Corto 1/2

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   En un pueblo lejano, en medio de las montañas; se encontraba naciendo una niña con cabello rojizo y hermosos mechones de oro. Nunca se oyó llanto, solo se oía su respiración y se veían sus grandes ojos color esmeralda abiertos, mirando todo y a todos en su alrededor. Su madre, una mujer de treinta años, con el cabello blanco y los ojos negros, se desmayó por el dolor de dar a luz a esta hermosa criatura. Mirando a su alrededor, todo es oscuro, solo hay un poco de luz entrando a través de una ventana al fondo de la habitación.

Un hombre, en su vejez, sostenía al bebe y lo daba a su ayudante, para seguido cortar su cordón umbilical y chequear que el bebe estuviera completamente sano.

Al momento del bebe ser puesto en una mesa, el doctor se acerca a revisarla y al mirar sus pequeñas manitas, alzándolas, se quedó con las palabras en su boca, no sabía que o como decir lo que estaba viendo. Las puntas de los dedos del recién nacido, incluyendo sus uñas, eran de un color cenizo; y luego de examinar con más determinación, no era por falta de sangre.

El doctor llama rápidamente a su ayudante y susurrando con temor le pregunta: —¿Estás viendo lo mismo que yo? ¡Una anomalía! Nunca había visto algo parecido en mis 40 años trayendo niños a este mundo.

—Doctor... Esto, no es normal. Le repetí miles de veces que no debíamos ayudar a la bruja con su parto, ¡mira lo que hemos ayudado a traer a este mundo! —Dijo la enfermera. Sus manos estaban frías y su voz se oía con temblor. —Es nuestro fin... —Susurro con lágrimas cayendo rápidamente por sus mejillas. —Moriremos. Nos prenderán fuego y nos harán arder en la hoguera con todas las brujas de estado. —Dijo levantando su voz, sollozando cada vez más fuerte. El doctor, por su parte, manteniendo su compostura aunque aún aterrorizado, lanza un suspiro. Besa los dedos de la pequeña y se inclina, susurrando en su oído. Se empezó a oír una multitud fuera de la cabaña. El doctor mira a su asistente y ella, con ojos miedosos, sin dejar de llorar, niega rápidamente con su cabeza. —No lo haré. —Dice susurrando, pero con voz firme. En lo que el doctor la mira de forma molesta y le dice: —Debes hacerlo, daré mi vida por la suya. Corre y sálvate. Sálvala. No importa que no la críes, debes sobrevivir y dejarla tener una vida en este mundo. La enfermera suspira y cierra sus ojos, rindiéndose. —Puede ser tanto nuestra salvación como nuestra perdición. —Dice ella, cerrando sus puños al mismo tiempo que el doctor le pasa la beba. Suspira, tomando valor. Sonríe de medio lado y sale por la puerta delantera. Oyéndose gritos y maldiciones. La enfermera, una mujer de piel morena y ojos marrones, abraza al bebe fuerte, pero cuidadosamente y sabiendo que si se ponía a tener segundos pensamientos sobre lo que estaba haciendo, simplemente no lo haría y se quedaría ahí, esperando su muerte. Se dispone a abrir la ventana al fondo de la habitación y se sube en una caja de madera que estaba bajo esta, orando que no se rompiera por su peso. Atravesando la ventana y sale corriendo de la cabaña, montaña abajo, sin dirección alguna y solo con su mente puesta en una cosa. Sobrevivir. 

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⏰ Last updated: Apr 19, 2023 ⏰

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