Cuando seas un hombre

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Permitirse un escondite que fuera algo más que sólo un montón de tierra y árboles alrededor era un lujo y una afortunada coincidencia que no siempre ocurría. 

Pero ahí estaban, Arthur había descubierto una propiedad abandonada donde podían permitirse un techo, y mejor aún, una habitación… o algo así. Dutch, Hosea y Susan tenían una, él y John dormían en la sala, sobre sus catres. De todas formas era mejor que sólo dormir a la intemperie. 

El cumpleaños número trece de John estaba cerca, el chico no cabía en sí de la emoción, cada día estaba más cerca de ser un hombre, o al menos Dutch siempre decía eso. Y ser un hombre significaba que pronto sería como Arthur. 

En cuanto a Arthur, se había convertido en el hermano mayor, no había duda de eso, siempre detrás de John para protegerlo. En las últimas semanas habían estado practicando como robar los bolsillos de los estúpidos citadinos. John casi logra sacar la pipa de Dutch de sus bolsillos. Casi. Pero la risita de Hosea al verlo lo delató. 

La mañana previa al cumpleaños de John, Arthur estaba afuera, cortando algo de leña, había estado ahí desde el alba y el sol era más bien agradable, pero entre acarrear agua y atender a los caballos, el agradable calor se convirtió en algo insoportable, por lo que fue hasta entonces que decidió ir adentro y tomar su sombrero. 

La madera vieja y mohosa crujió bajo sus botas, mientras su mirada recorría la sala ¿dónde estaba su maldito sombrero? Podía jurar haberlo dejado junto a su catre. Y también faltaba algo más… Faltaban las 90 libras que dormían junto a él, pero no lo había visto afuera. 

—No, no he visto tu sombrero, ni a John. 

Fue todo lo que le pudo sacar a Dutch, que subió los pies a la mesa y continuó leyendo. 

—¿John? ¿No está dormido? 

Hosea levantó la vista de la planta que tenía en mano con el ceño levemente fruncido. Tampoco había visto a John.

Ni siquiera le preguntó a Miss Grimshaw, si tampoco lo había visto, seguramente regañaría a Marston. 

Pequeño pedazo de mierda… 

Morgan entró a cada habitación de la vieja casa buscando al mocoso o a su sombrero, asumiendo que, en una travesura, lo habría escondido…. Justo como la ocasión en que Arthur apenas había podido dormir después de 48 horas despierto, gritándole al oído "Aquí vienen los O'Driscoll!"

En la habitación de Hosea, frente a un espejo roto, acomodado sobre una pila de libros encima de una silla, vio el reflejo de John. Sí. La pequeña sabandija tenía su sombrero, pero en lugar de reclamar, Arthur permaneció en el marco de la puerta, espiando al niño. 

"Esto es… esto es un maldito asalto" dijo tratando de imitar la voz de Arthur; llevando la mano a su cinturón donde descansaba una desgastada arma sin balas que Hosea le había dado. El hombre había dicho que cuando al menos supiera sostener una correctamente, entonces podrían hablar sobre enseñarlo a disparar. 

Bueno, el mocoso ciertamente le evocó a Arthur una sensación de ¿orgullo? Estaba creciendo rápido, y saberse su ejemplo a seguir, bueno… no era lo ideal, pero se sentía halagador. 

—Necesito ese sombrero de regreso, Marston. 

El larguirucho muchacho dio un pequeño salto por la sorpresa al verse descubierto, cosa que le sacó al mayor una risita mientras negaba con la cabeza y se adentraba en la habitación de Hosea.

—¡Mierda! Me asustaste… ¿sabes? Pudiste llamar a la maldita puerta…

Arthur ya estaba delante de él, alzando la mano. Marston se encogió por instinto, como un perro esperando recibir una paliza, pero el golpe no llegó. Nunca lo hacía cuando se trataba de Arthur, y sin embargo su subconsciente siempre le jugaba mal. 

El mayor solamente tomó su sombrero y se lo colocó, posteriormente su mano pasó a revolver cariñosamente el pelo de John. 

—Te daré el sombrero. —Los ojos de Marston brillaron. 

—¿De verdad? 

—Seguro… —Arthur asintió y acercó al niño para pasar su brazo por encima de sus hombros. 

—¿Mañana? Porque mañana es mi cumpleaños… 

—No, cuando seas un hombre. 

—¿A los 16? ¿18? 

Arthur negó y soltó una risita.

—Eventualmente lo sabré. Pero te aseguró, será tuyo. 

Para amenizar la espera, a la mañana siguiente Morgan y Marston fueron a dar un paseo al pueblo, donde Arthur le compró un sombrero a su hermano menor. 

Hermano Mayor Onde histórias criam vida. Descubra agora