iv. desinformación conveniente.

214 31 1
                                    

— ¿Oye, estás bien? – Spreen escuchó una voz angelical a medida que despertaba de su trance psicológico

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

— ¿Oye, estás bien? – Spreen escuchó una voz angelical a medida que despertaba de su trance psicológico.

Tenían que despertarlo en la mejor parte del sueño, dios. Que inoportuna era la gente.

— Si te encuentras mal, podemos llamar a los servicios sanitarios – propuso Georgia, agitando una de sus manos para hacer llegar aire al rostro de Spreen, de modo que este pudiera aclarar su cabeza.

Oh, seguía en su sueño. Esperaba nunca despertar.

— ¿Cómo? – preguntó Spreen confuso, pues no había terminado de procesar la situación completa. Y cuanto lo hizo, creyó que estaba en el cielo. — No, no es necesario.

— Menos mal – contestó la chica llevándose una mano al pecho con alivio, mostrando la sonrisa más preciosa que Iván había visto jamás. — No sería conveniente matar a alguien en mi primer día aquí.

No era un sueño.

Alerta, no era un sueño.

Spreen estaba a punto de fallecer en ese mismo asfalto en pocos segundos.

Spreen, céntrate. Lo más probable es que tengas a la mujer de tus sueños a solo un par de centímetros de tu cuerpo, y por eso no puedes permitirte hacer el idiota.

— Eres aún más impresionante en persona – habló Spreen admirando a la joven, creyendo que había dicho aquello para sus adentros.

Quería morir cuando escuchó la suave risa de Georgia. — Me lo suelen decir.

— ¿Eres tú realmente? – preguntó el chico con los ojos bien abiertos, haciendo reír a la serbia. — ¿La de verdad, o una copia de chatgpt increíblemente bien lograda?

Spreen, no puedes ser más estúpido porque no te entrenas.

— En carne y hueso – respondió la rubia dando una vuelta sobre si misma con diversión. Esa mujer era la perfección personificada. Dios sí que tenía sus favoritos.

— ¿Puedo hacerme una foto? – preguntó el joven con ilusión. — ¿Un autógrafo, un abrazo?

No, ya que estamos pide un beso también, Fernández.

Georgia observó con curiosidad los ojos brillantes del azabache, triste por tener que rechazar la petición. — Lo siento, pero no puede haber pruebas de haber visitado Argentina. Es un tema de seguridad.

— ¡Que idiota! Disculpa – exclamó Spreen una vez se dio cuenta del estúpido que estaba siendo. Vale, hora de activar el modo persona normal. — Siento si parece que soy muy directo, pero no tenía ni idea de que ibas a estar aquí. ¿Me buscas a mi?

— Sí, mi amiga Lauren me ha dicho que me acompañarías a lo largo de las próximas semanas – le informó Georgia, siendo la primera vez que Spreen sabía de esas noticias. — Por dios, ¿No te habían dicho nada?

arte ; spreenWhere stories live. Discover now