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"Pero, ¿a dónde vamos?" preguntó Yeseo, tirando de la mano de Hanbin.

"¿Quién va a venir y nos recogerá?", preguntó Youngeun, rebotando con entusiasmo y tirando de su otra mano.

Hanbin miró entre sus caritas emocionadas e hizo una mueca en su interior. Esta era una idea terrible.

"Un amigo", dijo, eligiendo responderle a Youngeun, ya que no tenía idea a dónde se dirigían. Presumiblemente a visitar al padre de Zhang. Parecía que Zhang Hao y su padre tenían desacuerdos - por decirlo suavemente  así que Hanbin dudaba que fuera a ser una cálida reunión familiar, incluso sin tomar en cuenta el hecho de que Zhang le estaba llevando sólo para molestar a su padre.

Arrastrar a Yeseo y a Youngeun en esto no era una buena idea, pero por otra parte... tres mil dólares. No tendría que preocuparse de los salarios de la señora Kim durante unos cuantos meses.

"¿Es él? ¿Es él?" Youngeun rebotaba poniéndose aún más excitada mientras señalaba al Mercedes negro que había estacionado en el frente del edificio.

"Probablemente", dijo Hanbin. "Vamos." Él tomó su maleta y agarró la mano de Youngeun con su otra mano. Se podía confiar en Yeseo para que se quedara cerca y no corriera a cualquier lugar; En Youngeun, no se podía.

Las puertas del Mercedes se abrieron cuando llegaron a él.

Hanbin se sorprendió al encontrar que Zhang ya tenía asientos de seguridad para niños instalados.

"Oye", le dijo a Zhang, sintiéndose torpe y fuera de balance. Nunca se supuso que Zhang conociera a sus hermanas. "Yeseo, Youngeun, saluden al Sr. Zhang."

"¡Yo no soy Youngeun!", dijo Youngeun con un mohín.

Hanbin ocultó una sonrisa y llamó por su apodo a ala pequeña "Yeseo, Fizzy*, saluden al Sr. Zhang."

"¡Hola, Sr. Zhang!", dijeron juntas y Hanbin sintió una oleada de orgullo. Ellas solo tenían cuatro, pero eran muy inteligentes y hablaban claro. Parecían angelitos de cabellos brillantes, sonriéndole tímidamente al hombre. Cualquier persona con un corazón les habría regresado la sonrisa.

Al parecer, no Zhang Hao. Zhang estudió a las niñas como si fuesen especímenes de otro planeta antes de asentir débilmente y girar de nuevo hacia Hanbin.

"Consigue ponerlas en sus sillas. Yo pondré tu maleta en el maletero".

Hanbin solo rodó los ojos, preguntándose qué había vuelto a Zhang  tal monstruo del control. Aquello había sido una orden completamente innecesaria.

Para el momento en que las niñas estaban aseguradas en el asiento trasero, Zhang había vuelto al asiento del conductor. Hanbin miró a las niñas por última vez antes de cerrar la puerta con cuidado y tomar su asiento.

"Antes de irnos, quiero dejar algo claro", dijo Hanbin, bajando la voz para que las niñas no pudieran oír. "Sé muy poco acerca de su familia, pero no vas a arrastrar a las niñas en tus problemas con tu padre. Si alguien les trata mal, nos iremos. A la mierda el dinero. ¿Lo entiendes?"

Zhang lo miró por un momento.

"Nadie va a tratarlas mal", dijo antes de inclinarse, agarrando la barbilla de Hanbin y cubriendo los labios de él con los suyos.

Hanbin frunció el ceño no era ni el momento ni el lugar - pero Zhang sostenía firmemente su cara, sus labios fuertes y hambrientos, su lengua profundizando en la boca de Hanbin, seguro y reclamando su propiedad, y muy pronto, Hanbin se encontró completamente abrumado por la intensidad del beso. Y continuó, y continuó, y continuó.

"Hanbin, ¿estás herido?"

Con un jadeo, empujó a Zhang a distancia y centró su mirada en Yeseo. "¿Qué? ¡No!"

El profesor despiadado | HaobinWhere stories live. Discover now