CAPÍTULO 6 NOCHE DIFÍCIL

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Estoy acostada, no he podido dormir, la cabeza me da vueltas, me volteo hacia su lado de la cama y no está, es de madrugada y siento un vacío en mi corazón, seguro está con esa mujer, me duele tanto, pero me resisto a dejarlo ir, y como dije, no se trata del dinero y las comodidades, no me asusta volver a mi vida anterior, a volver a empezar, sé trabajar, ahora tengo más preparación que antes y sé que puedo tener algo ligeramente mejor, pero lo que no puedo hacer es prescindir de él, de su ternura, de su cariño, no digo de su amor porque ahora sé, que no es real, o quizás no completo. Aunque parece tan verdadero, pero si se lo da a alguien más, no puede ser genuino.

Esta noche como algunas otras tiene una gala a la que no puede faltar, sé que me pidió acompañarlo y como muchas otras veces decliné su invitación. Vi desilusión en su rostro, pero yo sabía que era lo mejor, no quería avergonzarlo, menos delante de tanta gente, y de la prensa, no me sentía capaz, y creo que nunca me sentiré.

Es por eso que no he podido dormir, ya tomé mi decisión, lo voy a dejar, no tiene caso seguir con esto, le hago daño y me lo hago a mí misma, no soportaré ver a su lado a otra de esas mujeres, ella es la sexta, los vi a través de la televisión, está vez no podrá negármelo, como las anteriores, vi la mirada de ella, vi cómo se acercaba a él y como él le sonreía, pero ahora no le haré ningún escándalo, no tiene caso, sé que él lo negará como siempre. Después de todo ya no importa, lo dejaré libre para que rehaga su vida con quién quiera, y no es que no me duela, lo hace y mucho, pero la verdad es, que quiero que sea feliz, sé que yo ya no lo hago, ha cambiado, su humor ha cambiado, antes sonreía siempre, ahora está serio, malhumorado, ya no se siente feliz de estar en casa y me duele ser la causa, pero ya pronto se acabará. En una semana será su cumpleaños, estos dos años lo hemos celebrado solos, él y yo, pero ahora dijo que lo quería celebrar en grande, con sus invitados, como lo hacía antes, otro indicio más de que se ha cansado de mí y mis traumas, yo no le he discutido, lo que pide es justo, y haré el sacrificio y el esfuerzo de estar ahí para él, porque aún lo amo y como dije quiero que sea feliz, eso no quita que esté sumamente nerviosa y desesperada, me aterra convivir con esa gente, no es mi mundo, y lo sabía cuándo me embarqué en esta aventura, pero lo ví tan decidido y tan convencido de que realmente el haría que esto funcionara, pero se cansó demasiado pronto, y yo tengo que ser realista y aceptar que se acabó.

No lo culpo, por el contrario, le agradezco todo lo que hizo por mí y toda la felicidad que me dio. Aunque quisiera, nunca podré olvidarlo.

Son las tres de la mañana. Lo escucho llegar. Yo me volteo y me hago la dormida, de ninguna manera quiero que se entere de que lo he estado esperando, ni que lo vi en la televisión. Haré de cuenta que no pasó nada.

Escucho como entra despacio, tratando de no hacer ruido para no despertarme, rodea la cama y llega a mi lado, se queda quieto por un largo rato, siento su mirada sobre mí, pero no doy muestras de estar despierta, por fin se retira, no sin antes acercarse a mí, acariciar levemente mi mejilla, apartar un mechón de cabello de sobre mi rostro y darme un tierno y fugaz beso sobre mis labios, quisiera volverme y rodear su cuello con mis brazos y atraerlo junto a mí, pero me contengo, su aroma me llena de golpe y con él otros aromas, a tabaco, a licor y a perfume de mujer, seguro es el de ella. Cuando él se da la vuelta se desviste y se mete a la cama, no puedo contener las lágrimas, lloro en silencio. Él se ha vuelto hacia mí y aunque le doy la espalda, me abraza con sus poderosas manos, mentiría si dijera que me desagrada, por el contrario, deseo quedarme así para siempre, recibiendo su calor.

_ Te amo. - susurra a mi oído dejando otro beso sobre mi cabeza y luego silencio, en unos minutos ya está dormido y yo sigo luchando con todo un sin fin de malos pensamientos.

*****
_ ¿Cómo te fue anoche? - no puedo evitar preguntarle. Estamos en el desayunador. Siempre insisto en preparar su desayuno y hoy dejé que Gertrudis la cocinera lo hiciera, no me sentía bien, estaba triste.

_ ¡Bien! - dijo seco. _ nada del otro mundo.

_ Debe de haber estado muy bien. - dije. _ llegaste muy tarde y hoy traes dolor de cabeza.

El me miró como diciendo "ya vas a empezar" y tenía razón, yo sabía que su dolor de cabeza, no se debía a que estuviera desvelado.

_ De acuerdo. - reconoció. _ se me pasaron las copas y luego fuimos a dejar a Reneé hasta su casa, que vive en el otro lado de la ciudad.

Se refería a él y su chófer,  no sé si la chica de verdad se llamaba Reneé, o lo dijo para despistarme y hacerme creer que era a un hombre con el que había estado.

_ Para ser un hombre, huele a perfume de mujer. - dije, aspirando como si lo oliera.

El me miró desconcertado.

_ Amor, me acabo de duchar.  No puedo oler a nada y menos a perfume de mujer.

_ Esta madrugada no me lo pareció. - insistí.

_ ¡Claro! - dijo con paciencia, tomándome de la mano y atrayéndome hacia él. _ esta madrugada olía a fiesta, porque estuve en una y olía a perfume de mujer, porque bailé con varias mujeres.

_ Seguro todas mayores y feas. - lo miré aún con disgusto.

_ Más o menos. - me sonrió, también las había jóvenes y hermosas. - me provocó

Me quise separar y no me lo permitió

_ Te aseguro que ninguna era mejor que tú, intentó besarme, pero yo me aparté, iba a retirarme cuando vi la mirada fría y burlona de Gertrudis y de Alma una de las sirvientas, ambas estaban pendientes de nuestra discusión.

_ ¿Seguro que yo soy la mejor de todas? - me volví de nuevo hacia él.

_ No hay nadie como tú. - me atrapó en sus brazos y me besó con pasión, yo respondí, consciente de que no debería de hacerlo, pero era mi esposo y mientras no firmara el divorcio, era mío, las demás eran las que sobraban ahí, incluidas esas mujeres metiches y envidiosas, que en esos momentos estarían retorciéndose de la rabia y de la envidia. 

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