Hermano Mayor

Perro apaleado

"Gané legítimamente" Murmuró John con aire ofendido, Arthur negó ante el descaro del muchacho, acto seguido se dio la media vuelta solo para ver a Tilly que, "inocentemente" estaba sentada detrás de él, sujetando uno de los aburridos libros de Dutch entre sus manos.

El rubio resopló y negó una vez más pero esta vez con una sonrisa. 

"Miss Tilly, la próxima vez que ayudes a John a hacer trampa… asegúrate de sujetar al derecho el libro que pretendes que estás leyendo." Aconsejó, alzando una ceja mientras sus penetrantes ojos azules se clavan en la portada del libro que, efectivamente, está de cabeza. 

La chica se sonrojó y John simplemente miró hacia otro lado, con sus delgadas mejillas sonrojadas.

"Creí haberte enseñado mejor, hijo…" Dutch estaba ahí de pronto, ocupando otro de los asientos de la redonda mesa, recogiendo el mazo de cartas para barajar y repartir. 

"Estas cosas no pasaban antes, hace falta Hosea para que enseñe al chico a hacer trampas con más discreción." Comentó Arthur con aire mordaz. 

"Hey, ¡soy tan bueno como Hosea para enseñar a John a hacer trampa!" Replicó Dutch, ofendido. 

John arrojó el resto de sus cartas en la mesa, se levantó y se alejó del resto hacia el tronco caído de un viejo roble. 

"¿Qué diablos?" Dutch estaba confundido, igual Arthur. 

Bueno, John actuaba como un mapache rabioso la mayor parte del tiempo y casi con todos, excepto Arthur y Hosea, con ellos no sentía la necesidad de estar a la defensiva, pues aún con el propio Dutch, John de vez en cuando tenía algunas diferencias… de vez en cuando era casi todos los días. 

Sin embargo, desde que Hosea se había marchado para "jugar a la casita" (así lo había dicho Dutch) Marston se había vuelto más irritable. 

"Ya se le pasará" aseguró Dutch en ese tono tan propio de él, como si todas las verdades del mundo fueran evidentes sólo para él. 

Arthur asintió, estaba por decir algo más pero optó por cerrar la boca y en su lugar, encender un cigarrillo y marcharse a su tienda. 

Ya en su catre, se debatió si debía hablar con John o simplemente dejarlo en paz hasta que su rabieta pasara. 

Optó por no agobiar a Marston. En su lugar, leería las cartas que Dutch le había entregado esa mañana, luego de ir a recoger el correo. 

Una era de Hosea. Estaba bien, Bessie era todo dulzura y enviaba saludos. Arthur la respondería al acabar la semana, cuando tuviera algo realmente relevante que contar. 

La otra… ¿Dónde diablos estaba su otra carta? Mary le había enviado una carta que, junto a la de Hosea, la había dejado justo encima de su diario para ir a tomar un poco de café y que respondería después de eso, pero justo después de su café, John había sido muy insistente en jugar…

John… 

Esa pequeña mierdecilla seguramente habría robado su carta. No era secreto para nadie que a John no le gustaba en absoluto esa chica con la que Arthur había comenzado a salir. Incluso la única ocasión en que Mary había puesto un pie en el campamento, John no había perdido la oportunidad de hacerla sentir como una visita no grata (a Tilly y a la señora Grimshaw tampoco les gustaba esa chica, pero al menos disimulaban). Marston no. 

Pronto estaba sentado junto a John, en la pequeña fogata, el niño estaba montando guardia (o al menos intentando) alzó la mirada cuando Arthur se sentó a su lado, la fría mirada de Morgan le provocó un escalofrío al menor. 

Pronto, Arthur descubrió toda la evidencia que necesitaba; los restos del papel que habían quedado, ahí, junto a las brasas de la fogata. 

"¿Por qué?" 

Arthur ni siquiera tuvo que decir más para que John supiera de qué hablaba. 

Mierda. John no habría podido dimensionar que Arthur en verdad estaba cabreado con él, o hasta qué punto, pero ese tono de voz… vaya, ni siquiera Dutch le había hablado así cuando el niño tuvo el valor de decirle que sus preciosos libros de Evelyn Miller matarían a cualquiera de aburrimiento más rápido que cualquiera de sus armas. 

"Marston. Hice una pregunta." 

John se encogió como un perro a punto de ser apaleado. De hecho, era justo lo que esperaba, algún castigo físico como los que recibió alguna vez de su padre. 

John intentó hablar, pronunciar al menos una sílaba en su pobre defensa, pero no salió nada de su boca. Intentó de nuevo, tomó aire y se obligó a escupir las palabras. 

"Yo… yo… " Lo meditó un poco. Se recordó a sí mismo que, a pesar de todo, Arthur no era como su padre, no lo dejaría en el piso, medio muerto, y aún si lo intentara, Dutch y Miss Grimshaw no lo permitirían ¿verdad? 

En el mejor de los escenarios, Arthur sólo se burlaría de él y le recordaría el incidente los meses posteriores. 

"No me agrada esa chica. Y no… no quiero que también te vayas como Hosea." 

La ira que reflejaban los ojos azul-verdoso de Arthur pronto se diluyó ante la respuesta. No era ninguna sorpresa que Mary no fuera del agrado de nadie de la banda en particular, pero al menos John tenía una excusa. Aunque John jamás habría metido una rata muerta en el bolso de Bessie como había hecho con Mary. 

Morgan alzó la mano en un intento por atraer a John y abrazarlo, sin embargo, se le revolvió el estómago al ver cómo el niño se agachaba un poco y cerraba sus ojos, esperando el golpe. 

Arthur era muchas cosas. Ninguna de ellas era buena, pero no era del tipo que golpea niños. 

El rubio bajó la mano. Se aclaró la garganta antes de hablar. 

"Si te prometo que no voy a dejarte a ti o a la banda ¿prometes dejar de robar mi correo?"

Definitivamente esa no era la clase de cosa que John esperaba escuchar, dejó de mirar los crepitantes leños de la fogata para ver a Arthur, ya no le hablaba en ese tono tan aterrador, ahora era cálido como siempre. 

"¿Hablas en serio?" Los ojitos grises de Marston brillaban con ilusión. 

"Seguro" Arthur incluso le ofreció una sonrisa. 

John asintió, pero sólo para sellar el trato, lanzó un escupitajo a la palma de su mano, Arthur hizo lo mismo antes de sellar el acuerdo con una especie de saludo secreto. 

"Tampoco yo dejaré a la banda" aseguró John volviendo la mirada al fuego, sonriendo. Claro que no, no pensaba en abandonar el primer sitio que se sentía como un hogar, menos aún, a su hermano mayor.