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Mucho tiempo antes de que Alejandra pudiera hacerles saber a sus hermanas lo mucho que deseaba a Jocelyn, ellas se dieron cuenta antes y más rápido. Pues su hermana era realmente torpe en esas cosas.

-Aww, ¡Ternurita!- Paulina cubrió con sarcasmo su boca, como sí fingiera estar sorprendida cuando Ale dijo a quién le había puesto ojos.

-Eres pésima Ale, nos dimos cuenta desde que pasó y te le quedaste viendo cómo idiota a su escote- Dijo su hermana mayor mientras abría la canilla y comenzaba a lavarse la manos. Se encontraban chismeando en el baño.

Ale tan solo se resignaba a decir si quiera una palabra. Sus hermanas siempre se burlaban de ella y la hacían sentir que no podía tener su atención por al menos unos segundos, cosa que a su ego no le gustaba para nada escuchar.

-Ya sé- Dany terminó, se secó las manos con un pedazo de papel y le propuso algo a la menor.

-¿Apostamos?- esbozó una sonrisa divertida mientras paulina asentía igual de entusiasmada.

Aunque ale no estaba de la misma manera. Cualquier apuesta que hicieran le aseguraba una derrota. Sin embargo, no lo demostró y también asintió. Tenía intriga de lo que podían decir.

Paulina y Daniela comenzaron a susurrarse cosas en el odio, buscando aquel "reto" perfecto que le haría perder mucho dinero y dignidad a su preciada hermana.

-¿Te gusta, no?- miraron con total atención todo aquel movimento que pudiera hacer, pero Alejandra se mantenía arrogante.

-Algo así- respondió firme. Las dos se echaron a reír y le dijieron -Bien, entonces te proponemos algo. Si te gusta tanto, haz que termine contigo- Daniela se cruzó de brazos, alzando con atrevimiento una ceja mientras mantenía el rostro en alto y se apoyaba sobre el lavabo.

Adivinar quién de las tres era más orgullosa era prácticamente imposible.

Fue por eso que Alejandra aceptó. No sin antes...

-¡Estás loca?! ¡Me odia!- se quejó Alejandra mientras hacía un pequeño bulto con su lengua entre su mejilla. No le había agradado nada lo que habían dicho.

-Ay por favor, mírate- Dany tomó con burla su mano para tratar de darle una vuelta, pero solo recibió un manotazo.

-Eres Alejandra Villareal. ¿Qué no todos te aman?- se echaron a reír mientras su hermana seguía apoyada sobre la puerta de uno de lo cubículos.

Su egocentrismo no le permitió negarse. Así que aceptó, y después de un tiempo le terminó agradando la idea. Cada vez se acercaba más a su objetivo.

La forma en la que siempre la ignoraba y aborrecía era fascinante. Le encantaba, y cuando tenía un poco de su atención la volvía completamente loca. Quería que fuera para ella y nadie más.

Jocelyn era suya.

. . .

Después de que Alejandra hubiera sido abofeteada e insultada por aquella chica, caminó hasta su casillero, sacó sus libros y se devolvió a su clase. Había salido tan solo para molestarla. Se había perdido su clase y sí no asistía a la siguiente tendría serios problemas.

Por otro lado: la chica se fué furiosa de ahí, sentía repulsión por esa tal Alejandra. Pero de alguna u otra manera debía de aceptar que olía muy bien.

Su perfume era uno con el que jamás se había topado. El aroma parecía ser varonil, pero también era agradable y dulce. Sentía un poco de rechazo hacia si misma cuando pensaba en lo cálido y fuerte que fue su abrazo.

Podía sentir sus brazos y como estos se flexionaban. Talvez sonaría raro, pero comenzó a sonrojarse en cuanto se dió cuenta que era mucho más fuerte que ella y que no podría escapar a ninguna parte mientras ella la sujetara.

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