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El paso de los años en Kingston Landing fue testigo de la transformación de los bebés Targaryen en niños y jinetes de dragón

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El paso de los años en Kingston Landing fue testigo de la transformación de los bebés Targaryen en niños y jinetes de dragón. A medida que crecían, los hermanos Aegon Targaryen y Aemond Targaryen volaban juntos de regreso a Pozo Dragón. En el momento de su llegada, una niña de siete años, con ojos avellana y cabello negro como la noche, vestida de verde claro y azul, esperaba ansiosamente. A su lado se encontraban sus hermanas, la princesa Helaena, un poco mayor que ella, vestida con un rosa pálido y con sus cabellos platinados trenzados como una corona. Helaena cargaba a su hermanita menor, la princesa Daella, de apenas un año, cuyos cabellos platinados se asemejaban a los de su hermana. También se encontraba presente el dragón de Helaena, Dreamyfire en espera de los jóvenes principes

Elara suspiraba con aburrimiento en el carruaje mientras observaba a su hermana mayor, quien parecía ser reservada y un tanto extraña, murmurando cosas incomprensibles mientras trenzaba el cabello de su hermanita menor. A medida que miraba a sus hermanos volar en un dragón tan majestuoso como Sunfyre, Elara sentía una profunda admiración y anhelo por tener su propio dragón. Su hermana Helaena tenía a Dreamyfire, su hermana menor tenía un huevo de dragón propio, y su hermano Aegon poseía un hermoso dragón. Incluso los hijos de su media hermana Rhaenyra tenían la compañía de dragones, mientras que ella se encontraba sin uno.

La envidia y la frustración se agitaban dentro de Elara mientras consideraba su situación. ¿Por qué todos a su alrededor tenían la oportunidad de montar y volar con sus propios dragones, mientras que ella se sentía excluida de esa emocionante experiencia? Suspirando nuevamente, Elara deseaba con todas sus fuerzas tener su propio compañero dragón y poder explorar los cielos junto a su familia.

Sin embargo, a pesar de su anhelo, Elara también sabía que era importante ser paciente y esperar el momento adecuado. Sabía que tener un dragón era una responsabilidad y un privilegio que requería madurez y preparación. Aunque se sentía un tanto desanimada, también estaba decidida a demostrar que era digna de tener su propio dragón cuando llegara el momento.

Mientras el carruaje continuaba su camino, Elara decidió que aprovecharía este tiempo para aprender más sobre los dragones y cómo cuidarlos adecuadamente. Estudiaría y se prepararía para el día en que finalmente tuviera su compañero dragón. Con determinación renovada, Elara decidió que no dejaría que la ausencia de un dragón propio la detuviera, sino que trabajaría arduamente para merecerlo cuando llegara su turno.

El carruaje finalmente llegó a la imponente Fortaleza Roja, donde su madre, Alicent Hightower, los esperaba ansiosamente. Con amor y cariño, recibió a sus hijos de cabellos platinados, abrazándolos y dándoles un beso en la mejilla. A Aegon, Aemond y a sus hermanas, les prodigó atención y muestras de afecto.

Sin embargo, para Elara, la recepción fue diferente. Aunque su madre le ofreció una sonrisa, parecía forzada, y una vez más la ignoró en favor de sus hermanos. Elara sintió un pellizco de tristeza en su corazón al darse cuenta de que, una vez más, parecía ser dejada de lado y no recibir la misma atención y afecto que sus hermanos.

LA ÚLTIMA TORRE:house Of The Dragón AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora