"La única cosa que podía destruir la casa del dragón era esta misma.
Aemma Targaryen sabía que solo nació
como un recordatorio a su madre que su padre nunca la amaría.
Es por ello por lo que hizo todo para proteger a su familia, a sus hermanos.
Se c...
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"Sí un hombre habla mierda entonces no le debo nada
No me arrepiento ni un poco porque él lo vio venir
Dice que hice algo malo
¿Por qué se siente tan bien?"- I did something bad, Taylor Swift.
Aemma realmente le gustaba Kings Landing, no porque la ciudad fuera hermosa, muy por el contrario, era pestilente llena de peligros, no tenía una sola característica que alguien pudiera señalar como el lugar de sus deseos, para muchos solo su pestilente olor se debía a la muerte que recorría cada una de sus calles, pero aun así Aemma la adoraba, debido a que ese lugar era su hogar.
Es por ello por lo que luego de su llegada a la ciudad a nadie le sorprendió que la princesa fuera vista en los orfanatos entregando comida a los niños desposeídos. Siguiendo con su misma rutina de siempre, pero incluso se veía a la princesa siendo mucho más benevolente e incluso cercana a las capas doradas a los cuales le regalo una nueva capa dorada bordada con hilos de oro.
La princesa contaba con su propia fortuna real, que lejos de los lujos que se daban algunos de sus hermanos lo utilizaba en la corte y lejos era la que se veía con más obsequios de otras casas nobles que querían a su dulce princesa feliz desde vestidos a espejos, joyas e incluso cuadros que no podían comparar su belleza.
Aemma sonreía dulcemente a los niños, besando sus tiernas cabezas luego de leerle un cuento.
Sir Harry como siempre estaba tras de ella observando que nada dañara a la princesa, sobre todo luego de que se diera la noticia que fue comprometida al príncipe Daemon Targaryen el nuevo heredero al trono de hierro. Su protector parecía leer las intenciones del hombre, preocupado de que la princesa jamas fuera dañada por nada ni nadie.
- Mi princesa- se acerca el Sir a la joven luego de que el ultimo niño fuera enviado a la cama por las mujeres de la septa que lo cuidaban- es hora de irnos.
- Por supuesto Sir Harry.
Aemma se dirige a la septa que se hacia cargo del lugar y luego de dar unas breves palabras, se coloca su capa cubriendo sus cabellos cobrizos subiendo a la carroza real que la llevaría a su hogar.
Durante todo el camino, la joven observaba las luces del atardecer, tarareando una melodía que no podía olvidar. Al llegar a la fortaleza roja la joven saluda a todos en el camino hasta dirigirse a sus aposentos, donde la esperaban sus doncellas ayudándola a desnudarse y darse el baño como lo hacía siempre luego de sus visitas a la ciudad. Las mujeres ponen leche y rosas a su tina mientras ayudan a que la princesa quede con el agradable olor a esencias.
