𝑫𝒊́𝒂 𝒅𝒐𝒔: 𝒁𝒆𝒏𝒊𝒏 𝒗𝒓𝒔 𝒍𝒂 𝒆𝒙𝒕𝒓𝒂𝒏𝒋𝒆𝒓𝒂

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Kelly Lisbone

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Kelly Lisbone

Cada día entiendo menos a las personas, ¿por qué todos me miran tan mal si ganamos el enfrentamiento? Se trataba de matar a la maldición no de combatir entre nosotros y no entiendo que hice mal. Tal vez se deba a que, lo que debería durar toda la tarde duró cinco minutos, aún así no es una justificación.

Yo si me tomo las cosas enserio y sigo las reglas, no tal cual, pero lo intento.

El profesor Yaga me aseguro que todo cambiaría, pero nunca mencionó lo difícil que sería ese cambio, uno enorme: el de encajar en la sociedad.

Suspire. Un individuo ocupó el espacio vacío a mi lado en las escaleras en completo silencio y permaneció así, no dijo nada y no había necesidad de decir algo. Después de todo, ni él ni yo hemos cruzado una sola palabra desde la dichosa fiesta, de no ser por el albino probablemente ni siquiera miraría a este individuo.

Ya no tiene caso seguir así, es tonto e infantil.

Recosté mi cabeza en su hombro y cada músculo de su cuerpo se tensó, pude sentirlo, no obstante se quedó quieto, no se movió y casi puedo asegurar que dejo de respirar. Todo en mi estomago se convirtió en un revoltijo, podía escuchar claramente los latidos acelerados de mi corazón por este contacto tan simple.

Tiene un hechizo especial que odio y a la par disfruto como quien lee un libro por primera vez, con esa misma emoción y euforia.

Lentamente escabulló su musculoso brazo por mi espalda rodeando mi anatomía de tal modo que atrajera más mi cuerpo al suyo. Este tipo de contacto me encanta, lo disfruto y lo siento como mi lugar seguro, es un tipo de contacto físico que lo dice todo y al mismo tiempo nada. Es la única persona que me hace sentir esta controversia.

Confío tanto en él y me siento tan cómoda que, a pesar del poco tiempo de conocernos, nos permitimos este contacto sin pensarlo.

Lo extrañé, extrañé tanto su calidez.

A comparación de Satoru, este contacto no quema, no es lujurioso ni peligroso. Es cálido, abrazador, protector y sobre todo, tierno. No se compara con los brazos de hielo de Satoru, este hombre tiene algo distinto que hace que cualquiera caiga a sus pies. Tiene la caballerosidad a su favor y un aura encantadora, no le resta el ego alto ni el orgullo, pero fuera de todo eso, es sacado de un cuento.

Tanto para ser real.

—Solo conseguirás que no me aparte nunca— dijo y su cabeza cayó sobre la mía.

—¿Crees que lo estoy haciendo bien?— murmuré, inconscientemente inicie un juego con mis dedos.

—¿Por qué lo dices?

𝐀𝐧𝐭𝐞𝐬 𝐝𝐞 𝐭𝐢 ‖ 𝑮𝒐𝒋𝒐 𝑺𝒂𝒕𝒐𝒓𝒖, 𝑮𝒆𝒕𝒐 𝑺𝒖𝒈𝒖𝒓𝒖Where stories live. Discover now