[En medio del bosque]

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—¿Qué estamos haciendo aquí padre? ¿Porque nos mudamos a esta casa en medio del bosque?—un pequeño niño de 4 años preguntaba, mientras veía a su alrededor y sostenía la mano de su padre.

—Hijo, mírame a los ojos—el padre soltó la pequeña mano de su hijo y se agachó para estar a la misma altura que el niño—. Tengo que decirte, que tú tienes en tu interior un poder extraordinario y algún día con ese poder que posees llegarás a superarme, pero para que lo logres, tendrás que entrenar muy duro—decía el padre mientras agarraba con sus dos manos los brazos del niño y lo miraba a los ojos con determinación—. Te he traído aquí para que puedas entrenar libremente sin que nadie te vea, ahora dime tu, ¿Quieres ser fuerte y poderoso igual que tu padre?—

—¡Si, si quiero papá!—dijo el pequeño emocionado y decidido, sin saber realmente, que aquellas palabras lo destinaran a un futuro de desgracias—¡Quiero ser exactamente igual qué tu padre!—

—Entonces no perdamos más el tiempo, te enseñaré y aprenderás, y con el tiempo te volverás igual de poderoso que tú padre—dijo el padre con un sentimiento en su corazón de pura alegría, cuando su hijo le dijo esas palabras, sentimiento que solo existía al saber que su plan iba bien.

El pequeño niño deseaba ser igual que su padre, quería ser igual de fuerte y poderoso, para hacer sentirse orgulloso a su padre, nunca imagino que el entrenamiento fuera tan difícil.

El niño se levantaba todos los días a las 5 de la mañana, y sus entrenamientos terminaban a alas 11:30 de la noche, claro que tenía descansos y también tiempos para comer, y no solo eran de entrenamientos prácticos, sino que también tenía que leer mucho, demasiado. Algunas veces el niño no soportaba los entrenamientos, pero siempre se levantaba y seguía sin importar que.

Para la corta edad del niño, el entendía que nunca había caminos fáciles, que para lograr sus objetivos siempre habrá muchos obstáculos difíciles de llevar para poder seguir adelante, y eso a él no le importaba, se decía así mismo que no importa cuántos obstáculos tenga, el podrá seguir adelante.

Sus días eran ya una rutina diaria, todos los fines de semana su padre lo venía a visitar y le daba comida para la semana, lo miraba entrenar y le enseñaba algo nuevo que pudiera leer o un hechizo nuevo que entrenar, verificaba que tan fuerte se volvía con los años, y siempre le decía lo mismo:

—"Hijo, algún día me superarás y será el más fuerte, incluso más poderoso que yo"—

Su padre no se quedaba, porque siempre se la pasaba trabajando, pero eso no afectaba al niño, el era muy independiente, el niño ni si quiera celebraba sus cumpleaños porque no quería retrasar sus entrenamientos, aún que claro que eso él no lo sabía, ya que ni siquiera sabía que era un cumpleaños.

Cuando el niño cumplió 8 años, se convirtió en uno de los magos más poderosos y fuertes que nunca antes había visto el padre, a su edad lograba hacer lo que un mago promedio de 16 años apenas aprendía, no solo era bueno en hechizos, él era básicamente bueno en todo, y su padre estaba muy orgulloso de su avance, aún que claro, él nunca le decía nada al respecto, solo le decía que siguiera con su entrenamiento como siempre, y cada semana aumentaba la dificultad de esta.

Un día mientras entrenaba el niño, intentaba lograr conjurar un nuevo hechizo que le había enseñado su padre, pero el niño no lograba hacer el hechizo, no podía concentrarse y sin importar que tanto esfuerzo daba no lo lograba conjurar, el niño llegó a estresarse demasiado, que en un punto simplemente el explotó.

En medio del bosque el niño se tiro de rodillas y empezó a llorar por la impotencia, nunca antes le había fallado en hacer algo, él siempre era perfecto en cada aspecto de su vida, así que él no entendía porque no lograba hacer un simple hechizo.

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