"La única cosa que podía destruir la casa del dragón era esta misma.
Aemma Targaryen sabía que solo nació
como un recordatorio a su madre que su padre nunca la amaría.
Es por ello por lo que hizo todo para proteger a su familia, a sus hermanos.
Se c...
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"No me identifico contigo
No
Porque yo nunca me trataría como una mierda
Me hiciste odiar esta ciudad
Y yo no hablo mierda sobre ti en el internet
Nunca le dije nada malo a nadie
Porque eso es vergonzoso
Tu eras todo para mi
Lo único que hiciste fue llenarme de puta tristeza
Así que no me hagas perder el tiempo que no tengo
No trates de hacerme sentir mal"
- Happier tan ever,Billie Eilish.
Aemma luego de que Aegon la ayudara a escapar de aquella horrible escena para solo una niña, fue llevada a su habitación donde su hermana ya yacía a un lado de la cama completamente ajena a todo lo que ella vio y vivió.
La joven acaricia el cabello de su hermana cuando murmura entre sueños esto siempre le permitía dormir mejor y era un ritual entre ambas mellizas, se había puesto su camisón e intentaba leer para descansar, pero las imágenes en su mente se rebobinan una y otra vez.
¿Por qué su madre sufría por aquello mientras su hermana parecía disfrutarlo? No lo entendía para nada, antes de la puerta ser abierta por un agitado Sir Criston Cole con la doncella de su madre llorando tras el.
- ¿Qué pasa Sir?- cuestiona la mayor de las mellizas viendo al hombre dando se cuenta que tenia sangre en sus manos, mientras Haelena despierta algo desorientada.
- Su hermano el príncipe fue atacado.
Aemma rápidamente se coloca su bata y corre fuera de la habitación llegando al salón principal donde su hermano era revisado por un maestre. Cubre su boca cuando ve la sangre salir de su pequeño y llorón hermano quien era cocido por un hombre y este se quejaba despacio a causa del dolor. El salón tiene un ambiente tenso.
- Aemond- susurra la joven caminando hacia el tomando su mano - ¿Estará bien maestre? Mi hermanito, el príncipe ¿estará bien?
Todos en la habitación podían escuchar la desesperación de su voz, tanto que hasta el mismo niño tendió su mano tomando la de su hermana mayor con fuerzas mientras lagrimas no dejaban de caer por sus pálidas mejillas.
