𝐂𝐀𝐏𝐈́𝐓𝐔𝐋𝐎 𝐈

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—Ponme un Mocca junto a un rollo de canela, por favor.

Al otro lado de la barra, Hanbin mostró una agradable sonrisa de oreja mientras asentía y de sus labios salieron un "¡Por supuesto!". A pesar de estar agotado —pues pasaba dentro de aquella cafetería unas seis horas— no mentía cuando decía que le encantaba. Y es que desde que tenía uso de razón se dedicaba a preparar café junto a sus padres. De hecho, gracias a su madre había aprendido bastantes técnicas que habían hecho que se ganase una buena reputación entre los clientes.

Tras realizar el café ordenado y entregárselo a la clienta junto a su dulce, Hanbin volvió tras la barra para atender al siguiente cliente. Era un chico de su misma edad probablemente. Sin embargo, este vestía prendas y llevaba accesorios de marcas conocidas por sus elevados precios como una chaqueta de Gucci o unos pendientes de Chanel.

— Ponme un Frappé con sacarina y un pastel de terciopelo rojo.

Hanbin se limitó a asentir mientras le indicaba al chico el precio final de su pedido en una pantallita cercana a la caja. No pudo evitar fijarse en cómo sacaba su monedero de un bolso de Louis Vuitton. ¿Acaso este chico cagaba dinero?

Tan concentrado estaba en el accesorio que no se percató de que el contrario ya había pagado y, a su vez, una sonrisa pícara se mostró en sus labios. Obviamente se había dado cuenta.

Hanbin no tardó demasiado en preparar el pedido y lo llevó con sumo cuidado a la mesa del cliente. Sin embargo, sólo habían pasado cinco minutos cuando escuchó como este lo llamaba de nuevo. Se acercó a la mesa con su mejor sonrisa, tampoco podría ocurrir nada malo o eso quería creer.

— A esto le falta más sacarina-. Hanbin notó como el chico de pelo castaño fruncía el ceño mientras señalaba al vaso.

— Lo siento mucho, en se-

Pero antes de que pudiera seguir fue bruscamente cortado por el opuesto.

— ¿Acaso no te pagan lo suficiente como para poder poner bien un poco de sacarina? Debería darte vergüenza... -A pesar de que aquello lo dijo susurrando, Hanbin pudo escucharlo claramente. Absolutamente toda la cafetería los miraba ahora-. Llévate esto y tráeme uno bien hecho.

Otra cosa que tenia que agradecerle a su madre era la buena educación que le había impartido. Le mostró cómo debía ser paciente con los demás incluso en situaciones como esas.

El pelinegro hizo una leve reverencia para luego tomar el café y llevárselo. Se sentía bastante abrumado mientras preparaba de nuevo el café, esta vez con más cuidado. Sin embargo, sus manos temblaban como gelatina y notaba como sus ojos se ponían vidriosos.

Cuando hubo terminado, se acercó de nuevo a la mesa del chico y dejó el vaso en esta. Esperó a que este diera un sorbo y escuchar un "Mucho mejor" de sus labios para retirarse. Necesitaba terminar ya su jornada para liberarse de aquel mal rato.

Por eso, en cuanto el reloj marcó las 22:00, Hanbin giró el cartel de la cafetería que indicaba que esta estaba cerrada y cerró con llave para dirigirse a su hogar. Llegó a su casa en cuestión de minutos y se dio una ducha antes de tomar algo de cena y acostarse.

Por desgracia, al día siguiente comenzaban las clases en la universidad Hyungjegan. Hanbin aún recordaba del día en el que se enteró que le habían concedido la beca para acudir a aquella universidad. Porque sí, si no fuera por sus buenas calificaciones, su familia no se hubiera podido permitir pagar aquellos estudios ni aunque trabajasen durante diez años. Su hermana corría de un lado al otro entusiasmada mientras chillaba cosas como "Mi hermano es un prodigio", lo cual hacía reír a la familia entera. Su madre, por otro lado, le repetía una y mil veces lo orgullosa que estaba de él y como sabía que lo lograría, mientras su padre asentía en señal de aprobación. Sin duda alguna, se sentía el hijo más afortunado.

El pelinegro no se percató de que la luz entraba en su habitación de no ser porque la estruendosa alarma empezó a sonar a su lado. Con cierta motivación, se levantó de la cama y se vistió con el uniforme de la universidad. En la pequeña cocina, se preparó un desayuno que consistió en un café con napolitanas para luego salir con su maleta colgando mientras se despedía de su madre, quien estaba despierta para irse a trabajar.

Su casa no quedaba muy lejos de la universidad, solo tenía que tomar un bus que tardaba unos quince minutos en dejarlo enfrente. Cuando llegó, lo primero que hizo fue buscar a sus dos amigos, Matthew y Jiwoong. Y, para su suerte, estos se encontraban delante de la puerta principal, saludándolo con bastante energía para que pudiera verlos mientras mantenían una de sus manos entrelazadas. Hanbin había perdido la cuenta de cuánto llevaban saliendo aquellos dos, solo se acordaba de cómo Jiwoong le había dado la lata día sí y día también desde que lo había conocido hasta que empezaron a salir. Se acercó a ellos con una sonrisa de oreja a oreja mientras los saludaba de vuelta.

— ¿Qué tal las vacaciones, Hanbin?-preguntó Jiwoong mientras le guiñaba un ojo.

— Espero que sea broma, ya sabes que no he parado de trabajar en la cafetería...

Hanbin suspiró mientras Jiwoong se reía y un pequeño Matthew a su lado le propinaba un golpe en el hombro a su pareja.

— No seas malo... Venga, entremos antes de que se haga tarde.

Si por fuera la universidad ya parecía enorme, por dentro ya era otra cosa. Numerosas lámparas colgaban de los techos, adornándolos; así como taquillas bastante modernas decoraban las paredes.

— Si no fuera por Matthew, creo que ya me hubiera perdido-. Soltó Jiwoong.

Los tres rieron mientras se adentraban a su clase que, por suerte, se encontraba cerca de la entrada principal. Sin embargo, la sonrisa de Hanbin desapareció en un segundo al percatarse de una cara que se le hacía bastante reconocible. Se trataba ni más ni menos que aquel chico "rico" de la cafetería. Aquel que se la había liado por no echarle suficiente sacarina a su café. Y, por desgracia, los asientos estaban todos ocupados a excepción de un par y el que se encontraba con el chico de la cafetería ocupando uno de ellos. El pelinegro no iba a dejar que sus dos amigos se separasen, así que suspiró mientras caminaba hacia el asiento libre junto a este. Y desde ese mismo instante supo que su curso no iba a empezar bien.

兄弟間 𝐔𝐧𝐢𝐯𝐞𝐫𝐬𝐢𝐭𝐲 // BOYS PLANET AUWhere stories live. Discover now