relación rota con tu hijo". No es que su relación fuera tan mala, después de analizarlo durante una de esas noches en las que no podía dormir, se dio cuenta que era más complejo que solo lo que él pensaba.
El hecho era que su madre quería ayudarlo, ¿en qué? Bueno, ella tenía la fantasía de que Jimmy fuera más social, así que, ahora estaba asustado.

"No voy a adivinarlo, no quiero saber de nadie" tomó un plato y caminó hacia la estufa, decidido a no seguir hablando más sobre ello, pero obviamente su madre no lo dejaría.

"John, me preguntó que cómo estabas y que le gustaría hablar contigo y saber qué es de ti, al parecer le agradas" ella soltó una risita y Jimmy hizo una mueca amarga. Fingió que no sabía de lo que hablaba.

"¿Quién es John?" Dijo secamente, sirviéndose una gran porción de pasta y ensalada fresca. Él comía mucho.

"John Bonham, el jardinero de Henry." De nuevo se escuchó el sonido del teléfono y Jimmy se sentó, dispuesto a comer.

"Así que sabes su nombre completo... ¿Quién es Henry?" Comenzó a comer y miró a su madre curioso. A pesar de que no pensaba salir con ese chico, le picaba la piel por saber más acerca de lo que habían hablado sobre él.

Black DogWhere stories live. Discover now