Capitulo II

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Con el paso de las horas las lágrimas en sus ojos pesan más, se ven obligados a secarlas para deshacerse de dicho peso.

Hanta no desea atacar con cuestionamientos de manera inmediata, no después de todo lo que sus ojos vieron y el gélido Shoto que sus manos tuvieron la agridulce sensación de sentir.

A Shoto aún le cuesta levantar la mirada. Desea verlo, pero no desea ser visto.

Ambos cambian de ubicación, sin alejar sus cuerpos y corazones en algún momento. Se posicionan sobre la cama, arrugando con ello las sábanas blanquecinas.

Hanta toma como tarea principal abrazar a su amado por los hombros, ahora encontrándose sentado junto al mencionado con anterioridad. Shoto, de manera inconsciente, agradece el tacto gentil contra su cuerpo tembloroso, ese tacto lo ayuda a estabilizarse.

Es innegable el brillo desbordante de preocupación visible en los ojos del medio latino, y el hijo del héroe número uno; por más que le gustaría, no puede escudarse en su diagnóstico en estos momentos. Nota ese brillo desconsolador.

Una vez que la respiración del menor de los hijos Todoroki volvió a un ritmo medianamente normal, los labios de este mismo se despegaron, dejando en evidencia la sequedad de estos. Se esfuerza para dejar salir esas palabras por su boca, no hay algo mal con su voz, pero el peso de las palabras que diría a continuación le exigía un esfuerzo más grande del que cree poder soportar sin volver a romperse, o en todo caso fallecer allí mismo por vergüenza de sí mismo.

—Disculpa, no tenías que ver todo eso.

Comienza de una forma sencilla, expresando una sincera disculpa por algo de lo que ni siquiera tiene control, pero siente que de todas las personas, quien se encuentra frente a él es a quien menos quería mostrarle eso aún.

En sus fantasías más locas había imaginado cómo sería no pasar por esta clase de momentos solo, y era cálido imaginar a alguien abrazándolo hasta que su llanto cesara, sus piernas recobraran fuerza, sus pensamientos se apagaran y su voz contara con suficiente volumen. Ahora que lo vive no se siente tan cálido, no se encontraba listo mental o emocionalmente para ser visto de ese modo, mucho menos por aquel a quién deseaba dedicar las mejores partes de sí mismo.

El pelinegro se limita a abrir los ojos de par en par, demostrando un asombro agrietado del que se asoma desconsuelo. Sus orbes azabaches habían amenazado con volver a llorar en toda esa escena —aún sus lágrimas no habían cesado por completo en primer lugar—.

—Sho, solo... No me pidas disculpas por esto, ¿de acuerdo?— murmura en en una voz cortada, dibujando sobre sus belfos un intento de su sonrisa habitual.

El silencio comienza una monarquía y reina durante unos minutos que les parecen atemporales en sus circunstancias. La tortura de Shoto llegó a su fin —temporalmente-—, abriendo paso al que sería en martirio de Hanta.

Toma todas sus fuerzas encontrar las palabras, pero lo hace.

—¿Desde cuándo..?

Dos orbes heterocromáticas se vuelven titubeantes en dirección a su voz, buscando que esta se materializara en el aire, pero no lo haría, dejando solo a un Hanta contagiado por el lamento que ahoga cualquier sentimiento en la habitación. Posteriormente, Shoto entiende, sabe ahora a lo que su compañero se refiere.

—No recuerdo, no recuerdo gran parte de mucho, de hecho. Solo sé que un día ahí estaban en espera de que bajara la guardia.

Es aún más raro saber ahora que Shoto se expresa de esos ataques como personas físicas, hace parecer que son monstruos que llevan atormentándolo más años de los que ambos pueden contar con la cabeza tan dispersa como la mantenían.

Por segunda ocasión en el día, el más bajo de ambos abraza al de cabello en disputa, una forma más simbólica de hacerle saber:

«Estoy aquí, estoy contigo.»

La falsa molestia toma control unos segundos, recién había recobrado la compostura, ¿cómo se atrevía ese pelinegro a volver a tentarlo a romper en llanto?

Tras ese pensamiento, sonríe.

Es una sonrisa triste, bastante cansada, pero sincera. Hanta le ha dado ganas de sonreír y, así como el mencionado no necesitó palabras para expresar su apoyo, Shoto no necesitó palabras para expresar su agradecimiento, solo una sonrisa triste.

Las expresiones de el menor de los Todoroki hacen mejor trabajo expresando las emociones que él. Su cabeza y su corazón no entienden sus sentimientos, pero de algún modo su cuerpo se las arregla para expresarlos en gestos sublimes, que desnudan sus penas y glorias de una forma envidiablemente sencilla.

No actúa respecto al problema que le atormentó previo a su pequeña —gran— crisis, sin embargo, toma una decisión firme. No lo hará ahora, pero le entregará esa carta a Hanta.

Su querido amor parcial no es lo suficientemente carecente de pensar como para despreciar una espantosa situación magnífica. El chico del que se proclama enamorado lo vió de la única forma que no deseaba ser visto y tuvo valor para quedarse con él, y por consecuencia convivir con los demonios que lo atormentan. ¿Cómo él puede atreverse a ser tan cobarde enfrente de alguien tan admirable? También quiere tener valor, y juntará el suficiente para entregar ese sobre una vez que está situación haya perdido una parte de impacto.

Mostró lo peor de sí, y no logró ahuyentar a Hanta, aunque aún pudo estar siendo solo amable. Ahora decide mostrar todo lo bueno de sí que tiene para contrarrestar sus descomunales defectos; desea entregar su carta de presentación y, posteriormente, entregar sus confusas emociones en forma de una epístola.

Un ambiente agridulce, una persona rota, un sentimiento de preocupación, y un amor mutuo desconocido por ambos factores, convirtieron un caos en la última esperanza de Todoroki para no tener que enfrentar una catástrofe de vida él solo.

Quizá solo está increíblemente necesitado de cariño y atención, después de correr tanto de su propia mente, pero, ¿qué importa? Hará lo imposible por creer que puede ser querido aún en momentos como ese. Además, ser querido por Hanta era una droga demasiado peligrosa y embriagante, por ello, se permitiría ser egoísta como los genes de su padre lo dictaban en las gotas de sangre que viajan bajo su piel. Por primera vez en su vida acepta el egoísmo como un refugio que protegerá su esperanza de una manera igual de celosa como con la que él guarda sus pensamientos.

 Por primera vez en su vida acepta el egoísmo como un refugio que protegerá su esperanza de una manera igual de celosa como con la que él guarda sus pensamientos

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SE ME PASÓ AL FIN EL BLOQUEO.

Empecé y borré este capítulo unas cuatro veces, quedó de igual forma bastante bipolar, pero creo que ya fue mucha desgracia para el nene.

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