20. Sin vendas en los ojos

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Chūya quería terminar con todo eso de una vez. 

No le esperaba una mañana sencilla y necesitaba librarse al menos de un problema antes de ir a la enfermería. La enfermera Yosano le había escrito diciendo que tenía su diagnóstico listo y que si era algo bueno o malo se lo comentaría directamente en la sesión, aunque ningún profesional que logró empatizar contigo te cuenta las buenas noticias con un tono monótono y decaído, así que dudaba mucho que lo que fuera a decirle le gustara.

Como sea, no era lo importante ahora. De eso se encargaría el Chūya del futuro.

Acompañado en la cafetería por un par de chicos más, le dio un rodillazo al que se encontraba más cerca a él. Este alzó la cabeza e hizo un puchero infantil que fue borrado cuando le mostró la advertencia en sus ojos.

Dazai suspiró hastiado y miró a la persona delante suyo, quien tampoco se veía muy encantada de estar ahí, —y no era por presumir, pero al menos él lo disimulaba mejor—.

De encontrarse solos los dos no estarían simulando tanta tranquilidad como lo hacían en ese momento, pero teniendo la mirada de Chūya yendo de uno a otro, esperando que alguno de ellos dijera algo específicamente, dejaba a la deriva cualquier acción o comentario poco venerable que afectara —aún más— la tensión.

Dazai apoyó ambos codos en la mesa e inclinó la cabeza hacia abajo. Tachihara vio aquella acción como si estuviera en un sueño... o una pesadilla.

—Lo siento —dijo Dazai cerrando los ojos. Ahora sí Tachihara pensaba que se había dado de lleno con alguna pared y que ahora estaba alucinando—. Me excedí. No debí reaccionar como lo hice esa vez y prometo que no va a volver a pasar. No quisiera que tuvieras una mala imagen de mí.

Chūya miró a Tachihara, quien se había quedado sin habla.

—No pido que hagas lo mismo, pero tú fuiste directamente a atacarlo —le recordó Chūya y Tachihara primero desvió la mirada. Dazai se irguió y negó.

—Él no debe disculparse. Ya te dije que sea como sea, todo es mi culpa.

—No es necesaria la modestia —interrumpió Tachihara. Apoyó ambas manos en la mesa—, tampoco los rencores. —Inclinó también la cabeza y suspiró con pesar—. Perdón por excederme con mis palabras esa vez.

—No hay problema, dijeras lo que dijeras el que reaccionó mal fui yo —le sonrió suavemente. Para Tachihara esa fue la sonrisa más falsa que vio en su vida, pero se vio forzado a devolverle el gesto. Dazai le extendió la mano—. ¿Sin rencores?

—Sin rencores —dijo aceptando el apretón.

—Me parece bien.

—A mí también.

Chūya no se percató de la presión que hizo Dazai en la otra mano antes de soltarla.

—Chūya, ¿puedo hablar contigo? —preguntó Tachihara y miró de reojo al tercero—. A solas.

Dazai sonrió.

—Entiendo, no se preocupen. De todas formas, tengo que atender unas cosas en el consejo.

—¿Y es que tú sigues en el consejo o algo así? —inquirió Tachihara tratando de sonar lo más tranquilo posible. Dazai asintió.

—Hoy está por verse qué va a pasar, espero que ese video no siga afectando demasiado mi puesto. De todas maneras, también están ocupados tratando de descubrir quién lo filtró así que puedo contar con suerte —contó con tranquilidad y posó su mano en el hombro de Chūya. Este colocó su mano encima y aquel intercambio de miraditas que le siguió hizo que Tachihara quisiera desaparecer—. Te veo más tarde.

Negando Al Destino ||Soukoku/Shin Soukoku||Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt