Se conocieron en medio de una guerra, él solo quería correr hacia ella cuando sintió el hermoso olor a rosas y pino, ella sintió su mundo detenerse cuando sintió el olor dulce de su sangre.
Pero nada podía ser tan fácil, porque él era el Delta de l...
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Siempre odiaba el momento en que Otto se iba, dejándome sola en esa habitación, pero hoy, después del hermoso paseo que habíamos dado y de las charlas tan profundas que tuvimos, lo estaba odiando más. Ya estamos demasiado cerca de la mansión, y siento una enorme tristeza, él tiene que volver a sus quehaceres y yo solo quiero vagar por horas con él de mi mano, conociéndonos más. ¿Él también sentirá ese pesado vacío cada vez que se va?
-¡Chicos! – la voz alegre de Aitana me saca de mis pensamientos, se encuentra parada fuera de la puerta de la mansión con una sonrisa de oreja a oreja - ¿Cómo estuvo el paseo? – nos pregunta, subiendo y bajando sus cejas, noto como Otto se remueve incómodo a mi lado y cómo sus mejillas se sonrojan levemente, si por mis venas corriera sangre, estoy segura que también estaría sonrojadas.
-Bien – le responde Otto y Aitana borra su expresión y frunce su ceño.
-¿Bien? ¿Solamente bien?
-Cariño – el Alfa aparece a un costado nuestro y se acerca a su mujer, deja una caricia en su vientre y un beso en su cabeza – los estás avergonzando.
-¿Qué sabes tú? – le responde ella acentuando más su ceño fruncido.
-Huelen a vergüenza – le responde obvio y ella nos mira con una enorme sonrisa.
-Bien, no insistiré, por ahora – aclara – Ari, ¿quieres almorzar con nosotros?
-Cariño, ¿recuerdas que ella no ingiere alimentos? – le recuerda el Alfa y la Luna pone sus ojos en blanco.
-Nos puede hacer compañía mientras bebe una copa de sangre, genio – le dice obvia y yo muerdo mi labio inferior para no reír, amo el carácter de Aitana y cómo no tiene miedo a enfrentarse a su Alfa, pero la entiendo, él le tiene una paciencia infinita y el amor que transmite ablandaría el corazón de cualquiera.
-¿Te gustaría acompañarnos Arinka? – me pregunta el Alfa y yo lo miro asombrada, giro levemente mi cabeza para mirar a Otto que me mira con una pequeña sonrisa.
-Claro, sería un honor para mí acompañarlos – le digo, sin perder la oportunidad de estar al menos un ratito más a lado de mi Tua, aprovechando la oportunidad de también conocer más a los allegados de Otto.
-Mamá – un hermoso niño rubio con enormes ojos turquesas aparece – Tengo hambre – lleva su mano a su panza, Aitana le sonríe con amor, mientras Einar se tensa y lo toma en sus brazos, Aitana lo mira con el ceño fruncido.
-Ya vamos a comer cariño – le deja una caricia en su mejilla con dulzura – Ki ella es Arinka – el niño frunce su nariz con disgusto.
-¿Es mala? – pregunta mientras le pide a su madre que lo cargue.
-No lo es.
-Pero huele a los malos que fueron a nuestra otra casa mami – Aitana me mira avergonzada y yo solo quiero encerrarme en el dormitorio nuevamente.
-El olor que sientes es a vampiro – le explica Otto – hay vampiros malos y vampiros buenos, así como también hay lobos malos y lobos buenos. Ella es una vampiresa buena – el niño tuerce su cabecita, estudiándome con sus ojos y asiente con su cabeza.
-Yo soy Kilian – y estira su manito, noto como los músculos de Einar se tensan aún más.
-Un gusto Kilian – estrecho mi mano con la suya y le sonrío, para rápidamente retirarla – Puedo ir a mi habitación si incomodo – le digo al Alfa.
-De eso nada, vamos – Aitana entrelaza su brazo con el mío y me lleva dentro de la casa, yo solo me dejo guiar – Mmm, tendremos que cambiar la distribución de la mesa – dice mirándola, siento como detrás nuestro se paran Otto y Einar, ella enseguida los mira - ¿Vienen todos a almorzar hoy?
-Solo nosotros, Anoki y Aila también.
-¿Está bien si Otto se sienta en la otra punta de la mesa? A su lado Arinka, Aila, Anoki, tú, Kilian y yo – dice señalando cada uno de los asientos.
-Está bien Luna – Einar deja un beso en la cabeza de su mujer y toma a su hijo en brazos, sentándolo en su silla y sentándose él en la suya.
-Vamos – me dice Otto apoyando su enorme mano en mi cintura, enviando mil corrientes a través de mi cuerpo. Él corre mi silla y me ayuda a sentarme para después sentarse en el lugar que Aitana le señaló. Ella nos mira con una enorme sonrisa en su boca, haciendo que Otto se sonroje, yo le sonrío brevemente a Otto para agradecerle.
Aitana se sienta y nos mira a ambos, con una enorme sonrisa, cuando abre la boca para hablar, Einar la interrumpe.
-No – le dice y ella lo mira con un puchero dibujado en sus labios – Si quieres que avancen no los puedes avergonzar, al menos no cuando estén juntos, después de almorzar puedes ir con Arinka a dónde quieras y hacerle las preguntas que desees.
-¿Eso quiere decir que Arinka ya no es más prisionera? – pregunta emocionada, yo me siento ansiosa por su respuesta, la mano de Otto se une a la mía debajo de la mesa, aprieta levemente, pero mis ojos no se despegan del Alfa.
-Quiere decir que puede salir de su habitación cuando desee, pero con tres condiciones, la primera es que siempre va a estar acompañada de guardias, la segunda es que siempre tiene que avisarnos a donde va, y la tercera es que no puede salir de la manada – responde Einar, noto como Aitana se prepara para discutir, pero yo me adelanto a ella.
-Gracias Alfa, es usted muy generoso – le sonrío apenas, sintiéndome más aliviada de poder salir de la habitación cuando quiera, ya me comenzaba a sentir sofocada en esa habitación, saber que puedo salir afuera, dejar que la brisa acaricie mi piel, mirar el infinito cielo, pisar el verde césped, me hace demasiado feliz – Mmm ¿puedo cazar? – pregunto con un poco de vergüenza, pero necesitando hacer esa pregunta, necesito cazar.
-Cumpliendo esas tres normas, puedes hacer lo que desees – yo asiento con mi cabeza, aliviada. Ellos me brindan la sangre necesaria, pero nada como cazar tu propia presa, como beberla directo de ella.
-Buenas – El Beta de la manada llega junto a Aila, él me mira con el ceño fruncido, mientras que Aila con una enorme sonrisa.
-¡Qué bueno que estés aquí! – me dice una alegre Aila, mientras deja un beso en mi mejilla y se sienta a mi lado, yo le sonrío mientras Anoki se sienta en su silla sin dejar de verme.
-Anoki – gruñe Otto a mi lado, Anoki levanta sus dos brazos en son de paz y se gira para mirar a Kilian y sacarle la lengua.