Un encuentro algo golpeado

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-Papá ¿Podemos ir al parque? Quiero estrenar el balón que me dio el abuelo Joe.
-En un momento hijo.

He aquí padre e hijo, quienes lo vieran pensarían que son hermanos por una parte porque son como dos gotas de agua y la otra porque el joven padre tenía cierta esencia de niño. Ambos emprendieron camino hacia el parque el cual no quedaba tan lejos de donde vivían. Podrían no tener los mejores lujos, ni un apartamento del tamaño de una cancha de béisbol, pero tenían amor, ese calor de hogar que luego de unas vacaciones fuera de casa te hace anhelar estar en tu hogar, el pequeño se sentía con suerte, su papá se desvivía por el no importaba que tan ocupado en el trabajo estuviera asistía a todos los eventos de la escuela, cocinaba para él cada noche, lo ayudaba con sus tareas y cada noche sin falta le decía que lo quería.

Aunque había una cosa que el pequeño Thomas anhelaba más que cualquier otra cosa y eso era una mamá, quería conocer como era ese amor, saber cómo era refugiarse en los brazos de alguien, como es que te den esa mirada de amor cuando llegas del colegio, que lo cuidara como solo una madre sabe cuándo su pequeño se enferma. Con la mente llena de pensamientos revueltos llegaron al parque.

-Thomas no quiero que tires el balón muy lejos sí.
-okay papá
-y otra cosa hijo.
-dime.
-te voy a ganar
-eso jamás.

Narra Caitlin

Este día era un completo desastre, bueno no en su totalidad, pero pareciera que justo hoy las cosas no saldrían como de costumbre, las pruebas de laboratorio tenían que estar listas ayer y sigo intentando calibrar la fórmula para que no me explote en la cara nuevamente. Mi asistente la cual también era mi mejor amiga pensó que lo mejor sería salir a despejarme. Al parecer se equivocó desde que salí del laboratorio la gente no ha hecho más que empujarme y gritarme. Veo un parque y me dirijo a él, quizás así pueda relajarme un poco.

Se ve un lugar agradable, no había tantas personas y las que estaban en los alrededores permanecían dentro de su mundo paseando a sus mascotas, caminando de la mano.

Narrador omnisciente

Caitlin solo suspiro ante este último pensamiento, hace tiempo que no tenía una pareja y anhelaba la idea de tener con quien compartir el resto de su vida; formar una familia, tener a quien hablarle de su día en el laboratorio entre muchas otras cosas. La castaña estaba tan sumergida en sus pensamientos que no vio el balón que se dirigía a ella con gran velocidad y fuerza. Cuando sintió el golpe ya era muy tarde, a lo lejos escuché una voz que me hablaba, pero no entendía con claridad que me estaba diciendo.

-Señorita ¿se encuentra bien? ¿La llevo al hospital?
- ¿Papá está bien?
-Estoy bien no se preocupen, solo... me duele un poco nada más,
- ¿Segura? Fue un golpe fuerte, me disculpo, con mi hijo estábamos jugando un partido y nos emocionamos un poco.

Nuestra castaña con todo y el dolor no se había percatado de las personas que la estaban socorriendo, alzo su vista y vio los ojos azules más lindos y expresivos que haya visto nunca junto con una sonrisa que la dejaron sin palabras. Cuando ambos juntaron su mirada fue como si todo desapareciera, como si se hubieran vuelto a reencontrar luego de mucho tiempo. La castaña no quería desviar su vista de los de él, pero algo dentro suyo o también el dolor del ojo la hicieron desviar la mirada lo que la llevo a posarse en un pequeño de no más de 6 años escondido detrás de la pierna de su padre, quien tenía pequeñas lagrimas corriendo por sus mejillas esto preocupó a la castaña.

-Tesoro ¿Estás bien, te hiciste daño? -el pequeño solo negó- Te asustaste ¿verdad?
-Si- respondió hipando.
-Ya pasó, yo estoy bien no pasó nada, no quiero que llores ven aquí- la castaña estiro su mano y tomo la del pequeño, lo tomo en brazos y lo dejo en su regazo.
-Fue un accidente, eso pasa de vez en cuando, sé que no lo hicieron con intención, ahora no más lagrimas ¿okay? que si no me pondré triste y tu padre no me dejará comprarte un helado porque dirá que te hice llorar.
- ¿Helado?
-Sí, y de tres esferas- el niño solo la podía mirar con los ojos iluminados, la castaña feliz de haber logrado que el pequeño sonriera y se dejara de preocupar por el accidente alzo la vista y vio a aquel hombre quien al parecer seria el dueño de sus pensamientos ahora y por el resto de la semana- ¿Te molesta si vamos a comer el helado? Digo no solo el pequeño y yo, tú también.
-No tienes que hacerlo, al contrario, nosotros te tendríamos que invitar a ti por el golpe y eso.
-Estoy bien ya te lo dije, vamos así olvidamos este momento medio amargo y lo cambiamos por uno más alegre.
-Okay me convenciste, me llamo Barry por cierto y él es Thomas.
-Caitlin.
-Okay vamos a por ese helado.

