4

258 36 2
                                    

Alfonso terminó la presentación respecto a la seguridad de la última adquisición de la empresa. Todd y Ryan se miraron.

—Recuérdanos no volvernos a meter en un asunto como éste —dijo Ryan—. Es un auténtico dolor de cabeza.

Alfonso pensó en un trabajo parecido qué realizó en Afganistán. Comparado con ese trabajo, éste podía hacerlo con los ojos cerrados.

—No es tan difícil, yo me encargaré de ello. Siempre y cuando todo el mundo siga las directrices marcadas, estaremos protegidos.

—¿Y si no lo hacen? —preguntó Todd con una sonrisa traviesa.

—En ese caso, se las tendrán que ver conmigo —contestó Alfonso.

Todd miró a Ryan.

—Eso es lo que me gusta de él —luego, se volvió de nuevo hacia Alfonso —. Me he enterado de que ayer hubo un problema en casa. ¿Cómo es posible que, para un día que me voy, se arme un alboroto?

—Fue Anahí —dijo Ryan antes de que Alfonso pudiera contestar—. Me lo contó Julie ayer por la tarde. Al parecer, Anahí sigue enfadada contigo por interponerte entre Julie y yo.

Todd hizo una mueca.

—Yo no me interpuse entre vosotros, sólo intenté velar por lo intereses de un amigo. Eres feliz, ¿no? Bueno, pues no se hable más —de nuevo, volvió su atención a Alfonso. —¿Es peligrosa?

Alfonso sonrió.

—No tienes por qué preocuparte.

—¿Está loca?

—No. Sólo quería insultarte por haberte metido en la vida de su hermana.

—Se trata del dinero —farfulló Todd—. Si la tía Ruth no hubiera ofrecido a sus nietas un millón de dólares si alguna se casaba conmigo, nada de esto habría ocurrido.

Alfonso arqueó las cejas.

—No sabía que estuvieras buscando esposa.

—No estoy buscando esposa —Todd suspiró—. La tía Ruth es la segunda esposa de nuestro difunto tío, es sólo tía política. Ruth tenía una hija que se escapó de casa a los diecisiete años y se casó. Ruth y nuestro tío rompieron relaciones con ella y no volvieron a saber de ella hasta hace unos meses. Nuestro tío murió. Ruth echaba de menos a su hija, se puso en contacto con ella y descubrió que tenía tres nietas a las que no conocía. No sé por qué, a Ruth se le metió en la cabeza que la vida sería perfecta si una de sus nietas se casara conmigo. Les ha ofrecido un millón a cada una si alguna logra llevarme al altar.

Todd miró a Ryan.

—¿Os dais cuenta de lo ofensivo que es que Ruth piense que, para lograr que me case, tiene que pagar a alguien?

Ryan sonrió maliciosamente.

—La verdad es que a mí me parece gracioso —Ryan se volvió hacia Alfonso —. Fui a verlas con la intención de aclarar las cosas para que no intentaran nada respecto a Todd. Conocí a Julie y, después de algunas complicaciones, nos hicimos novios.

Alfonso también sabía que Julie estaba embarazada, pero no hizo comentario alguno. Ser el encargado de seguridad significaba guardar secretos, y eso se le daba bien.

—Por lo que el asunto está zanjado —dijo Todd—. Anahí debería olvidarse de ello.

—No creo que vuelva —le dijo Alfonso —. Aunque admito que ocurrieron cosas interesantes.

Alfonso les contó que Anahí salió corriendo y se hizo un esguince en el tobillo, pero no les comentó nada sobre los gatos ni sobre el sexo.

Sus dos jefes se quedaron mirándolo.

Placer InsospechadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora