2. Olvídalo y empecemos de nuevo

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Relajó su respiración, o al menos eso trataba, después de todo, aún tenía una mano en toda la maldita boca. La persona a su detrás comenzó a aflojar el agarre de sus muñecas hasta casi soltarlas por completo, y Chuuya seguía tan anonadado que no reaccionaba siquiera para girarse de una vez y darle una bofetada.

Sintió el suspiro de su captor rozar en su nuca.

-Mira allá -indicó, y aunque Chuuya no podía verlo directamente, sabía que se refería a fuera del callejón.

Y como no podía hacer otra cosa, solo obedeció y esperó tan solo un par de segundos para luego escuchar unas voces.

-Estaba seguro que vi un omega por acá -dijo un hombre de unos cuarenta y tanto, pasando en frente de ellos cuando su captor lo obligó a retroceder hasta que pudiera esconderse detrás de un par de cajas apiladas.

-De seguro alucinas, hombre, está calle está más vacía que mi sala -secundó otro.

-¡Debiste verlo! era pequeño y olía muy bien, además que tenía ropa escolar. No entiendo cómo ya no puedo sentir sus feromonas.

-De todas formas, es extraño que un omega vaya solo por aquí -comentó, comenzando a mirar en sus alrededores y volviendo por donde vino -. ¡Ya vámonos, de seguro ni siquiera cargaba con un peso encima!

-¡Pero para admirar era toda una joya!

Las pisadas de ambos hombres se alejaron poco a poco hasta que ya no logró escuchar nada, fue en ese instante que la persona detrás suyo volvió a hablar.

-Todo por usar el celular.

Chūya sintió como el agarre en su boca se hacía más débil, y sabía que su captor lo había hecho apropósito sabiendo lo que haría a continuación. El pelirrojo reunió toda su fuerza y tiró su cuerpo hacia adelante para lograr liberarse finalmente.

Sus mejillas estaban rojas y seguramente estarían marcadas por los dedos de su agresor, además que al haber retenido el aire por tanto tiempo, se le hizo inevitable comenzar a toser repetidas veces, cubriéndose con su propia mano la boca tratando de callarse a sí mismo.

-Oh... ¿Te apreté muy fuerte? -cuando el pelirrojo se giró rápidamente para encararlo, el más alto alzó las manos como si tuviera un arma apuntandole -. Wow pareces un tomatito, creo que definitivamente te apreté muy fuerte.

¿Qué se supone que debería hacer? ¿Agradecerle? ¿Enojarse? ¿Golpearle? ¿Salir corriendo? Eran muchas cosas las que serían adecuadas hacer en ese momento que no podía elegir cual era una prioridad. No sabía ni siquiera qué se supone que debía pensar luego de haber estado queriendo no verlo todo el día, y encontrándoselo ahora, salvandolo de un robo seguro -o quizá algo peor- y con una sonrisa altiva en el rostro esperando alguna palabra de su parte. Pero no podía hablar, estaba congelado.

-¿Me tienes miedo, Chūya?

Tampoco él mismo podría responder eso con seguridad. Tenía muchos sentimientos revueltos en una mezcolanza tormentosa, y estaba seguro que alguno de esos era miedo ¿Pero miedo a qué exactamente? ¿A la persona en sí? ¿A lo que derivaría después de eso? Ya no lograba que ningún pensamiento en su mente conectara.

Su cabello castaño se movió con el poco viento que llegaba al callejón, y sus ojos cafés se quedaron fijos en su persona. Las emociones que estaba teniendo el pelirrojo eran tan abrumadoras que hizo lo que cualquiera, en un momento de presión intensa como aquel, hubiera hecho.

Agarró el coraje que hace unos se minutos había perdido, cerró los puños y avanzó hacia él sin titubear, dándole una patada en el estómago.

Negando Al Destino ||Soukoku/Shin Soukoku||Onde as histórias ganham vida. Descobre agora