Peleando Sola

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-¿Qué soledad es más solitaria que la desconfianza?- 

                                                                                                                                           T.S. Eliot.

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Ya había pasado un año desde aquella ceremonia donde los poderes de las hadas eran revelados y la vida de Carlin estuviera envuelta en muchos cambios. La comunidad seguía siendo un poco hostil con ella, pero le animaba que las cartas de Altalune iban y venían constantemente. Carlin ya había dispuesto incluso un lugar para poder guardarlas, se trataba de un pequeño cofre de madera con algunos tallados con motivo de alas y flores azules pintadas cuidadosamente, representando a su querida amiga Aireni.

Aunque en general el ambiente no hubiese cambiado del todo, Carlin intentaba con todas sus fuerzas ignorar aquellos malos tratos y actuar con amabilidad, esto no parecía alegrar mucho a los que con alevosía dirigían estos tratos hostiles, quedando pasmados o incluso enfadados de la actitud optimista que tomaba la pequeña hada de cabellos rojizos-

Como en aquella ocasión donde mientras iba de visita al puerto a llevar alimentos a su madre habían hecho que tropezara en el muelle y callera a las aguas del Mar, que por fortuna se encontraba apacible. Las hadas rieron al ver zambullida a la pequeña pelirroja, sin embargo ella simplemente emergió de las aguas y con un suspiro emprendió el nado a la orilla, al llegar se sacudió lo más posible intentando quitar toda el agua posible, especialmente de sus alas, su larga cabellera estaba completamente empapada haciendo que pesara muchísimo, pero antes de que soltara un sonoro suspiro de frustración, se percató que las hadas culpables de su caída a las aguas se aproximaban; así que simplemente dio un giro con su cabeza, provocando que el agua contenida en su cabello salpicara a los demás.

-que refrescante ¿verdad? - dijo con una sonrisa- el día es muy caluroso, apenas así se me quito el calor, muchas gracias.

El grupo de hadas frente a ella, al mismo tiempo fruncieron el ceño de la frustración que sentían al no tener la reacción esperada. Carlin había sido el blanco de múltiples grupos de hadas que se creían con el derecho de molestarla por ser de una u otra forma excluida por el estigma de las hadas de fuego. Lo que antes era miedo para algunas se transformó en una oportunidad de ejercer violencia, ya que Carlin se veía imposibilitada a defenderse con magia.

Tanto era ese trato que llevaron a la pelirroja a encontrar cosas más sencillas con las que defenderse, como el uso de su sonrisa fingida, sus respuestas sarcásticas o incluso irónicas, ya no quería que cada día el llanto la acompañara de camino a casa, intentando disimularlo a pocos pasos de abrir la puerta para que familia no se enterara de que la pasaba mal.

Conocía la historia de las hadas de fuego, lo que fueron, lo que hicieron, por qué ese miedo inherente en la comunidad, pero ella nunca había sido una persona que buscara poder, o control, que tomara actitudes nocivas como algunas hadas que conocía ¿por qué su mera existencia era un peligro? ¿no contaba cómo era ella como persona?

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Como Carlin no podía simplemente vivir en Blodwing sin ser parte de alguna actividad productiva se le designaba diferentes tareas pequeñas en las cuales la magia no tuviera ninguna injerencia, su actividad favorita era hornear, tal vez era muy irónico, pero el calor que le proporcionaba estar cerca del horno y poder olor los aromas que se despedían de dentro de el cuándo la masa empezaba a esponjar, la hacía sentirse feliz y reconfortada.

Esta sensación hacia que Carlin se cuestionara tanto la razón del estigma al fuego, una noche decidió externar esta duda con su madre.

- Mamá... no lo entiendo... ¿por qué la gente le teme tanto al fuego? – pregunto con unos ojos llenos de genuina curiosidad.

- El fuego es peligroso Carlin, consume bosques, crea heridas de gravedad, puede desfigurar hasta un rostro, es implacable, poderoso, no es algo con lo que se pueda jugar- sentencio Dariyah de una forma casi sombría.

- Pero... yo creo que no en todos los casos es así, el fuego que utilizo para hornear es apacible, a veces creo que está feliz, se siente cálido, amable. El fuego de una fogata cuando hace frio en las noches, es divertido, con ese chipoteo que hace que parece bailar, un fuego alegre, el fuego que nos ayuda ver en la oscuridad- decía la pequeña con ilusión- incluso el fuego que consume bosques es de alguna manera necesario... ayuda a crear nueva vida, un tiempo de renovación.

Las palabras de su hija movieron mucho a Dariyah, le preocupaba, Carlin definitivamente no debía de compartir estas ideas con los demás sonaría peligroso y desafiante.

- Carlin... sé que las cosas no han sido fáciles, tu abuela y yo nos damos cuenta que no la estás pasando bien... pero decidimos respetar tu manera de afrontar las cosas, dándote una sonrisa a tu regreso a casa, no soy la mejor madre, estoy consciente de ello, pero las palabras que me acabas de expresar, fuera de casa pueden sonar a un desafío a las normas de nuestro pueblo, estaré aquí para escucharte y tu abuela también, pero por favor nunca digas esto en voz alta- dijo con genuina preocupación.

"ella sabía lo que pasaba" fue el primer pensamiento que tuvo Carlin, al escuchar a su madre, todo este tiempo lo supo, sus intentos de ocultar la situación habían sido en vano... no sentía enojo, sentía frustración y más al escuchar que su percepción no sería bien recibida, su madre también tenía este estigma por ella.

Carlin se levantó rápidamente de la mesa, donde estaba compartiendo el pan recién horneado con su madre, era aún un hada muy joven, su comportamiento antes infantil había estado menguando hacía un tiempo por las circunstancias, así que la respuesta que dio Carlin dándole la espalda a su madre, con la fiel disposición de irse después impresiono a Dariyah.

- El agua también destruye... se "come" a las personas, destruye pueblos, cuando escasea mata a muchos, la tierra es traicionera, puede fracturarse, el poder del viento también puede destruir bosques... todo tiene algo bueno y algo malo, y no entiendo porque solo lo que soy yo podría dañar a este pueblo...

Antes de que Dariyah pudiera responder algo, Carlin se dispuso a irse, al ver la espalda de su pequeña hija alejándose, Dariyah se estremeció, esa no era la Carlin que conocía.

CarlinOn viuen les histories. Descobreix ara