Piedras en el camino.

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—Concuerdo con ello.

El Hospital General era el más cercano al lugar del accidente, por lo que fueron trasladados ahí tras el accidente, dada la gravedad en la que se encontraban los involucrados, especialmente el cabo Rojas, quien al llegar a una intersección y encontrarse sorpresivamente con el vehículo en persecución, recibió todo el impacto en su puerta. Fue tal la fuerza del impacto que la patrulla fue arrastrada varios metros.

La patrulla que perseguía a los jóvenes bandidos apenas logró esquivar a los vehículos que colisionaron, evitando así que la tragedia fuese de proporciones mayores. Los malogrados cuerpos de dichos bandidos yacían sobre el capot tras ser eyectados a través del parabrisas a consecuencia de la rápida huida, el violento choque y el no utilizar el cinturón de seguridad por parte de los ocupantes. La bolsa con el modesto botín yacía en el suelo de la parte posterior del vehículo, y las joyas desparramadas por doquier producto del impacto.

Bastaron unos quince minutos para que la ambulancia llegara al lugar del accidente, y otros cinco para que los bomberos se hicieran presentes con sus maquinarias para iniciar las maniobras de rescate. En total, veinte minutos de agonía entre los fierros retorcidos de la patrulla por parte de los oficiales y los detenidos, quienes terminaron por perder el conocimiento, ignorando por completo lo que tuvieron que batallar los bomberos para lograr rescatarlos.

Y como era de esperar, diversos periodistas se encontraban en el lugar reporteando el fatal accidente, entrevistando en vivo a diferentes testigos de lo sucedido. Otros más avezados, intentaban con sus cámaras obtener el mejor ángulo para grabar las maniobras de rescate de los malogrados agentes y detenidos, los que eran contenidos por los agentes policiales y bomberos que se hicieron presentes en el lugar.

Tras lograr rescatarlos y trasladarlos al hospital, diferentes medios siguieron el recorrido de la ambulancia para obtener más información respecto al estado de salud de los involucrados, otros sin embargo se mantuvieron en el lugar de los hechos para recabar información respecto a los fugitivos, el motivo de la persecución y el accidente en general.

Al llegar al hospital y evitar las preguntas de los medios, el teniente Espinoza junto al sargento se entrevistaban con el doctor de turno para conocer el real estado tanto de los agentes como de los detenidos, constatando la gravedad de los involucrados en el accidente. En referencia a los agentes, Rojas se debatía entre la vida y la muerte, mientras que González permanecía grave, pero fuera de riesgo vital. En cuanto a los detenidos, ambos presentaban lesiones de carácter grave, pero estaban fuera de peligro.

—Necesito entrevistarlos a la brevedad posible, ¿cuánto debo esperar para ello? —El teniente no podía perder el tiempo, necesitaba saber el motivo por el cual eran trasladados a la estación de policía.

—Un par de horas serán suficientes señor, —respondía el médico entrevistado— hay un par de los suyos resguardando la habitación donde se encuentran, así que no se preocupe, no intentarán escapar.

—Es lo que menos me preocupa, —manifestaba fríamente el teniente— lo importante aquí es el estado de salud de mis agentes.

—Hacemos todo lo posible por salvarlos señor. Pero lamento decirle que uno de ellos lucha por sobrevivir.

—Sargento, —volteaba la mirada hacia su compañero— usted permanezca aquí e interrogue a esos bastardos apenas lo autoricen, ¿le queda claro?

—Por supuesto señor.

—Y que se contacten con los familiares de los agentes y víctimas, deben estar al tanto de lo ocurrido, antes que la prensa haga de las suyas y comience a dar información errónea.

—¿Qué hará usted mi teniente?

—Iré a ver lo que sucede con los resultados de la autopsia de las víctimas, avíseme apenas tenga noticias de Rojas y González. —Sin esperar respuesta, daba media vuelta y emprendía la marcha.

El Carnicero del Zodiaco (EN EDICIÓN Y DESARROLLO)Where stories live. Discover now