009; los regalos

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17 𝖺𝗇̃𝗈𝗌 !

El sol invernal me molestaba, habían corrido las cortinas de mi habitación y eso logró despertarme

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El sol invernal me molestaba, habían corrido las cortinas de mi habitación y eso logró despertarme.

Estaba tan frío que ni la luz me convenció para salir de mi cama, estaba cómoda entre las tibias sábanas y la esponjosa almohada que mamá me había comprado la semana pasada. Era una paz, una tranquilidad amortiguadora.

Hasta que Sarah entró corriendo y se puso a saltar sobre mi cama.

—¡Es el día, es el día!— gritaba. Se tiró encima de mí y me destapó. Busqué las mantas con mi mano, pero las había apartado hasta dejarlas al borde de la cama. Genial, ahora debía levantarme.

—¿De qué estás hablando, enana?— le pregunté irritada.

Los ojos de Sarah brillaban de excitación, algo la tenía muy emocionada. Algo que yo no podía recordar.

— ¡Es el día! — repitió. Le tiré el cabello y la boté al suelo. Se quejó un buen rato hasta que al fin se quedó callada.

—Ahora que estás calmada y no estás aplastándome, me dirás de qué bendito día estás hablando.

— ¡Es el cumpleaños de Jack! — exclamó.

Claro, era el cumpleaños de ojos bonitos. Lo había olvidado por completo. O al menos eso intenté.

— ¿Y por eso me despiertas? — le gruñí.

Sarah ya tenía catorce años y aún seguía siendo bastante infantil. Jessica cuidaba de ella como si fuera su hija, como Tara se había marchado hace ya algunos años a Londres para estudiar, consolaba su tristeza en velar por la felicidad de Sarah.

De cierta manera eso me gustaba, ni Jessica ni Sarah sufrían, se tenían la una a la otra cuando más se necesitaban.

— Sí, es que ya es un adulto. ¡Ahora es un Hombre! — gritó otra vez. Iba a dejarme sorda antes de que yo cumpliera los 18.

— ¿Y qué se supone que era antes? —ambas miramos hacia la puerta, donde Jack se apoyaba en el umbral con los brazos cruzados sobre su pecho.

Iba en pijama al igual que Sarah, tenía el cabello despeinado y se notaba de lejos que recién había despertado, sin embargo, así parecía modelo de revista.

Detestaba eso de él.

— Eras un hada — le dediqué una sonrisa burlona y él me devolvió una mirada asesina.

Tuve una larga discusión con él después de que me regalara a Lana, le expliqué que todos esos años creía que el hada de las galletas me las dejaba frente a mi puerta cada vez que me sentía mal.

Le dije que era un acto muy dulce de su parte, pero que no lo hiciera más hasta que se me pasara el enojo por lo de Sparks, que si quería mi perdón unas simples galletas no bastarían. No rechistó y me hizo caso, como todas las cosas que le pedí después de ese día.

𝐌𝐀𝐑𝐑𝐘 𝐌𝐄; jack champion ✔️Where stories live. Discover now