19. Todo estará bien

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Las pesadillas nunca fueron constantes en su vida.

Si él hacía memoria, pocas veces había soñado algo. De hecho, le resultaba complicado a su cabeza construir imágenes cuando se dormía por tener el sueño ligero. Sin embargo, esa noche fue diferente.

Dazai ni siquiera vio una secuencia clara. Fue un puñado de varios escenarios con elementos grotescos: sangre, cuerpos, armas y rostros específicos que se mostraron como si fueran una advertencia. Cuando despertó, supo que podría definirlo como la consciencia de algún criminal que se metió en cosas que no debió.

Luego cayó en cuenta que pensaba en sí mismo y que esa era su situación. 

Había utilizado armas en el pasado, nunca con el fin de matar. Desde muy pequeño había aprendido a manejarlas aunque nunca las utilizó verdaderamente hasta que se mudó por primera vez. La utilidad que les daba era para incapacitar al enemigo apuntando a zonas poco mortales, y cuando era momento de matar solía relegar su trabajo a otros hombres porque no le gustaba ensuciarse las manos. Si Mori se había enterado de esto no lo sabía, nunca le dijo nada.

Hubiera seguido así, pero entonces llegó un día que fue diferente. La primera vez que tuvo que hacerse cargo de alguien cometió un error y terminó por apretar el gatillo cuando apuntaba al blanco incorrecto, y esa muerte sirvió para poner a toda la Mafia Rusa en contra de la Mafia Portuaria.

Ese error le sirvió para su regreso a Yokohama.

Ese error le sirvió para poder reencontrarse con Chūya.

Ese error ahora lo tenía más arruinado que nunca.

El cielo nublado y el departamento solitario ese sábado alimentaban su decaímiento y ahora solo estaba quieto en la cama, sin hacer nada, cuando en condiciones normales debería haber estado preparándose para su cita.

"Normales..." 

En una vida normal no hubiera conocido a la persona que llegó a alegrarle los días de miseria. 

Esa misma persona que ahora no le quería ver la cara.

Va, ya sabía que tenía una mente autodestructiva. 

La puerta principal fue tocada y él primero suspiró cansado y se rehusó a abrir. No esperaba visitas y tampoco tenía el ánimo suficiente para atender a alguien.

Un mensaje llegó a su celular y él lo revisó distraídamente.

Atsushi (03:15 p.m.)

Estoy en la puerta.

Se sentó en la cama, sorprendido. Después de haber estado toda la tarde pasada queriendo comunicarse no había conseguido nada de nadie.

Se levantó de la cama y salió de su cuarto para atender la puerta. Atsushi tenía una mochila en el hombro y tenía claras señales de no haber dormido muy bien.

—Para la siguiente no me quedaré viendo películas hasta las tres de la mañana —comentó y luego alzó la mirada hacia Dazai, exhalando con pesadez—. ¿Puedo pasar?

Primero se cercioró de que no hubiera ninguna otra persona en el pasillo y luego asintió. Atsushi entró y dejó su mochila al lado del sillón de una plaza antes de sentarse.

—¿Y por qué hasta tan tarde? —indagó. 

—Akutagawa lo sugirió a las once cuando ninguno tenía sueño. Kyouka primero puso una de Disney, luego yo puse una comedia romántica para reírnos un rato y el idiota terminó con una de terror.

—Y apuesto a que te quedaste despierto por temer a que algo apareciera debajo de tu cama.

—¿Me cree de cinco años?

Negando Al Destino ||Soukoku/Shin Soukoku||Where stories live. Discover now