La castaña bajo al pequeño de sus brazos, pero no soltó su mano, los tres fueron a una heladería cercana y cuando por fin los atendieron el pequeño no alcanzaba a ver los sabores que habían, la castaña vio esto y lo alzó en brazos.

- ¿De cuáles quieres tesoro?
-Quiero de frutilla, chocolate y galletas.
-Ne leíste la mente, esos son mis sabores favoritos.
- ¿Papá y tú?
-yo quiero de chocolate, piña y fruta explosiva acida.
- ¿Fruta qué?
-Bo me juzgues, es rico y un sabor de helado poco apreciado.
-eso no merece llamarse sabor de helado.
-No pelearé con usted señorita, ¿al menos lo has probado?
-No, no lo he probado, pero me mantengo alejada de cosas raras y sobre todo si esas cosas son comida.
- ¿le temes a lo desconocido?
-No- afirmó.
- ¿Y por qué no lo pruebas?
-Dije que no le temo a lo desconocido no que probaría tal atrocidad de sabor. Si le temiera a lo desconocido no habría propuesto venir a tomar helado ¿o sí?
-tienes un punto, ven vamos a la mesa.

Barry acercó la silla para Thomas y lo sentó ahí, la castaña reía de las cosas que decía el pequeño, mientras mantenía una rara pero divertida discusión con el padre sobre cuál era el mejor sabor de helado, de vez en cuando la castaña se encargaba de limpiar las mejillas llenas de helado del pequeño y cuando lo dejaba limpiecito besaba su mejilla con cariño, quienes los vieran pensarían que eran una familia disfrutando de una salida familiar, nadie pensaría que aquellas personas se conocían de apenas unas horas. Cuando llegó el amargo momento de irse ambos a sus respectivos hogares no sabían cómo despedirse solo lograban hacer gestos nerviosos y darse pequeñas miradas fugaces.

-Creo que es hora de que me valla- dijo Caitlin.
-Me alegro de haberte conocido- respondió Barry
-Pienso lo mismo, ¿Los volveré a ver?
-Es nuestro parque, venimos casi todos los días por aquí.
-Lo tendré presente, ¿intercambiamos números? - preguntó esperanzada Caitlin
-Me parece, ten mi celular, dame el tuyo.

Ambos intercambiaron celulares y con una sonrisa anotaron su número en el celular del otro, cuando estaban listos los devolvieron y al mismo tiempo dijeron sus nombres.

-Barry
-Cailtin- Ambos rieron nerviosos.
-Lo veré pronto señor Allen- dijo Caitlin luego de ver el nombre de él en su teléfono.
-Lo mismo digo señorita Snow.
-Y tu pequeño, también espero verte de nuevo.
-Adiós Cait-alzo sus bracitos para poder despedirse con un abrazo, la castaña lo alzo y besó repetidamente su pequeña mejilla.
-Te portas bien ¿okay? Contaré los días para volverte a ver tesoro.
-Me portare bien y a la próxima y quizás vengas a comer a casa, papá cocina muy rico.
-Lo tendré que comprobar- dijo ruborizada- ¿te gustan las galletas?
-Si- contestó sonriendo
-Entonces haré una gran cantidad solo para ti.
- ¿Para papá no?
-Lo pensaré, pero por el momento tu eres mi favorito, Adiós pequeño- besó por última vez su mejilla, lo bajó de sus brazos, cruzo su mirada con esos ojos azules. En un acto de valentía se acercó y beso la mejilla de Barry tardándose un poco más de lo que debía- Me pondré muy triste si no recibo una llamada de su parte señor Allen- dijo extremadamente sonrojada.
-A primera hora de mañana le hablo señorita Snow. No, eso no es verdad o sea si te llamaré, pero no tan temprano- respondió nervioso y coqueto a la vez.
-Eso espero, nos vemos Barry.

La castaña se dio la vuelta y emprendió camino a su laboratorio, al parecer tenía que darle un enorme regalo a su mejor amiga por haberle insistido para salir a despejarse, aunque no conocía como se darían las cosas, pero de algo estaba segura quería que ese par formara parte de su futuro.

One-shots snowbarryWhere stories live. Discover now