𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 𝐈𝐈𝐈

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La puerta de la casa se abrió poco a poco, dejando ver a un Hao vestido de traje a un lado y a un Hanbin con una camiseta holgada y unos pantalones anchos al otro lado. El pelinegro se hizo a un lado para dejar pasar al contrario con una sonrisa amplia en sus labios. Ya dentro, ambos se dirigieron en silencio hasta la habitación de este y al llegar, cerró la puerta tras de sí. El silencio reinó de nuevo mientras Hao se limitaba a inspeccionar cada rincón de la habitación. Hanbin decidió romper —como siempre— con este.

—Bueno... He estado mirando varios temas para el trabajo y he visto que nadie ha escogido este.- Señaló su pequeña libreta en la que había apuntados y tachados varios temas excepto uno.- "Desarrollo sostenible y asentamientos humanos".

Hao se sentó en una silla continua a Hanbin mientras asentía, quien la había preparado de antes para que pudieran estar cómodos. Tras confirmar el visto bueno para el tema, la tensión se volvió a notar en la pequeña habitación mientras trabajaban buscando la información. El pelinegro era el único que conseguía romper el hielo diciendo cosas como "¿Qué te parece esto?" o preguntándole si necesitaba ayuda, a lo cual el chino siempre se negaba. Sin embargo, el tiempo pasó tan rápido que, para cuando quiso darse cuenta, ya era de noche y sus padres ya habían llegado de trabajar. Se dio cuenta de esto último cuando su padre irrumpió en su cuarto sin llamar con la maqueta de un barco entre sus manos. Si en algo destacaba su padre era en ser un "friki" de hacer maquetas. Siempre que podía, llenaba un tarro con ahorros para comprarlas.

—¡Hijo, mira es-!

Vaya, parece que su madre se había olvidado de avisar a alguien. Ambos chicos dejaron a un lado su concentración en el ordenador para observar al mayor. Hanbin tragó duro para luego indicarle con la cabeza que abandonara la habitación. Por otro lado, Hao miraba impresionado la maqueta que sostenía entre sus manos. Le pareció muy bien hecha pero claro, no quiso decir nada. Para cuando volvieron a estar solos, el pelinegro suspiró.

—Perdona es que... a veces es un poco infantil.

—Está bien.

—Tal vez deberíamos dejarlo aquí -Frotó sus ojos con ambas manos para luego estirarse en su asiento.

Hao asintió y ambos salieron del cuarto para dirigirse a la salita en la que se encontraban sus padres.

—¿Te vas ya? ¡Qué pena! He hecho Kimchi Jjigae. A Hanbin le encanta. Siempre viene como un niño pequeño suplicándome que se lo prepare una y otra vez. Cuando no lo hago, se pilla unas rabietas...

—Mamá, ya.

—¡Sabes que bromeo! Aunque lo del enfado es verdad.

La mujer le guiñó un ojo al chino mientras se reía. Este se imaginó durante unos segundos la situación y pequeñas risas salieron de sus labios, acción que sorprendió al pelinegro, quien empezó a ponerse colorado tras las bromas. Antes de que pudiera acompañarlo a la salida, su hermana apareció.

—¡Wow! ¿Tú también eres un prodigioso como mi hermano?

—Podría decirse que sí -Las risas de Hao ahora pasaron a carcajadas mientras su hermana también se reía. Esta agarró del brazo al castaño para llevarlo frente a un pequeño estante en el que había varias fotos y diplomas.

—Mira, este es Hanbin aprendiendo a montar en bici. ¿Sabes que no pudo hacerlo sin ruedines hasta los 14? Papá dice que no me ría pero hasta yo los dejé antes...-Ahora señaló una foto en la que se encontraban los cuatro miembros de la familia y Hanbin sostenía un diploma con una gran sonrisa en sus labios. Ahora que se daba cuenta, era muy parecida a la de su madre. Aquel diploma se trataba de una matrícula de honor-. Y, aún así, el muy chulo consiguió matrícula de honor. ¿Qué puedo hacer para ser una prodigiosa como vosotros?

—Déjalo ya, tendrá que irse -Hanbin agarró el brazo de su hermana para separarla de Hao. Sin embargo, no se esperaba percatarse de que el mencionado se encontraba riéndose de las historietas de su hermana mientras esta le seguía por lo bajo. Genial, ya tendría con qué molestarlo el resto del curso.

Antes de acompañar al chino a la puerta de su casa, su madre se encargó de darle un abrazo de despedida —lo cual incomodó más a su hijo que al que lo recibía— para luego hacerle prometer que volverían a quedar allí y probaría su maravillosa comida. Este se limitó a asentir mientras mantenía una sonrisa de oreja a oreja en sus labios. Hanbin jamás pensó que vería esa estampa, y menos con su madre de por medio. Cuando se despidió de su padre, vio que Hao le decía algo que no logró escuchar con claridad. Finalmente en la puerta, el pelinegro realizó una leve reverencia antes de comenzar a hablar.

—Lo siento por lo de antes... Ya ves que mi familia no es de lo mejorcito.

—Está bien, nos vemos mañana.

Asintió para luego cerrar la puerta tras de sí y dirigirse a la salita con su familia. Se acercó a su padre, sentándose a su lado en el sofá.

—¿Qué fue lo que te dijo Hao antes? Ya sabes, cuando se estaba despidiendo.

—Ah, él dijo que quería ver más de mis maquetas.

Hanbin miró a su padre sorprendido mientras enarcaba una ceja. ¿Había oído bien? ¿Eso había salido de la boca de Zhang Hao?

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Jeonghyeon colgó su delantal en la percha mientras se despedía de su compañero de trabajo. Aquel día saldría antes de su turno para poder darle una sorpresa a Junghyun, ya que hacían dos años de pareja. Rápidamente llegó al piso que ambos compartían y entró en este, dejando sus cosas en el sofá. Primero, se dirigió hacia su habitación pues quería cambiarse la ropa que usualmente llevaba al trabajo. Sin embargo, la puerta de su cuarto se encontraba entreabierta. Esto le pareció extraño puesto que él siempre la cerraba al salir de casa y sabía que ese día la había cerrado también. Lo que esperaba Jeonghyeon al abrir la puerta era algún tipo de robo, todo tirado por los suelos, cosas desaparecidas... No obstante, ese no fue el caso. Se encontró, ni más ni menos que, a Junghyun magreándose con una chica de probablemente su misma edad en su propia cama. Fue cuestión de segundos que empezara a notar unos puntazos en el corazón mientras sus ojos se tornaban vidriosos. Y el contrario fue consciente de esto al escuchar un sollozo proveniente de la puerta. Ambos se levantaron de la cama recomponiendo su vestimenta pero Jung fue el único que se acercó al moreno.

—Jeonghyeon yo... Puedo explicarlo. Es que pasabas tanto tiempo en el trabajo que yo necesitaba desfogar. Tú me entiendes.

El nombrado comenzó a negar con la cabeza. Cuando su pareja le puso una mano encima, la apartó rápidamente mientras fruncía el ceño. Lo siguiente que recuerda fue empezar una pelea bastante intensa con el contrario que acabó con la expulsión de su pareja (o ahora ex-pareja) y la chica de su casa. Jeonghyeon notó como sus lágrimas salían con más frecuencia que antes mientras se dirigía a sus dormitorio y se tumbaba en su cama. En aquellos instantes, podía hacer de todo menos dormir.

兄弟間 𝐔𝐧𝐢𝐯𝐞𝐫𝐬𝐢𝐭𝐲 // BOYS PLANET AUWhere stories live. Discover now