Capítulo 2

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Algo chocó contra mi cuerpo y me hizo rebotar, de nuevo otro choque y reboté alto, está vez al caer lo hice contra algo duro, creo que el suelo. Abrí mis ojos lentamente y parpadeé varias veces para acostumbrarme a la luz, todo era colorido, habían champiñones gigantes por todas partes de diferentes colores, miré mis manos, tenía una especie de guantes y al pararme me di cuenta que llevaba unos tacones bajos y un vestido corto color azul claro, era muy bonito, tenía unos diamantes hermosos en la cintura. Mi cabello tenía pequeños rizos, no muy marcados.

Todo era tan confuso para mí, no sabía dónde estaba pero algo se sentía familiar.

—Bueno ______, a explorar.— iba a ajustarme mis lentes pero me di cuenta de que no los llevaba. ¡¿Cómo es que miraba tan bien sin ellos?!

Comenzé a caminar por el pasto admirando cada cosa que se me atravesaba hasta que miré un pequeño sendero y lo seguí, después de eso me encontré con una pequeña cabañita a lo lejos iba a acercarme pero alguien chocó conmigo habiéndome caer.

—¡Santos cielos! Perdóname, déjame ayudarte.— se disculpó y me tomó de las manos ayudándome a pararme.

Alcé la mirada y no podía creer lo que mis ojos observaban, overol azul, camisa verde, gorra verde, ojos azules, bigote perfectamente peinado.

Nos miramos a los ojos unos segundos que parecieron horas, estaba perdida en su mirada.

—Luigi...—susurré.

Me miró asombrado con sus cejas levantadas.—S-sí, así me llamo. ¿Cómo lo supiste?

Me puse nerviosa.—Y-yo... La gorra, por la gorra, supuse que era la inicial de tu nombre.

Sonrió.—Tiene lógica, ¿Cómo te llamas?

—__________.

—Lindo nombre.— se dio cuenta que no había soltado mis manos y con cuidado lo hizo.— Dime, ¿De dónde eres?

Pensé la respuesta, no sabía cómo explicarle la verdad, ¡por dios!, estaba hablando con un personaje de videojuego, caí en cuenta que estaba en un videojuego.

—De un lugar muy lejano.

—Entiendo. ¿Sabes? No es común ver personas en el Reino Champiñón por aquí, menos chicas.

—¿En serio?

—Sí.— la miró unos segundos haciendo que se sonrojara.— Bueno, debo irme, tengo algo que hacer. Fue un gusto conocerte, _________.

—Opino lo mismo, Luigi.

Caminó y entró a la cabaña, creo que era su casa. Bien, ¿Y ahora qué hago?

Comenzé a caminar en círculos y decidí caminar un poco más, habían pequeñas casitas y varios Toads caminando.

Narrador:

________ caminaba mirando había abajo pero no se daba cuenta de que los Toads que iban pasando se detenían a mirarla, todos parecían pensar lo mismo pero nadie decía nada.
Ella no lo notó pero la estatua que había en medio de la plaza brillo más que nunca.

Se acercó a uno.

—Hola... ¿Sabes dónde puedo encontrar un lugar para pasar la noche? no tengo donde quedarme.

—Por supuesto, majestad.— ella ignoró cómo la llamó— Puede seguirme.

Ella lo siguió y el pequeño Toad la llevó a un champiñón que estaba cerca del bosque, este tenía una pequeña ventana, una puerta y por dentro una cama y una mesita de noche.

—Este lugar era de mío pero ya no vivo aquí, puede quedarse aquí el tiempo que quiera.

—Gracias, pequeño.

Narra ________:

El pequeño se fue y me senté en la cama, era cómoda. Me quedé pensando en todo esto, era una locura que yo estuviera aquí, pero la verdad no me importaba del todo pues a mis padres no les importaba donde estuviera y apuesto que ni siquiera saben que desaparecí. Puedo arreglarmelas para vivir aquí, ya tengo un lugar para pasar las noches y puedo comer frutos del bosque, mire variedades mientras estuvimos caminando. No tenía a nadie en el mundo real, así que no me importaba.

Entre tantos pensamientos así me quedé dormida.
























Al día siguiente desperté gracias a los rayos del sol que entraban por la ventanita y me levanté, mi estómago rugía.
Con una mueva salir del champiñón y me dirigí hacia el bosque en busca de comida. Encontré un arbusto en el que habían moras y recogí algunas y las iba comiendo, luego encontré algunas fresas y las fui tomando hasta que algo aterrizó fuertemente detrás de mí haciéndome gritar y tirar las fresas que estaba comiendo, de nuevo caí al suelo. Era un koopa.

No habló pero se me fue acercando y fui retrocediendo, tenía miedo. Cerré los ojos con fuerza y se escuchó un estruendo.

—¿Estás bien?

Abrí los ojos y me encontré a Luigi arrodillado frente a mi con cara de preocupación y detrás de él estaba Mario en posición de haber dado un golpe y el ceño fruncido.

Temblando asentí y acepté su ayuda para levantarme.

—Gracias.— les dije.

—No hay de qué.

—No deberías estar sola y menos por esta parte del bosque.—Se acercó Mario.

—Hay muchos enemigos.— concordó Luigi

—No conozco el lugar, no sabía nada de eso.

—Ella es _______, Mario. Mario, ella es ________.

—Mucho gusto, Mario.

—Lo mismo digo, ________.— sonrió.

—Tuviste suerte de que estuviéramos cerca.—habló Mario.

—¿Iban a un lugar en específico?

—Al castillo de la princesa Peach.

—¿Dónde pasaste la noche? Creí que no eras de por aquí.— dijo Luigi curioso.

—Un toad me prestó un champiñón.

—Es peligroso, no puedes quedarte ahí.—Contestó Luigi.

—Sí, te llevaremos con la princesa para ver si te puede ayudar.

Los tres emprendimos camino el cual no fue largo pero tampoco muy corto, cruzamos por las casitas de los Toads.

—¿Ves eso, Mario?

—¿Que cosa?

—La estatua.—señaló y yo miré también.— Brilla más que antes.

Era una estatua de dos chicas con vestido y corona.

—Debe ser porque hay mucho sol.

Los tres llegamos a la entrada del castillo y los reconocieron inmediato, estábamos por pasar pero...

—Ella no puede pasar.

—¿Qué? ¿Por qué?

—Es una desconocida y no podemos arriesgarnos a que sea una aliada del enemigo.

Después de que los hermanos Mario charlaran con los guardias y no llegar a un acuerdo volvieron a mí.

—Lo sentimos, no puedes pasar.— dijo Luigi apenado.

—No se preocupen, ustedes vayan.

—¿Segura?

—Si, yo estaré bien.— sonreí.

La princesa perdidaحيث تعيش القصص. اكتشف الآن