Justo en ese momento alguien me toma de la mano y me jala.

Levanto la mirada y me encuentro con Mibsan, una sonrisa aparece en mis labios.

El siempre aparece justo a tiempo para librarme de los problemas.

—vamonos —dice con voz autoritaria —ya es hora de la clase dominical.

No me quedé a esperar lo que papá dijera, salgo corriendo con Mibsan a mi escuela dominical.

Narra Alice:

Tiempo después.

Todo a seguido transcurriendo como si nada, si no fuera porque hace unos meses a mi esposo lo dejaron en la puerta tirado hecho nada, dijera que todo está bien, pero ahora tengo un mal presentimiento, siento que en cualquier momento esa señora va a aparecer para hacerle daño a mi esposo y eso no me deja tranquila.

Voy en el auto, conduciendo lento, me dirijo hacia la mansión, luego de haber llevado a los niños mayores al colegio.

Mi teléfono vibra y espero a llegar al semáforo para ver el mensaje.

Esposo:

Hola mi amor, te escribo para decirte que voy a estar en una reunión muy importante y que no podré usar el teléfono, así que no me aguante las ganas de decirte cuánto te amo, y que solo quiero ir y estar a tu lado, no hace mucho que te deje en casa, pero siento como si fuera una eternidad, TE AMO DEMASIADO 💞💞💞.

Una sonrisa genuina aparece en mis labios al ver ese mensaje.

Llebamos siete años de casados y hasta el día de hoy no se le ha quitado lo romántico.

A mí mente llegan recuerdos de la primera vez que lo ví.

Fue amor a primera vista.

Yo iba caminando por el parque, en medio de un sol radiante que me tenía totalmente agotada, me acerque a una tienda y compré una botella de agua, fui a la banca más cercana y me senté a disfrutar de ella.

Para ese entonces era una joven de 17 años, pero lo recuerdo como si fuera ayer.

Me quedé mirando a la nada, hasta que de pronto un joven muy apuesto se bajó de un auto lujoso.

Mis ojos quedaron vislumbrados y no precisamente por el auto, si no por aquel joven que me quito el aliento.

Recosté mi espalda en la banca, cerré los ojos y me di el gusto de imaginar casarme con alguien así.

Cuando los abrí, ya no había rastro de aquel chico, solo estaba el auto, y dudaba de que estuviera ahí.

Tomo mi botella de agua y le doy un sorbo, volviendo a cerrar mis ojos.

«Definitivamente soñar no cuesta nada».

—disculpa —habla una voz varonil a mi lado —esa es mi agua.

Vaya sorpresa la que me doy al darme cuenta de que era el mismo joven que no hacía mucho había visto salir de aquel auto.

Y si, efectivamente me estaba tomando su agua.

No hallaba en dónde meterme de la vergüenza tan grande que sentía, mis mejillas se pusieron de varios colores.

El por su parte solo sé limitaba a mirarme, mientras disfrutaba verme avergonzada.

—no te preocupes por eso —dice acercándose un poco más —mucho gusto, mi nombre es Fares.

Comenzamos una emana charla, como si nos conociéramos desde siempre.

TE VOY A ENCONTRAR Where stories live. Discover now