Paro de golpe cuando la realidad regresa a mí. Claro está que, si puedo dar éste paseo, en éste preciso momento, es gracias a que, ahora, soy una desempleada más, una desempleada que se suma a las interminables estadísticas de desempleo en el país.

Sacudo mi cabeza y continúo andando por ahí. Si todo el tiempo voy a dejar que mi pesimismo me frustre, nunca voy a ser feliz ni por un segundo. Lo mejor que puedo hacer, es verle el lado bueno a la situación. No tengo trabajo, pero al menos, puedo pasear con libertad, sin el miedo a llegar tarde o a ganarme un regaño por parte de algún jefe malhumorado.

Así continúo durante varios minutos. O quizás, horas. La verdad, perdí la cuenta de cuánto tiempo he caminado, así como también dejé de observar hacia dónde me dirigía. Sólo sé que he seguido el rumbo que mi mente ha planteado.

Para cuando logro reaccionar, estoy a un par de calles de la casa de Jess. Y un pensamiento cruza por mi cabeza de forma fugaz.

«Uno siempre vuelve al lugar en el que fue feliz».

¿Es en serio? Mente, ¿acaso eres tan cruel como para traerme a la casa de la persona que menos quiere verme en éste momento?

Suspiro y me doy la vuelta, con la firme intención de regresar. Ya me han rechazado varias veces en mis visitas anteriores, ¿qué me hace creer que, ésta vez, será diferente?

No obstante, cuando estoy a punto de iniciar la marcha, mi atención es atraída por un grupo de personas que hablan y murmuran entre ellos. Me recuerdan mucho a mis vecinos, quienes aman el chisme más que la comida, sin embargo, éste vecindario es diferente. Jess me ha contado que sus vecinos odian eso, por lo tanto, si están reunidos, es porque hablan sobre un tema de gran importancia.

La curiosidad me gana y acabo acercándome, con gran cautela para que no noten mi presencia.

—La policía va a interrogar a una sospechosa —murmura una mujer, no mayor a los treinta y cinco años.

¿Sospechosa? ¿De qué estará hablando?

—¡¿Es una mujer?! —pregunta otro hombre, viéndola con gran sorpresa. La mujer de antes vuelve a asentir.

—Dicen que podría estar ligada con los crímenes del… asesino arcoíris.

Juro que casi se me salen los ojos al oírla, así que continúo prestando toda mi atención a la charla.

—¿En verdad creen que una mujer sería capaz de cometer semejantes atrocidades? —Un tercer hombre se une a la plática, quién no parece ser mayor que yo.

—Ni idea, pero por lo que oí, hay testigos que afirman que la vieron discutir con la última víctima, poco antes de que ella desapareciera.

Un fuerte golpe nos sobresalta, tanto a ellos como a mí. Cuando miro hacia abajo, veo que el bolso se me ha caído y ahora, mis cosas yacen esparcidas sobre el suelo, sin embargo, la conmoción me impide moverme. Siento como mi respiración se va agitando con cada segundo que pasa y aunque lo intento, no puedo evitar pensar en lo que Jess me dijo la última vez que nos vimos. Habló sobre haber discutido con Britanny antes de su desaparición, ¿será que a ella se refiere esa señora? Oh por Dios… entonces, eso significa que…

La alta cantidad de miradas sobre mí, me obliga a reaccionar y aún con el temblor en mis manos, recojo todas mis cosas de forma torpe y salgo de ahí a toda prisa, dirigiéndome al único lugar donde puedo hallar una respuesta a todas las preguntas que se han formado en mi cabeza de repente.

Ni siquiera soy consciente del momento en el que empiezo a correr. Mi cerebro trabaja tan rápido que no me da la oportunidad de pensar en otra cosa que no sea lo que dijo esa mujer. ¿Y si es verdad? ¿Y si estaba hablando de Jess? Eso significaría que…

El Asesino Arcoíris © || COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora