Cuatro

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         Todo mi cuerpo duele, cada minúsculo músculo, siento como si una manada de elefantes hubiera pasado por mi cuerpo

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         Todo mi cuerpo duele, cada minúsculo músculo, siento como si una manada de elefantes hubiera pasado por mi cuerpo. Abro mis ojos con dificultad y pesadumbres, para encontrarme encerrada en un calabozo. Miro a mi alrededor encontrándome prácticamente en una jaula, una de las paredes es de concreto, las otras tres son una reja, extrañada sigo mirando fuera de esa jaula y veo que hay varias parecidas, pero no escucho a nadie a mi alrededor, parece que soy la única encarcelada.

Los sucesos de las horas anteriores comienzan a llegar a mí, la emboscada de los lobos y brujos, la batalla, mi hermano y padre muertos. Maté a mi padre, y aún no sé cómo sentirme al respecto. Sé que era la única forma de terminar con todo esto, pero duele, Maksim Novikov no deja de ser mi padre, a pesar de todos sus malos tratos, de su avaricia, él era mi padre y duele perderlo, más me duele saber que fui yo quien tuvo que matarlo.

Imagino que estoy en la manada White Moon, estoy un poco impresionada de estar en el calabozo, pensé que tendrían alguna consideración conmigo por haberlos ayudado tanto, aunque ciertamente los entiendo, soy una Novikov y nunca se sabe que esperar de esta familia. Yo siempre fui diferente a ellos, pero claramente los lobos no saben eso, tal vez piensan que todo esto fue un plan mío, no lo sé. Suspiro mientras me recuesto lentamente en la pared hasta caer sentada en el frío piso, me estremezco ante la sensación, está aún más frío que mi piel.

Cuando pasan algunas horas la ansiedad comienza a hacer mella en mí, ¿dónde está mi lobo? ¿Estará bien? Recuerdo como el Conde lo había apretado, sé con seguridad que más de un hueso le rompió, necesito verlo, necesito saber que está bien. Recuerdo su lengua en mi mejilla, buscando reconfortarme, la sensación cálida y las mil y una sensaciones que recorrieron todo mi cuerpo, tuve que realmente contenerme para no enterrar mi cara en su cuello y dejar que me consuele. Pero estoy más que segura que su manada no sabe que yo soy su mate, y lo entiendo, debe ser una real vergüenza para él tenerme a mí de mate, somos enemigos naturales y mi padre mató a los antiguos Alfa y Luna, ¿Cómo va a querer estar conmigo?

Lanzo un suspiro cargado de frustración y melancolía, ¿alguna vez lo volveré a ver? ¿Me visitará mientras dure mi cautiverio? ¿Y si viene a rechazarme? ¿Cómo será su lado humano? Aún no lo conozco y me lo he imaginado de mil formas diferentes, necesito conocerlo, necesito saber su nombre, necesito que no me rechace.

-¡Einar ya basta! – escucho un grito, olfateo el aire y sé que se trata de la Luna de la manada y el Alfa, acompañados de algunos lobos más, también siento el olor a la bruja.

-Estás embarazada, no voy a dejar que bajes ahí.

-No tendría que bajar ahí si no la tuvieras encerrada en un calabozo, ¡un calabozo Einar! – Escucho el enojo y la frustración en su voz y sonrío, la humana parece alguien muy noble – Muévete de una vez – siento un gruñido y una puerta abrirse, luego varios pasos acercándose a esta celda.

-Hasta ahí – dice Einar, cuando Aitana se encuentra a unos cuantos metros de mi celda.

-¡Mira que horrible lugar este! Einar exijo ya mismo que la saquen de aquí.

-Aitana ya hablamos de esto – dice el Alfa frustrado – No sabemos sus reales intenciones, no sabemos si podemos confiar en ella.

-¿Qué más necesita que haga esta mujer? Nos ayudó a escapar a Aila y a mí, impidió que masacraran nuestra manada y además es la mate de... de algún lobo de la manada. ¡No nos va a hacer nada!

