4. PAGANDO EL PRECIO DEL SILENCIO

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Cada día está mujer está peor, creo que está perdiendo la cordura, como se le ocurre mandarme a secuestrar.

Jum-Jak Xian si me había dicho de que ella era capaz de muchas cosas, ¿Pero de esto?, Me parece increíble, si otra persona lo estuviera viviendo y luego me lo contará a mi, lo tomaría por mentiroso.

Ella siempre me ha tenido odio, por la sencilla razón de que yo ayude a Jum-Jak Xian a casarse con Veranice, según ella, yo arruine el futuro de su hijo, cosa que no es cierta porque el lleva una vida exitosa y gracias a Veranice, el se la pasa sonriendo y ha dejado la cara de amargado que antes se cargaba.

La señora Úrsula se acerca a mi y con sus dedos comienza a acariciar mi mejilla, pero al final termina clavando sus garras.

Alejo mi rostro instintivamente de ella.

—¿Sabe usted que esto es un delito, llamado secuestro? —le pregunto tratando de hacerla entrar en razón.

Ella sonríe complacida.

Para ser la madre del señor Jum, se ve bastante joven y para nadie es un secreto que es hermosa y tiene una figura única, como si nunca hubiera tenido hijos.

Es una pena que sea tan mala, incluso se hubiera podido volver a casar, después de la trágica muerte de su esposo.

Según los resultados forenses el murió envenenado.

—lo sé —responde inclinándose hacia mi, de tal modo que su aliento se mezcla con el mío —pero como soy la señora Xian, puedo hacer lo que quiera, con quién quiera y nadie ni nada, me puede decir algo.

Lamentablemente cuando alguien está en la cima, piensa de esa manera, pero yo sé que alguien más está sobre ella.

—¿Que es lo que quiere? —pregunto tratando de alejarme de ella.

—quiero que me des las claves bancarias de las cuentas de los Xian. —responde borrando la sonrisa de sus labios.

¡Oh no!.

«Debí de haberlo imaginado».

«Pero....».

«¿Cómo se enteró tan rápido?».

Alguien debió contarle y ahora me encuentro en una gran encrucijada.

Eso quiere decir que hay traidores alrededor del jefe.

Pero si ella cree que le voy a dar las claves, está muy equivocada.

—eso jamás —respondo muy seguro de mi mismo.

Uno de sus hombres se acerca y me da tremendo puñetazo haciendo que mi nariz y boca comiencen a sangrar.

El dolor es insoportable y el sabor metálico de la sangre, se mezcla con mi saliva.

Escupo, pero aún así, mi camisa blanca ya está empapada de sangre.

—¿Cómo dijiste? —pregunta ella—no te escuché.

A pesar de lo mal que estoy, vuelvo a levantar mi cabeza y la miro a los ojos sin temor alguno.

La biblia es muy clara cuando dice:

Lucas 12.4
Mas os digo, amigos míos: No temáis a los que matan el cuerpo, y después nada más pueden hacer.

—dije que eso jamás —vuelvo a repetir sin titubear.

Nuevamente me gano otro puñetazo por parte de sus matones.

Pero no me importa, me puede matar si eso es lo que quiere, pero jamás va a lograr que yo traicione a su hijo.

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