Última mentira

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Se bajó en el paradero y emprendió rumbo a su casa, la imagen de la chica junto a la ventana le daba vueltas en la cabeza. Se dió cuenta de que durante la distracción que predomimaba en su mente, había confundido los paraderos y se bajó antes de tiempo. De todas formas su casa no quedaba tanto más lejos, tenía la opción de esperar al siguiente bus o caminar. Considerando que el bus acaba de detenerse en la parada, el siguiente seguramente se iba a demorar en llegar por lo que caminar parecía más sensato. Camino a su casa, otra oportunidad se le presentó a Eshol continuar con sus condenables tareas, aunque esta vez aparentaba ser una situación de mayor riesgo y mayor recompenza. No se trataba de un miembro muy cercano a su barrio y aún le quedaba espacio en su mochila, no sabía cuanto vale un gnomo así que eso no podía garantizarle que le daría para almorzar. Una van blanca se encontraba con la ventana completamente abierta, no había nadie en los alrededores, ahí dentro podría haber todo tipo de cosas, relojes, billeteras, incluso celulares. A Eshol no le gustaba liberar bienes significativos para sus dueños, por eso se limitaba a robar jardines en donde las cosas están a plena vista, bienes no tan importantes, en su mayoría solo simples decoraciones. Eshol lo prefería así no solo por empatía o porque fuera más fácil, sino también por el peso del crimen en cuestión. Un gnomo no es lo mismo que un diamante. Es mejor robar muchos bienes pequeños a gente diferente que robar una enorme posesión a una sola persona. Aún así quería ver si encontraba algo no tan valioso dentro del vehículo. Dejó el girasol en el suelo y trató de abrir la puerta desde dentro. Estaba cerrada, pero eso no era un problema, en su lugar, se introdujo a sí mismo por la ventana, dejando su torso completo dentro del vehículo y sus piernas afuera. Mientras manoseaba las cosas de la guantera, los asientos y los espacios entre medio de estos se percató de que había una persona acostada en la zona de carga. Para su desgracia ya era demasiado tarde como para retirarse en silencio. El sujeto ya se había despertado para ese entonces. Era un hombre barrigón de pelo corto, estaba tanto horrorizado como furioso.
-¿¡Que carajos crees que estas haciendo!?
Por primera vez en su vida, Eshol tuvo que responder por sus acciones. Ya no tenía esa icónca franqueza dentro de sí. No es equivalente robar cara a cara a cuando el robo es desincronizado.
-Yo ehh...
Eshol salió de la ventana hiperventilado, pensó en que debía correr, hizo un juicio rápido y llegó a la conclusión de que el hombre no podría alcanzarlo dada condición física. ¿Y si llama a la policía? ¿Si vuelvo a toparme con él? El sujeto de la van se bajó por la puerta trasera con la intención de interrogarlo. Eshol descartó la idea de huir y miró desesperado a su alrededor, para su suerte (o desgracia diría yo) se encontró con un fragmento de vidrio tirado en el suelo, se puso de rodillas dándole la espalda al hombre y antes de que él pudiese verlo se enterró violentamente el pedazo de vidrio en el estómago, provocandose así, una profunda herida.
-Señor, tiene que ayudarme, me acaban de apuñalar, creo que me estoy desangran - Tosió fuertemente - tengo anemia - agregó Eshol con gran dificultad.
Estaría de más recalcar que él no tiene anemia, aunque eso no borra el hecho de la gravedad de su autolesion autolesión. Su excusa fue que necesitaba urgentemente primeros auxilios y esperaba encontrarlos dentro de la van. Sangrando en el suelo, Eshol vió el pedazo de vidrio ensangrentado con el que se había herido, no podía permir que se le atribuyera a ese fragmento de cristal ninguna relación con su herida, eso podría delatarlo creía él. En un impulso desesperado se metió el pedazo traslúcido dentro de su boca, lo mordió y se tragó los pedazos quebrados a escondidas mientras el hombre llamaba a una ambulancia. No dejó caer ningún solo grano de cristal.
-¡Aguanta amigo, te vas a poner bien! - dijo con una voz temerosa y vulnerable, casi llorando.
La actitud del hombre de la van había cambiado radicalmente frente a su reacción inicial. Con sus últimas fuerzas Eshol metió la bolsa con el gnomo, la cámara de bicicleta y el destornillador dentro de la van por la ventana abierta, quitándose toda la responsabilidad de encima por expropiar dichos objetos y transfetitle la culpa al hombre que trataba de ayudarle. Acto seguido, Eshol se desmayó cayendo de espaldas como un tronco recién talado contra el pavimento, golpeándose fuertemente detrás de la cabeza.

Nuestro querido jóven mitómano y cleptómano murió minutos después dentro de la ambulancia que lo trasladaba al hospital, tanto por una contusión así como también una importante pérdida de sangre. No obstante, para su fortuna, nadie nunca supo de su condenable trabajo (como a él le gustaba llamarle), la gente no veía más en él que un hombre de bien, siempre alegrandole el día a otros, constantemente proyectando su energía positiva en quienes le rodean. Su autopsia fue un misterio, se teoriza que fue apuñalado con un fragmento de vidrio y seguidamente fue forzado a tragárslo, no habían razones para creer que se trataba de un suicidio. El testimonio del hombre de la van no fue suficiente para eximirlo de la acusación por el supuesto asesinato y el hurto del jardín, por ende, a día de hoy se está evaluando su sentencia.

Eshol falleció haciendo lo que más le gustaba, robar y mentir por las buenas. No está vivo para proclamarlo pero sé que no se arrepiente de la vida que decidió tener. Estaría contento de saber que su imagen se mantuvo intacta hasta el día de su muerte.

Ladrón de GnomosWhere stories live. Discover now