-No me voy a arriesgar a que te haga algo a ti o a alguno de mis hijos – escucho como Aitana bufa y se acerca aún más a la reja, yo me mantengo sentada en el piso, con la espalda apoyada en la pared.

-Siento mucho que estés aquí – me dice con pesar y yo intento sonreírle, aunque no me encuentro con las fuerzas necesarias para hacerlo.

-Lo entiendo Luna.

-Aitana, dime Aitana o Aiti – me sonríe con compasión – Muchas gracias por ayudarnos a escapar a Aila y a mí y por ayudarnos en esta guerra.

-No hay nada que agradecer, solo intentaba mitigar un poco todo el daño que estaba causando mi familia – suspiro con melancolía, miles de veces había intentado frenar esta absurda guerra, odiaba que la única forma de terminarla había sido matando a los miembros de mi familia.

-Siento que te tengamos aquí encerrada – vuelve a decir mientras mira con rabia al Alfa que solo bufa – Prometo hacer todo lo que esté en mis manos para sacarte de aquí.

-Está bien Aitana, realmente lo entiendo, este encierro es necesario.

-No lo creo así, ¡tú nos ayudaste y nosotros te pagamos así!

-Debes tranquilizarte – se acerca la bruja a ella y apoya una mano en el menudo cuerpo de la Luna – juntas buscaremos la forma de sacarla de aquí – le asegura y Aitana le sonríe.

-Te traje algo de comida, aunque ellos dicen que ustedes no comen comida – me mira con pena – me enteré cuando ya estaba acá.

-Gracias de todas formas Aitana.

-Más tarde intentaré conseguir algo de sangre y te traeré – me dice la bruja.

-No la queremos fuerte Aila – le dice un lobo, que parece ser el Beta, y ella pone sus ojos en blanco.

-No voy a dejar que muera Anoki – dice con obviedad.

-¡Oh Dios! ¡Tienes que beber sangre! Aún no me acostumbro a estas cosas – bufa Aitana - ¿Quieres un poco? – dice ofreciéndome de su muñeca, yo tengo ganas de golpearla por lo estúpido de su acción, ¡está embarazada! El Alfa parece estar de acuerdo conmigo porque gruñe y pone a su mujer detrás de su cuerpo.

-No tocarás a mi mujer – me gruñe, yo aún sigo sin moverme de mi lugar.

-No consumo sangre de humanos – digo y los cuatro presentes me miran impresionados – Hace mucho tiempo solo consumo sangre de animales. De todas formas, gracias por el ofrecimiento Aitana, pero no vuelvas a hacerlo, cuando los vampiros toman sangre de una presa viva entran en un frenesí casi imposible de frenar, muy pocos vampiros pueden controlarlo de forma de dejar a su presa viva, y tú estás embarazada, deberías tener aún más cuidado – Aitana me mira con miedo mientras asiente con su cabeza y murmura un gracias por la lección que acabo de darle.

-¿Sangre de que animal consumes? – me pregunta Aila, desviando mi atención.

-Cualquiera, cuanto más grande el animal mejor – le digo y ella asiente con su cabeza – gracias a ambas.

-No hay que agradecer, ya idearemos algo con Aiti para convencer a estos estúpidos lobos de sacarte de acá, sé que tus intenciones son genuinas, eres un vampiro con alma pura – yo río con ironía.

-No lo soy, maté a mi propio padre.

-Sabes perfectamente porqué lo hiciste, tuviste que decidir, y decidiste su vida sobre la de él, decidiste que todos vivan en armonía antes de la tiranía del Conde. Eres muy valiente por eso, y eso definitivamente habla muy bien de ti – me dice Aila con solemnidad yo solo asiento suavemente con la cabeza sin decir nada.

-Tenemos que irnos, en unos minutos bajará alguien para darte la sangre – dice el Alfa, para después tomar por la cintura a su mujer y guiarla hacia afuera, Aila se queda unos segundos mirándome, para después guiñarme un ojo y salir de allí, dejándome nuevamente en soledad.

Una Vampiresa para el DeltaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora